/ domingo 1 de diciembre de 2019

¡Gracias!

El pasado jueves se celebró en Estados Unidos y varios países más, el Día de Acción de Gracias. Una fecha cuestionable desde el punto de vista en que la acción de agradecer debe ser permanente en nuestras vidas al apreciar el valor de quienes nos rodean, las acciones productivas que, gozando de salud, podemos realizar, los bienes y valores que poseemos, en resumen, ¡VIVIR!

El Thanksgiving day, como se le conoce en inglés, data del año 1621, año en el que los inmigrantes ingleses que empezaron a fundar colonias en Estados Unidos celebraron una cena con los indios nativos americanos: después de pasar por viajes largos en barco para atravesar el Atlántico, la mayoría de los ingleses que llegaban sin dinero, enfermos y con hambre vivían en condiciones precarias sin conocer la geografía del territorio donde se asentarían, fue entonces que, como acto de solidaridad, los indios de la tribu Pawtuxet se acercaron para ofrecerles ayuda.

En la primavera de 1621, los indios nativos americanos mostraron a los colonizadores cómo sembrar maíz, a extraer la savia de los árboles, pescar y reconocer las plantas venenosas; posteriormente, en el tiempo otoñal cuando habría de recoger la cosecha de aquella siembra, los ingleses contaban con sembradíos fértiles y fue así, como en gesto de agradecimiento, compartieron su cosecha con los indios americanos en una gran cena. Esta celebración se prolongó durante tres días y se le conoce como “acción de gracias”.

En nuestros días, se trata de una celebración familiar, muy similar a la Navidad pero sin regalos. A cambio, se trata de agradecer las bendiciones recibidas: la tradición incluye la elaboración de platillos con frutas y verduras de temporada otoñal - entre los que destacan pays de manzana, calabaza y cereza, papás, calabacitas, y pan recién horneado, acompañados por el tradicional pavo al gravy.

Fue en 1789 cuando Acción de Gracias se convirtió en una fiesta nacional en Estados Unidos, a iniciativa del primer presidente del país, el general George Washington. Entonces, la religión y el nacionalismo iban de la mano, instando a los ciudadanos, no sólo a conmemorar el origen de su país, además había que agradecer a Dios que velara por los norteamericanos, de la misma forma que antes había protegido a los peregrinos del Mayflower.

Lo cierto es que este día marcó el inicio de la temporada navideña... así de rápido, los católicos celebramos el primer domingo de Adviento. La Navidad muy próxima ya y con tal motivo comenzamos a ver arbolitos de todas formas en señal de iniciar los preparativos, regalos y festejos; no olvidemos la esencia de esta festividad que, más allá de las creencias, por algo dispone a la unión, el entusiasmo, la reflexión y un alto para valorar lecturas y enseñanzas de este 2019.

Feliz primer domingo de Adviento, y… ¡a pensarle pues!

Después de este día aciago en que unos celebran y otros reclamamos el primer aniversario de la administración Lopezobradorista, dispongámonos a agradecer lo cocechado.

El pasado jueves se celebró en Estados Unidos y varios países más, el Día de Acción de Gracias. Una fecha cuestionable desde el punto de vista en que la acción de agradecer debe ser permanente en nuestras vidas al apreciar el valor de quienes nos rodean, las acciones productivas que, gozando de salud, podemos realizar, los bienes y valores que poseemos, en resumen, ¡VIVIR!

El Thanksgiving day, como se le conoce en inglés, data del año 1621, año en el que los inmigrantes ingleses que empezaron a fundar colonias en Estados Unidos celebraron una cena con los indios nativos americanos: después de pasar por viajes largos en barco para atravesar el Atlántico, la mayoría de los ingleses que llegaban sin dinero, enfermos y con hambre vivían en condiciones precarias sin conocer la geografía del territorio donde se asentarían, fue entonces que, como acto de solidaridad, los indios de la tribu Pawtuxet se acercaron para ofrecerles ayuda.

En la primavera de 1621, los indios nativos americanos mostraron a los colonizadores cómo sembrar maíz, a extraer la savia de los árboles, pescar y reconocer las plantas venenosas; posteriormente, en el tiempo otoñal cuando habría de recoger la cosecha de aquella siembra, los ingleses contaban con sembradíos fértiles y fue así, como en gesto de agradecimiento, compartieron su cosecha con los indios americanos en una gran cena. Esta celebración se prolongó durante tres días y se le conoce como “acción de gracias”.

En nuestros días, se trata de una celebración familiar, muy similar a la Navidad pero sin regalos. A cambio, se trata de agradecer las bendiciones recibidas: la tradición incluye la elaboración de platillos con frutas y verduras de temporada otoñal - entre los que destacan pays de manzana, calabaza y cereza, papás, calabacitas, y pan recién horneado, acompañados por el tradicional pavo al gravy.

Fue en 1789 cuando Acción de Gracias se convirtió en una fiesta nacional en Estados Unidos, a iniciativa del primer presidente del país, el general George Washington. Entonces, la religión y el nacionalismo iban de la mano, instando a los ciudadanos, no sólo a conmemorar el origen de su país, además había que agradecer a Dios que velara por los norteamericanos, de la misma forma que antes había protegido a los peregrinos del Mayflower.

Lo cierto es que este día marcó el inicio de la temporada navideña... así de rápido, los católicos celebramos el primer domingo de Adviento. La Navidad muy próxima ya y con tal motivo comenzamos a ver arbolitos de todas formas en señal de iniciar los preparativos, regalos y festejos; no olvidemos la esencia de esta festividad que, más allá de las creencias, por algo dispone a la unión, el entusiasmo, la reflexión y un alto para valorar lecturas y enseñanzas de este 2019.

Feliz primer domingo de Adviento, y… ¡a pensarle pues!

Después de este día aciago en que unos celebran y otros reclamamos el primer aniversario de la administración Lopezobradorista, dispongámonos a agradecer lo cocechado.

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