/ lunes 25 de diciembre de 2017

Gran reducción del ISR en EU (I)

Por fin el presidente Donald Trump logró cristalizar una de sus múltiples promesas de campaña, ya que muchas de ellas, por razones muy comprensibles y atendibles, han sido atoradas o desechadas en el Congreso. Se trata de una importante victoria que puede brindarle mayor popularidad entre los poderosos estratos empresariales de altos ingresos. El Congreso aprobó, con considerable oposición, la iniciativa del Ejecutivo para hacer una drástica reducción del impuesto sobre la renta a las empresas (CIT), bajándolo del 35% a tan sólo el 21 y Trump quería el 15%.

La medida tiene una cara favorable: si las empresas deciden transferir el total o al menos parte de esa gran disminución de la carga impositiva para disminuir los precios de sus bienes y servicios, podrán incrementar de manera sustancial su hoy tan vapuleada competitividad, reflejada con claridad en el desmesurado déficit que viene padeciendo EU en su balanza de cuenta corriente y que solo en 2016 alcanzó 469 mil millones de dólares (mmd). En este sentido se trata de una medida positiva que contribuye a solucionar un grave problema que ahora confronta esa potencia.

Pero la medida tiene también una cara negativa, que fue la que motivó seria oposición en el Congreso. Si bien toda reducción de impuestos tiende a ganarse elevada popularidad, y ello presionó a que los legisladores, temerosos de la impopularidad, pudieran reunir la mayoría necesaria, la medida no alcanzó un razonado consenso. La explicación de la oposición es que EU no solo padece un gigantesco déficit de cuenta corriente, sino que también adolece de un desmesurado déficit de finanzas públicas.

Una tan drástica reducción del ISR empresarial (CIT) tendrá como consecuencia ineludible un notable incremento del déficit presupuestal, el cual ya tiene una descomunal dimensión: se preveía que para el año fiscal que inició el 1° de octubre pasado ascendiera hasta 440 mmd. Tengamos además en cuenta que la deuda pública de EU acumula ya el estratosférico monto de 20 billones (millones de millones) de dólares.

No puede existir ningún país que resista unos déficit de cuenta corriente y presupuestales de tales magnitudes y un monto de deuda tan gigantesco, sin que su economía no hubiese estallado ya en pedazos. La única razón por la que la economía de los EU ha podido resistir tales desmesuras radica en el poder fiduciario o fe semi-religiosa de que irracionalmente disfruta el dólar en los mercados

internacionales.

Es precisamente por el hecho de que EU puede financiar gran parte de tales pasivos recurriendo al muy ventajoso expediente de imprimir papel moneda, emitiendo millardos y millardos de dólares —sin que éstos provoquen una galopante inflación en la economía de EU, debido a que son engullidos con ávida glotonería por los vastos mercados internacionales— que le resulta viable continuar muy campante, sin que su economía se desplome, ya que está siendo fuertemente subsidiada por los  múltiples países que absorbemos con voracidad su vil papel moneda.

México padece también ambos déficit y gran sobrecarga de deuda pública, aun cuando en mucho menor grado, tanto en términos absolutos como proporcionales, pero no le puede resultar tan fácil reducir drásticamente su tasa 30% de ISR empresarial para volver más competitivo su aparato productivo, ya que ello equivale a tapar un hoyo profundizando otro. Y nuestro peso no puede jugar el mismo papel que el dólar.

 

amartinezv@derecho.unam.mx  

@AlejoMVendrell

Por fin el presidente Donald Trump logró cristalizar una de sus múltiples promesas de campaña, ya que muchas de ellas, por razones muy comprensibles y atendibles, han sido atoradas o desechadas en el Congreso. Se trata de una importante victoria que puede brindarle mayor popularidad entre los poderosos estratos empresariales de altos ingresos. El Congreso aprobó, con considerable oposición, la iniciativa del Ejecutivo para hacer una drástica reducción del impuesto sobre la renta a las empresas (CIT), bajándolo del 35% a tan sólo el 21 y Trump quería el 15%.

La medida tiene una cara favorable: si las empresas deciden transferir el total o al menos parte de esa gran disminución de la carga impositiva para disminuir los precios de sus bienes y servicios, podrán incrementar de manera sustancial su hoy tan vapuleada competitividad, reflejada con claridad en el desmesurado déficit que viene padeciendo EU en su balanza de cuenta corriente y que solo en 2016 alcanzó 469 mil millones de dólares (mmd). En este sentido se trata de una medida positiva que contribuye a solucionar un grave problema que ahora confronta esa potencia.

Pero la medida tiene también una cara negativa, que fue la que motivó seria oposición en el Congreso. Si bien toda reducción de impuestos tiende a ganarse elevada popularidad, y ello presionó a que los legisladores, temerosos de la impopularidad, pudieran reunir la mayoría necesaria, la medida no alcanzó un razonado consenso. La explicación de la oposición es que EU no solo padece un gigantesco déficit de cuenta corriente, sino que también adolece de un desmesurado déficit de finanzas públicas.

Una tan drástica reducción del ISR empresarial (CIT) tendrá como consecuencia ineludible un notable incremento del déficit presupuestal, el cual ya tiene una descomunal dimensión: se preveía que para el año fiscal que inició el 1° de octubre pasado ascendiera hasta 440 mmd. Tengamos además en cuenta que la deuda pública de EU acumula ya el estratosférico monto de 20 billones (millones de millones) de dólares.

No puede existir ningún país que resista unos déficit de cuenta corriente y presupuestales de tales magnitudes y un monto de deuda tan gigantesco, sin que su economía no hubiese estallado ya en pedazos. La única razón por la que la economía de los EU ha podido resistir tales desmesuras radica en el poder fiduciario o fe semi-religiosa de que irracionalmente disfruta el dólar en los mercados

internacionales.

Es precisamente por el hecho de que EU puede financiar gran parte de tales pasivos recurriendo al muy ventajoso expediente de imprimir papel moneda, emitiendo millardos y millardos de dólares —sin que éstos provoquen una galopante inflación en la economía de EU, debido a que son engullidos con ávida glotonería por los vastos mercados internacionales— que le resulta viable continuar muy campante, sin que su economía se desplome, ya que está siendo fuertemente subsidiada por los  múltiples países que absorbemos con voracidad su vil papel moneda.

México padece también ambos déficit y gran sobrecarga de deuda pública, aun cuando en mucho menor grado, tanto en términos absolutos como proporcionales, pero no le puede resultar tan fácil reducir drásticamente su tasa 30% de ISR empresarial para volver más competitivo su aparato productivo, ya que ello equivale a tapar un hoyo profundizando otro. Y nuestro peso no puede jugar el mismo papel que el dólar.

 

amartinezv@derecho.unam.mx  

@AlejoMVendrell