/ viernes 22 de abril de 2022

Guerra de narrativas 

Después de todo el trajín que nos produjo la votación en torno a la iniciativa de Reforma Constitucional en materia de Energía Eléctrica, parecería que la Revocación de Mandato se realizó hace siglos. No es así. Apenas hace unas cuantas semanas que la población se movilizó para votar a favor o en contra de la permanencia de AMLO en el poder.

Como era de esperarse, al no presentarse el 40% de los votos que la hicieran vinculante, el resultado posterior se redujo a una simple “Guerra de Narrativas” entre uno y otro bando, donde cada quien contó la historia como pensó le era más favorable.

Con el 100% de las 57 mil 449 casillas instaladas, la participación fue de 17.7% (16.5 millones de votantes). Quienes no asistieron a votar sumaron el 82.2% del padrón electoral (76.1 millones de personas). La distribución entre quienes se manifestaron por la continuidad del mandatario fue de la siguiente manera: 15.1 millones de ciudadanos (91.87%) votaron a favor de que siguiera AMLO, mientras que 1 millón (6.43%) lo hizo por que se le revocara el mandato.

Tabasco fue la entidad con mayor participción (35.9%). Los estados que se ubicaron por encima de la media de participación (18.2%) fueron mayoritariamente los del sur-sureste de la República. En contraposición, Jalisco fue el estado con menor votación (9%). Tanto en el Bajío como en algunas entidades del Norte del país, se dieron los menores porcentajes de participación. Fue relevante que aún cuando Morena había proyectado 4 y 3 millones de votos en Edomex y CDMX respectivamente, tan solo alcanzaron alrededor de 2 y 1.5 en cada una de ellas.

De estos resultados se deben hacer algunas lecturas políticas:

Por un lado, hay que reconocer que la oposición mostró astucia política al invitar a no votar. De esta forma, sumó en favor de su argumentación tanto a los opositores al gobierno, como a quienes por alguna razón (no necesariamente por oposición) se abstuvieron de votar. No obstante, aún cuando ello le ha sido útil en el debate público, dista mucho de ser evidencia del verdadero apoyo -y capacidad de movilización- que tienen esas fuerzas políticas.

Morena en cambio, abrió sus cartas. Aún cuando no logró juntar los 30 millones de votos del 2018 y quedó lejos de los 21 millones que tuvo en 2021, dejó claro que cuenta con un potente piso de movilización. No obstante, se ha dicho que el 70% de la gente que participó recibe alguna ayuda de programas sociales, por lo que queda la duda, ¿han perdido “voto duro” orgánico y ahora requieren “incentivarlo” mediante algún tipo de pago?

Más allá de la coyuntura, hay que reconocer que los instrumentos de consulta popular son sumamente positivos. Más aún, en una era en la que la tecnología amplía cada vez más las capacidades de la gente para informarse, comunicarse, organizarse y participar. No obstante, el ejercicio realizado hace unas semanas, nos permitió también comprobar ciertos riesgos, tales como vulnerar la estabilidad que un gobernante requiere para tomar decisiones sin que esté preocupado solo por la popularidad de las mismas.

Si como se ha dicho, se trata de evitar que un mal gobernante se mantenga en el poder por todo un sexenio, sería bueno acortar el período de 6 a 4 años y permitir la reelección. Así, con plena certidumbre de los plazos, si el mandatario logra mantener el apoyo de los votantes, podría extender su mandato por un período adicional. La #SociedadHorizontal debe alistarse para este tipo de discusiones.

Después de todo el trajín que nos produjo la votación en torno a la iniciativa de Reforma Constitucional en materia de Energía Eléctrica, parecería que la Revocación de Mandato se realizó hace siglos. No es así. Apenas hace unas cuantas semanas que la población se movilizó para votar a favor o en contra de la permanencia de AMLO en el poder.

Como era de esperarse, al no presentarse el 40% de los votos que la hicieran vinculante, el resultado posterior se redujo a una simple “Guerra de Narrativas” entre uno y otro bando, donde cada quien contó la historia como pensó le era más favorable.

Con el 100% de las 57 mil 449 casillas instaladas, la participación fue de 17.7% (16.5 millones de votantes). Quienes no asistieron a votar sumaron el 82.2% del padrón electoral (76.1 millones de personas). La distribución entre quienes se manifestaron por la continuidad del mandatario fue de la siguiente manera: 15.1 millones de ciudadanos (91.87%) votaron a favor de que siguiera AMLO, mientras que 1 millón (6.43%) lo hizo por que se le revocara el mandato.

Tabasco fue la entidad con mayor participción (35.9%). Los estados que se ubicaron por encima de la media de participación (18.2%) fueron mayoritariamente los del sur-sureste de la República. En contraposición, Jalisco fue el estado con menor votación (9%). Tanto en el Bajío como en algunas entidades del Norte del país, se dieron los menores porcentajes de participación. Fue relevante que aún cuando Morena había proyectado 4 y 3 millones de votos en Edomex y CDMX respectivamente, tan solo alcanzaron alrededor de 2 y 1.5 en cada una de ellas.

De estos resultados se deben hacer algunas lecturas políticas:

Por un lado, hay que reconocer que la oposición mostró astucia política al invitar a no votar. De esta forma, sumó en favor de su argumentación tanto a los opositores al gobierno, como a quienes por alguna razón (no necesariamente por oposición) se abstuvieron de votar. No obstante, aún cuando ello le ha sido útil en el debate público, dista mucho de ser evidencia del verdadero apoyo -y capacidad de movilización- que tienen esas fuerzas políticas.

Morena en cambio, abrió sus cartas. Aún cuando no logró juntar los 30 millones de votos del 2018 y quedó lejos de los 21 millones que tuvo en 2021, dejó claro que cuenta con un potente piso de movilización. No obstante, se ha dicho que el 70% de la gente que participó recibe alguna ayuda de programas sociales, por lo que queda la duda, ¿han perdido “voto duro” orgánico y ahora requieren “incentivarlo” mediante algún tipo de pago?

Más allá de la coyuntura, hay que reconocer que los instrumentos de consulta popular son sumamente positivos. Más aún, en una era en la que la tecnología amplía cada vez más las capacidades de la gente para informarse, comunicarse, organizarse y participar. No obstante, el ejercicio realizado hace unas semanas, nos permitió también comprobar ciertos riesgos, tales como vulnerar la estabilidad que un gobernante requiere para tomar decisiones sin que esté preocupado solo por la popularidad de las mismas.

Si como se ha dicho, se trata de evitar que un mal gobernante se mantenga en el poder por todo un sexenio, sería bueno acortar el período de 6 a 4 años y permitir la reelección. Así, con plena certidumbre de los plazos, si el mandatario logra mantener el apoyo de los votantes, podría extender su mandato por un período adicional. La #SociedadHorizontal debe alistarse para este tipo de discusiones.