/ viernes 3 de abril de 2020

Habitamos un mundo compartido

Por: Sofía Quintanilla

Pandemia. El coronavirus es una pandemia vírica. La palabra pandemia viene del griego antiguo, y significa “todo el pueblo”. Todo el pueblo, todos los seres humanos, estamos afectados por igual. A donde vayas, donde pises, está. En gente a la que amo, está. O estuvo y, probablemente, estará. El coronavirus nos afecta a todas y todos. El virus no discrimina, dice Judith Butler en su artículo “El capitalismo tiene sus límites”. Invade el cuerpo de periodistas, presidentes, doctores, vendedores ambulantes, asesinos, narcotraficantes, trabajadoras del hogar, maestros, y abogados. Es decir, seres humanos.

Un virus completamente desconocido que nos mantiene en nuestros hogares está reorientando nuestra relación con el gobierno, con el resto del planeta, incluso entre nosotros. Ahora, los Estados están en búsqueda de nuevas facultades para efectuar con éxito las cuarentenas y monitorear a personas enfermas, así como, también, la vasta mayoría de los negocios buscan como sobrellevar estos tiempos difíciles. Pesa, y pesa mucho la situación mundial actual.

Esta cultura occidental de siempre ser una persona que sobresale (overachievers, en íngles), aún en tiempos tan delicados, nos está desplazando hacia lugares de terror, desasosiego, ansiedad y/o pánico. Sin embargo, mantenernos y enfocarnos en lo positivo nos conviene porque lo contrario no funciona. Pensar en todas las maneras en las que podemos fracasar, en lo que no controlamos, en el peor escenario, en las consecuencias negativas y cómo afectaran tu vida: no funciona. Ahora más que nunca está bien parar. Pausar. Recordemos que los momentos de crisis también presentan oportunidades. Hasta ahora: el uso más flexible de la tecnología, menos polarización, una nueva apreciación hacia el medio ambiente, cambios hacia economías más locales, retomar la conexión con nuestras familias, así como otros placeres simples de la vida.

Vivir una pandemia es entender que habitamos un mundo compartido, lleno de distintas realidades, por lo que es trascendental observar, cuidar, y ayudarnos como comunidad. Podemos concentrarnos en lo que tenemos, o en lo que nos falta. Podemos enfocarnos en lo positivo o en lo negativo. Todos estamos lidiando con esto lo mejor que podemos. Aunque ahora toque quedarse en casa, tengo, tenemos, una gran oportunidad para reconsiderar quiénes somos y lo que valoramos, con el único propósito de hacer este mundo un poco más habitable, más consciente, más noble.


@sofquintanilla

Por: Sofía Quintanilla

Pandemia. El coronavirus es una pandemia vírica. La palabra pandemia viene del griego antiguo, y significa “todo el pueblo”. Todo el pueblo, todos los seres humanos, estamos afectados por igual. A donde vayas, donde pises, está. En gente a la que amo, está. O estuvo y, probablemente, estará. El coronavirus nos afecta a todas y todos. El virus no discrimina, dice Judith Butler en su artículo “El capitalismo tiene sus límites”. Invade el cuerpo de periodistas, presidentes, doctores, vendedores ambulantes, asesinos, narcotraficantes, trabajadoras del hogar, maestros, y abogados. Es decir, seres humanos.

Un virus completamente desconocido que nos mantiene en nuestros hogares está reorientando nuestra relación con el gobierno, con el resto del planeta, incluso entre nosotros. Ahora, los Estados están en búsqueda de nuevas facultades para efectuar con éxito las cuarentenas y monitorear a personas enfermas, así como, también, la vasta mayoría de los negocios buscan como sobrellevar estos tiempos difíciles. Pesa, y pesa mucho la situación mundial actual.

Esta cultura occidental de siempre ser una persona que sobresale (overachievers, en íngles), aún en tiempos tan delicados, nos está desplazando hacia lugares de terror, desasosiego, ansiedad y/o pánico. Sin embargo, mantenernos y enfocarnos en lo positivo nos conviene porque lo contrario no funciona. Pensar en todas las maneras en las que podemos fracasar, en lo que no controlamos, en el peor escenario, en las consecuencias negativas y cómo afectaran tu vida: no funciona. Ahora más que nunca está bien parar. Pausar. Recordemos que los momentos de crisis también presentan oportunidades. Hasta ahora: el uso más flexible de la tecnología, menos polarización, una nueva apreciación hacia el medio ambiente, cambios hacia economías más locales, retomar la conexión con nuestras familias, así como otros placeres simples de la vida.

Vivir una pandemia es entender que habitamos un mundo compartido, lleno de distintas realidades, por lo que es trascendental observar, cuidar, y ayudarnos como comunidad. Podemos concentrarnos en lo que tenemos, o en lo que nos falta. Podemos enfocarnos en lo positivo o en lo negativo. Todos estamos lidiando con esto lo mejor que podemos. Aunque ahora toque quedarse en casa, tengo, tenemos, una gran oportunidad para reconsiderar quiénes somos y lo que valoramos, con el único propósito de hacer este mundo un poco más habitable, más consciente, más noble.


@sofquintanilla