/ sábado 24 de noviembre de 2018

Hablando de periodismo

¿Qué está pasando en nuestro país que, de repente, todo se ha vuelto rumor malintencionado, comentario agraviante, sospecha que lastima, verdades a medias en un juego esquizofrénico en el que se libra la batalla de todos contra todos, y no aparecen por ningún lado la cordura, la definición, el respiro necesario para que los mexicanos podamos retomar el rumbo correcto: el de la dignidad, el de la verdad, el de la esperanza, el de la ley y la justicia social?

¿Qué está pasando en México que no logramos salir delante de la confusión generalizada? ¿Dónde está la ley de la razón y hasta dónde llega la mentira que agudiza el desánimo popular y mutila conciencias?

¿Qué hace falta para dejar atrás el sórdido reino de la corrupción, del engaño premeditado, del cinismo insolente que proviene de la impunidad, porque se tiene la supuesta certeza de que aquí no sucede nada?

Todos –según se dice- somos responsables, pero, ¿quién permitió que los atracadores vieran en México un botín inagotable y permanente? ¿Quién autorizó a los depredadores insaciables a despojarnos de nuestra herencia social, ganada con sacrificios sin fin a lo largo de la historia?

En este caos informativo, acusaciones y contra acusaciones hasta la saciedad están alimentando al mundo de los lavaderos, donde la gente menor, la de propósitos mezquinos, trata de limpiar inútilmente el cochambre de la ropa percudida por el abuso y el desgaste de los años de tormenta y de lodo. Tener al alcance un micrófono, una cámara de televisión o una pluma convierte a un individuo de mente corta en un ser con un poder omnímodo que supera al propio poder político. ¿O es que la prensa es el auténtico poder político?

Hoy se informa en demasía, con diferentes versiones y coloraturas. En la radio todo el día hay noticiarios sin fin; la televisión se esfuerza, sin que le cueste trabajo, en transmitir con largueza noticiarios y cortes informativos; y los periódicos de hoy tienen sus páginas online y también capturan la información al vuelo para consignarla. Y no he mencionado las redes sociales. Es un exceso de información, que lo único que crea es desinformación. México es un país desinformado o mal informado y por lo tanto busca con ansiedad su horizonte,

A propósito de prensa y de postulados, quiero referirme a un queretano excepcional nacido en 1915 con virtudes para ejercer la pluma y decir la verdad como se debe decir, a secas, sin agregados personales y menos injuriosos. Hablo de Carlos Septién García, creador de la escuela de periodismo que lleva su nombre desde 1953, abogado, panista de corazón, y quien desde su adolescencia fundó periódicos que vendía a un centavo el ejemplar.

Carlos Septién dijo en alguna conferencia axiomas como estos: "El periodismo se suele llamar neutral, solamente para en alguna forma encubrir o disimular la jerarquía de valores. Lo que el periodista informativo debe hacer, es dar la información de tal modo que, respetando la realidad, el lector pueda llegar más fácilmente, más seguramente al juicio que se ha de formar sobre aquello que se le relata. Tenemos que excitar y agudizar la inteligencia, la imaginación, la sensibilidad de los lectores, para que ellos trabajen con nosotros, los periodistas y lleguen también a conclusiones justas en torno a cualquier hecho. A través de las cabezas periodísticas se puede hacer tanta doctrina como a través de cien editoriales".

Y dijo más: "Un periódico excesivamente adornado es solamente tolerable en las crónicas sociales... pero en lo que toca al acontecer más valioso, allí se debe conservar la sobriedad; sin olvidar siempre que si el periódico entra por los ojos, es para herir eso que se llaman los sentidos interiores", ya que "es perfectamente legítimo en el periodismo tocar esos sentidos interiores del hombre para darle el mensaje de la noticia, para hacerle agradable la lectura y para buscar la más profunda impresión en el ánimo". Rubricó aquella cátedra con la sentencia de que "lo importante en el periodismo, puesto que se trata de una técnica de expresión, es poner esa técnica al servicio de la verdad".

Hoy se hace todo lo contrario. Yo no creo que la técnica de expresión de los comunicadores de hoy esté al servicio de la verdad. Hoy cada comunicador tiene sus propias verdades y sus propias mentiras, y así engaña al receptor y lo confunde. Hoy todos debemos creer que vivimos en un país maravilloso porque los pintores de la comunicación así lo mal pintan. Pero la realidad es que una espesa cortina de silencio, disimulo, ignorancia y complicidades, todo lo cubre a espaldas del pueblo.

Así está nuestro país. Así lo veo. Por fortuna hay gente limpia, con vocación social y patriotismo verdadero, con autoridad moral incuestionable que, aprendiendo errores, al margen de intereses personales o de grupo, intenta construir –pese a todo- un modelo de nación humanista y democrática, de frente al futuro, que concilie a los mexicanos con su destino. Todavía es tiempo.


Premio Nacional de Periodismo 2018

pacofonn@yahoo.com.mx


¿Qué está pasando en nuestro país que, de repente, todo se ha vuelto rumor malintencionado, comentario agraviante, sospecha que lastima, verdades a medias en un juego esquizofrénico en el que se libra la batalla de todos contra todos, y no aparecen por ningún lado la cordura, la definición, el respiro necesario para que los mexicanos podamos retomar el rumbo correcto: el de la dignidad, el de la verdad, el de la esperanza, el de la ley y la justicia social?

¿Qué está pasando en México que no logramos salir delante de la confusión generalizada? ¿Dónde está la ley de la razón y hasta dónde llega la mentira que agudiza el desánimo popular y mutila conciencias?

¿Qué hace falta para dejar atrás el sórdido reino de la corrupción, del engaño premeditado, del cinismo insolente que proviene de la impunidad, porque se tiene la supuesta certeza de que aquí no sucede nada?

Todos –según se dice- somos responsables, pero, ¿quién permitió que los atracadores vieran en México un botín inagotable y permanente? ¿Quién autorizó a los depredadores insaciables a despojarnos de nuestra herencia social, ganada con sacrificios sin fin a lo largo de la historia?

En este caos informativo, acusaciones y contra acusaciones hasta la saciedad están alimentando al mundo de los lavaderos, donde la gente menor, la de propósitos mezquinos, trata de limpiar inútilmente el cochambre de la ropa percudida por el abuso y el desgaste de los años de tormenta y de lodo. Tener al alcance un micrófono, una cámara de televisión o una pluma convierte a un individuo de mente corta en un ser con un poder omnímodo que supera al propio poder político. ¿O es que la prensa es el auténtico poder político?

Hoy se informa en demasía, con diferentes versiones y coloraturas. En la radio todo el día hay noticiarios sin fin; la televisión se esfuerza, sin que le cueste trabajo, en transmitir con largueza noticiarios y cortes informativos; y los periódicos de hoy tienen sus páginas online y también capturan la información al vuelo para consignarla. Y no he mencionado las redes sociales. Es un exceso de información, que lo único que crea es desinformación. México es un país desinformado o mal informado y por lo tanto busca con ansiedad su horizonte,

A propósito de prensa y de postulados, quiero referirme a un queretano excepcional nacido en 1915 con virtudes para ejercer la pluma y decir la verdad como se debe decir, a secas, sin agregados personales y menos injuriosos. Hablo de Carlos Septién García, creador de la escuela de periodismo que lleva su nombre desde 1953, abogado, panista de corazón, y quien desde su adolescencia fundó periódicos que vendía a un centavo el ejemplar.

Carlos Septién dijo en alguna conferencia axiomas como estos: "El periodismo se suele llamar neutral, solamente para en alguna forma encubrir o disimular la jerarquía de valores. Lo que el periodista informativo debe hacer, es dar la información de tal modo que, respetando la realidad, el lector pueda llegar más fácilmente, más seguramente al juicio que se ha de formar sobre aquello que se le relata. Tenemos que excitar y agudizar la inteligencia, la imaginación, la sensibilidad de los lectores, para que ellos trabajen con nosotros, los periodistas y lleguen también a conclusiones justas en torno a cualquier hecho. A través de las cabezas periodísticas se puede hacer tanta doctrina como a través de cien editoriales".

Y dijo más: "Un periódico excesivamente adornado es solamente tolerable en las crónicas sociales... pero en lo que toca al acontecer más valioso, allí se debe conservar la sobriedad; sin olvidar siempre que si el periódico entra por los ojos, es para herir eso que se llaman los sentidos interiores", ya que "es perfectamente legítimo en el periodismo tocar esos sentidos interiores del hombre para darle el mensaje de la noticia, para hacerle agradable la lectura y para buscar la más profunda impresión en el ánimo". Rubricó aquella cátedra con la sentencia de que "lo importante en el periodismo, puesto que se trata de una técnica de expresión, es poner esa técnica al servicio de la verdad".

Hoy se hace todo lo contrario. Yo no creo que la técnica de expresión de los comunicadores de hoy esté al servicio de la verdad. Hoy cada comunicador tiene sus propias verdades y sus propias mentiras, y así engaña al receptor y lo confunde. Hoy todos debemos creer que vivimos en un país maravilloso porque los pintores de la comunicación así lo mal pintan. Pero la realidad es que una espesa cortina de silencio, disimulo, ignorancia y complicidades, todo lo cubre a espaldas del pueblo.

Así está nuestro país. Así lo veo. Por fortuna hay gente limpia, con vocación social y patriotismo verdadero, con autoridad moral incuestionable que, aprendiendo errores, al margen de intereses personales o de grupo, intenta construir –pese a todo- un modelo de nación humanista y democrática, de frente al futuro, que concilie a los mexicanos con su destino. Todavía es tiempo.


Premio Nacional de Periodismo 2018

pacofonn@yahoo.com.mx