/ viernes 3 de noviembre de 2017

Hacer las cosas

Dicen que la desidia es mala compañera. No permite que avancemos y nos ancla. Nos vuelve ineficientes y reduce la calidad de nuestro trabajo. Traigo esto a cuenta porque el jueves por la noche tuve que hacer un par de pedidos a través de internet para mi trabajo. Como es sabido, mi residencia se encuentra en la ciudad de Washington D.C., y por tanto, mucho del comercio se lleva a cabo por correo (paquetería) y casi todo se pide ahora “online”, desde la leche, los huevos, el queso, hasta los libros, la ropa y los accesorios. Los centros comerciales están a punto de quebrar y así como Netflix desplazó a la televisión tradicional, el comercio electrónico y la paquetería (como Amazon) están desplazando a los supermercados típicos (como Walmart o Target). Dicho lo anterior, una vez que hice el pedido me di cuenta que había hecho algo equivocado y tuve que corregirlo enviando un correo electrónico. Menos de 12 horas después, mi pedido se había corregido y la orden estaba en camino.

Para quienes me conocen, saben que no soy un apologista sobre la “superioridad” de Estados Unidos en muchos sentidos (hablo del servicio, nada más), pero en algunas cosas todavía tenemos mucho que avanzar en México. Trataré de hacer una crítica constructiva sobre la desidia en el servicio en nuestro país: ¿cuánto tiempo me hubiera tomado en alguna cadena de tiendas departamentales corregir un pedido y obtener un reembolso? Quizá no hubiese sido posible. Tengo ejemplos concretos que no voy a mencionar, sin embargo, basta decir que -empezando por mí mismo- tenemos una cultura en que la falta de respuesta inmediata y la desidia son percibidas como “de gente importante”. Obtener una cita con algún personaje relevante, obtener una respuesta de algún servicio o trámite de gobierno, algún cambio o reembolso de mercancía en alguna tienda específica es casi un suplicio, un calvario. ¿Por qué somos tan ineficientes en muchas cosas? Yo no digo que las cosas (porque no todas) son mejores en otros países, específicamente en Estados Unidos, pero nuestra desidia no nos ayuda. ¿Me pregunto si ello tiene que ver con la falta de un marco regulatorio? ¿o será una falla del mercado que no castiga a quienes no dan un servicio de calidad? ¿por qué la gente en otros lugares del mundo es más eficiente?

No se trata de copiar modelos, pero se trata de convertirnos en un país cuyos servicios, mercancías, trámites, gobiernos, etc. sean mucho más rápidos y de mejor calidad. Quizá se necesite simplificar los procesos. Quizá somos un país desconfiado donde malinterpretamos la intención de la otra persona y creemos que, lejos de exigir un buen servicio, está tratando de “vernos la cara” o de salirse con la suya. Como sea, el círculo vicioso nos vuelve lentos y nos va estancando poco a poco.

Ante ello tengo dos sugerencias (no mías, obviamente, sino de algunos expertos): la primera es: hacer una lista objetiva (realista) de tareas pendientes del díay siempre comenzar por las más difíciles y cumplirlas todas, en segundo lugar, dicen también que si cada una de esas tareas toma menos de 2 minutos hacerla, que debemos hacerla en ese momento antes de hacer una pausa o distraernos con otra cosa, porque después lo olvidaremos. Algo tan sencillo como eso: la calidad es la suma de los detalles perfectos.

 

@fedeling

Dicen que la desidia es mala compañera. No permite que avancemos y nos ancla. Nos vuelve ineficientes y reduce la calidad de nuestro trabajo. Traigo esto a cuenta porque el jueves por la noche tuve que hacer un par de pedidos a través de internet para mi trabajo. Como es sabido, mi residencia se encuentra en la ciudad de Washington D.C., y por tanto, mucho del comercio se lleva a cabo por correo (paquetería) y casi todo se pide ahora “online”, desde la leche, los huevos, el queso, hasta los libros, la ropa y los accesorios. Los centros comerciales están a punto de quebrar y así como Netflix desplazó a la televisión tradicional, el comercio electrónico y la paquetería (como Amazon) están desplazando a los supermercados típicos (como Walmart o Target). Dicho lo anterior, una vez que hice el pedido me di cuenta que había hecho algo equivocado y tuve que corregirlo enviando un correo electrónico. Menos de 12 horas después, mi pedido se había corregido y la orden estaba en camino.

Para quienes me conocen, saben que no soy un apologista sobre la “superioridad” de Estados Unidos en muchos sentidos (hablo del servicio, nada más), pero en algunas cosas todavía tenemos mucho que avanzar en México. Trataré de hacer una crítica constructiva sobre la desidia en el servicio en nuestro país: ¿cuánto tiempo me hubiera tomado en alguna cadena de tiendas departamentales corregir un pedido y obtener un reembolso? Quizá no hubiese sido posible. Tengo ejemplos concretos que no voy a mencionar, sin embargo, basta decir que -empezando por mí mismo- tenemos una cultura en que la falta de respuesta inmediata y la desidia son percibidas como “de gente importante”. Obtener una cita con algún personaje relevante, obtener una respuesta de algún servicio o trámite de gobierno, algún cambio o reembolso de mercancía en alguna tienda específica es casi un suplicio, un calvario. ¿Por qué somos tan ineficientes en muchas cosas? Yo no digo que las cosas (porque no todas) son mejores en otros países, específicamente en Estados Unidos, pero nuestra desidia no nos ayuda. ¿Me pregunto si ello tiene que ver con la falta de un marco regulatorio? ¿o será una falla del mercado que no castiga a quienes no dan un servicio de calidad? ¿por qué la gente en otros lugares del mundo es más eficiente?

No se trata de copiar modelos, pero se trata de convertirnos en un país cuyos servicios, mercancías, trámites, gobiernos, etc. sean mucho más rápidos y de mejor calidad. Quizá se necesite simplificar los procesos. Quizá somos un país desconfiado donde malinterpretamos la intención de la otra persona y creemos que, lejos de exigir un buen servicio, está tratando de “vernos la cara” o de salirse con la suya. Como sea, el círculo vicioso nos vuelve lentos y nos va estancando poco a poco.

Ante ello tengo dos sugerencias (no mías, obviamente, sino de algunos expertos): la primera es: hacer una lista objetiva (realista) de tareas pendientes del díay siempre comenzar por las más difíciles y cumplirlas todas, en segundo lugar, dicen también que si cada una de esas tareas toma menos de 2 minutos hacerla, que debemos hacerla en ese momento antes de hacer una pausa o distraernos con otra cosa, porque después lo olvidaremos. Algo tan sencillo como eso: la calidad es la suma de los detalles perfectos.

 

@fedeling