/ viernes 13 de octubre de 2017

Hacia dónde vamos: el 2018 y el TLC

Apesar de sonar a pragmatismo duro o a realismo sin adjetivos, la vida sigue o como dice la gente de teatro: la función debe de continuar. Así como los mexicanos, en lugar de sentarnos a llorar nuestra desgracia o nuestros muertos, reaccionamos y procedimos a levantar escombros, a rescatar heridos o recuperar nuestros muertos, luego de los desastres naturales que nos golpearon recientemente; ahora tenemos que enfrentar -con distinto animo es cierto- la gran elección del año próximo y terminar las negociaciones en torno del TLC.

Los ciclones y los terremotos volvieron a desnudar a ese México inmerso en la pobreza, descontento, iracundo, que se niega a aceptar con resignación, la marginación y su exclusión del desarrollo nacional. Nuevamente afloró el repudio, el rechazo hacia los partidos políticos. El ánimo social contra la partidocracia es ya imparable. El triste e indígnate espectáculo en el que se envolvieron respecto del destino de sus prerrogativas para ayudar a los damnificados y obtener apoyo electoral, solo acrecentó la ira social.

Este sentir social que ha estado presente, quizá soterrado, pero a flor de piel, desde hace cuatro décadas, emergió en ocasión del sismo del 19 de septiembre pasado, sobre todo entre los jóvenes. Esta generación que muchos la calificaban de opaca, alejada de la vida pública, enajenada por la cibernética, que no estudia, que no lee, que no conoce la historia de su patria, ha dado una gran lección. Hoy quien gane las elecciones lo hará con sus votos o no lo hará.

Nadie, ningún político y ningún partido pueden afirmar que tendrán sus sufragios. Ellos no quieren saber nada de los partidos políticos actuales y tampoco de los “dizque” candidatos independientes. Y tampoco les interesan las intrigas, mezquindades, injurias y bajezas en que están ocupados actualmente los partidos y los políticos profesionales.

Respecto de la renegociación del TLC o NAFTA por sus siglas en inglés, parece que vivimos la crónica de un fracaso anunciado. Los intentos de negociar una modernización o actualización del tratado trilateral de libre comercio, siempre ha tenido la sombra de la voluntad anticipada de Trump de reventarlo. En los últimos días ha vuelto a amagar con ello. Una posible alianza entre México y Canadá y la visita en curso a nuestro país, del primer ministro canadiense pone muy nervioso al inquilino de la Casa Blanca.

Las declaraciones de los secretarios de Economía y Relaciones Exteriores, tienen dos lecturas. O nos están preparando para anunciar el fracaso de la negociación o es un amago similar al de Trump. El clima de la negociación de la IV ronda en Washington, no parece funerario. Habrá que esperar. Lo que sí se puede afirmar es que con tratado o sin él, México seguirá adelante. Como: es el gran debate nacional que viene.

Apesar de sonar a pragmatismo duro o a realismo sin adjetivos, la vida sigue o como dice la gente de teatro: la función debe de continuar. Así como los mexicanos, en lugar de sentarnos a llorar nuestra desgracia o nuestros muertos, reaccionamos y procedimos a levantar escombros, a rescatar heridos o recuperar nuestros muertos, luego de los desastres naturales que nos golpearon recientemente; ahora tenemos que enfrentar -con distinto animo es cierto- la gran elección del año próximo y terminar las negociaciones en torno del TLC.

Los ciclones y los terremotos volvieron a desnudar a ese México inmerso en la pobreza, descontento, iracundo, que se niega a aceptar con resignación, la marginación y su exclusión del desarrollo nacional. Nuevamente afloró el repudio, el rechazo hacia los partidos políticos. El ánimo social contra la partidocracia es ya imparable. El triste e indígnate espectáculo en el que se envolvieron respecto del destino de sus prerrogativas para ayudar a los damnificados y obtener apoyo electoral, solo acrecentó la ira social.

Este sentir social que ha estado presente, quizá soterrado, pero a flor de piel, desde hace cuatro décadas, emergió en ocasión del sismo del 19 de septiembre pasado, sobre todo entre los jóvenes. Esta generación que muchos la calificaban de opaca, alejada de la vida pública, enajenada por la cibernética, que no estudia, que no lee, que no conoce la historia de su patria, ha dado una gran lección. Hoy quien gane las elecciones lo hará con sus votos o no lo hará.

Nadie, ningún político y ningún partido pueden afirmar que tendrán sus sufragios. Ellos no quieren saber nada de los partidos políticos actuales y tampoco de los “dizque” candidatos independientes. Y tampoco les interesan las intrigas, mezquindades, injurias y bajezas en que están ocupados actualmente los partidos y los políticos profesionales.

Respecto de la renegociación del TLC o NAFTA por sus siglas en inglés, parece que vivimos la crónica de un fracaso anunciado. Los intentos de negociar una modernización o actualización del tratado trilateral de libre comercio, siempre ha tenido la sombra de la voluntad anticipada de Trump de reventarlo. En los últimos días ha vuelto a amagar con ello. Una posible alianza entre México y Canadá y la visita en curso a nuestro país, del primer ministro canadiense pone muy nervioso al inquilino de la Casa Blanca.

Las declaraciones de los secretarios de Economía y Relaciones Exteriores, tienen dos lecturas. O nos están preparando para anunciar el fracaso de la negociación o es un amago similar al de Trump. El clima de la negociación de la IV ronda en Washington, no parece funerario. Habrá que esperar. Lo que sí se puede afirmar es que con tratado o sin él, México seguirá adelante. Como: es el gran debate nacional que viene.