/ martes 26 de enero de 2021

“Hasta nunca, Mr. Trump”

Por Fernando Octavio Hernández Sánchez *

Al fin terminó la presidencia de Donald Trump y lo hizo envuelta en la polémica, fiel al estilo de tal personaje: Con la capital estadounidense en estado de alerta ante posibles actos de protesta protagonizados por los simpatizantes del ahora ex presidente, Trump dejó el cargo sin asistir a la toma de protesta de Joe Biden y sin aceptar su derrota en las pasadas elecciones. Antes de dejar la Casa Blanca, Trump despreció las normas legales y democráticas imperantes en aquella nación al indultar a varios de sus colaboradores cercanos, vilipendiar a toda autoridad electoral que se negara a validar sus alegatos poselectorales y, lo más grave, propiciar el escandaloso asalto al Capitolio protagonizado por seguidores suyos del pasado 6 de enero, un acto contrario a la estabilidad del país. En los días siguientes a aquel episodio, Washington vivió días de tensión mientras la capital era custodiada por miles de soldados estadounidenses: El centro del poder político estadounidense preparado para resistir un asedio…de sus propios ciudadanos, inconformes ante la derrota de Trump y su visión de “hacer grande a Estados Unidos de nuevo”. Concluye así la gestión de un personaje cuya arrogancia e insensibilidad contribuyó no sólo a distanciar a Estados Unidos de aliados y socios sino que también propició una polarización al interior de aquel país como no se había visto en décadas: En su paso por la Casa Blanca, Trump insultó -ya sea con palabras o con su falta de tacto ante el protocolo- lo mismo a México que a Canadá, acusó a China de cuanta maldad fuera posible, incomodó a países aliados de Estados Unidos como Alemania y Japón, además de mostrarse completamente indiferente ante problemas de talla mundial como el deterioro ambiental o la actual crisis sanitaria provocada por el COVID-19, ese “virus chino por el cual haremos que China pague” tal como él mismo expresó. Además, Trump fue impasible por igual ante la separación de familias inmigrantes, los actos de abuso policíaco perpetrados contra la comunidad afroamericana y el dolor de todas las personas golpeadas por una pandemia que ya ha cobrado más de cuatrocientas mil muertes en aquel país, mientras él se mantenía atrincherado en su percepción de que los principales medios de comunicación, la clase política y hasta varios de sus colaboradores cercanos estaban en contra suya. Parece exagerado decirlo, pero debemos alegrarnos de que, al menos, Trump no provocó una guerra con China ni envió tanques a la frontera con México: ¡Que alivio, el rapto de locura presente en la Casa Blanca ha terminado! Por ahora, se agradece que las primeras acciones del presidente Biden señalen que Estados Unidos no sólo dejará de agraviarnos con la construcción del muro de Trump sino que Washington también retomará sus compromisos en la lucha contra el calentamiento global, mostrando la actitud necesaria para recuperar la buena confianza hacia Estados Unidos que es indispensable para hacer frente a los problemas que sólo podremos resolver entre todos quienes habitamos este planeta: Es menester que la mayor potencia del mundo ejerza el liderazgo que se espera de ella, dejando atrás el unilateralismo egoísta exhibido durante la gestión recién terminada.


* Coordinador académico de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México

Por Fernando Octavio Hernández Sánchez *

Al fin terminó la presidencia de Donald Trump y lo hizo envuelta en la polémica, fiel al estilo de tal personaje: Con la capital estadounidense en estado de alerta ante posibles actos de protesta protagonizados por los simpatizantes del ahora ex presidente, Trump dejó el cargo sin asistir a la toma de protesta de Joe Biden y sin aceptar su derrota en las pasadas elecciones. Antes de dejar la Casa Blanca, Trump despreció las normas legales y democráticas imperantes en aquella nación al indultar a varios de sus colaboradores cercanos, vilipendiar a toda autoridad electoral que se negara a validar sus alegatos poselectorales y, lo más grave, propiciar el escandaloso asalto al Capitolio protagonizado por seguidores suyos del pasado 6 de enero, un acto contrario a la estabilidad del país. En los días siguientes a aquel episodio, Washington vivió días de tensión mientras la capital era custodiada por miles de soldados estadounidenses: El centro del poder político estadounidense preparado para resistir un asedio…de sus propios ciudadanos, inconformes ante la derrota de Trump y su visión de “hacer grande a Estados Unidos de nuevo”. Concluye así la gestión de un personaje cuya arrogancia e insensibilidad contribuyó no sólo a distanciar a Estados Unidos de aliados y socios sino que también propició una polarización al interior de aquel país como no se había visto en décadas: En su paso por la Casa Blanca, Trump insultó -ya sea con palabras o con su falta de tacto ante el protocolo- lo mismo a México que a Canadá, acusó a China de cuanta maldad fuera posible, incomodó a países aliados de Estados Unidos como Alemania y Japón, además de mostrarse completamente indiferente ante problemas de talla mundial como el deterioro ambiental o la actual crisis sanitaria provocada por el COVID-19, ese “virus chino por el cual haremos que China pague” tal como él mismo expresó. Además, Trump fue impasible por igual ante la separación de familias inmigrantes, los actos de abuso policíaco perpetrados contra la comunidad afroamericana y el dolor de todas las personas golpeadas por una pandemia que ya ha cobrado más de cuatrocientas mil muertes en aquel país, mientras él se mantenía atrincherado en su percepción de que los principales medios de comunicación, la clase política y hasta varios de sus colaboradores cercanos estaban en contra suya. Parece exagerado decirlo, pero debemos alegrarnos de que, al menos, Trump no provocó una guerra con China ni envió tanques a la frontera con México: ¡Que alivio, el rapto de locura presente en la Casa Blanca ha terminado! Por ahora, se agradece que las primeras acciones del presidente Biden señalen que Estados Unidos no sólo dejará de agraviarnos con la construcción del muro de Trump sino que Washington también retomará sus compromisos en la lucha contra el calentamiento global, mostrando la actitud necesaria para recuperar la buena confianza hacia Estados Unidos que es indispensable para hacer frente a los problemas que sólo podremos resolver entre todos quienes habitamos este planeta: Es menester que la mayor potencia del mundo ejerza el liderazgo que se espera de ella, dejando atrás el unilateralismo egoísta exhibido durante la gestión recién terminada.


* Coordinador académico de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México