/ martes 13 de abril de 2021

Hay esperanza

VER.- Al terminar la celebración litúrgica del Viernes Santo, se me acercó un hijo de mi pueblo, que radica ahora en la Ciudad de México, a ofrecer, en forma gratuita, un equipo de oxígeno para algún enfermo de COVID que lo necesitara. La parroquia se encargará de su administración. En medio del dolor, hay esperanza, hay corazones generosos que dan vida.

Persiste la actividad de grupos delincuentes, que basan su poder en sus armas, en la extorsión y en la venta de droga. Las fuerzas gubernamentales parecen estar superadas. Pero nuestros pueblos siguen su ritmo de trabajo, cultivan sus campos, viven del comercio y de sus vendimias, toman las debidas precauciones y salen adelante, a pesar de temores e incertidumbres.

Hay hogares que sufren mucho por el alcoholismo de los papás, que son muy trabajadores, responsables y fieles, pero esclavizados por algo que no han podido vencer. Sin embargo, las esposas mantienen unida la familia y son fuertes para enfrentar este drama. En algunos casos, hay violencia verbal, porque el marido no acepta sus ocultos complejos, pero la esposa tolera todo, con tal de conservar unido el hogar. Estas mujeres son la roca firme que dan esperanza a la humanidad. No todo está perdido.

Están llegando a nuestro país millones de vacunas y se acelera su administración, a pesar de la irresponsabilidad de muchos ciudadanos, que menosprecian las medidas sanitarias. Yo estoy en espera de mi segunda dosis y sigo recomendando que todos la recibamos, como acaba de decir el Papa Francisco: Todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha”. Las vacunas son una esperanza y anhelamos que lleguen a los lugares más pobres y remotos.

PENSAR

En su Mensaje de Pascua, el Papa Francisco expresó: “El anuncio de la Pascua no muestra un espejismo, no revela una fórmula mágica ni indica una vía de escape frente a la difícil situación que estamos atravesando. La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo —y es escandaloso— los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan. Y este es el escándalo de hoy.


Jesús resucitado lleva las llagas impresas en sus manos, en sus pies y en su costado. Estas heridas son el sello perpetuo de su amor por nosotros. Todo el que sufre una dura prueba, en el cuerpo y en el espíritu, puede encontrar refugio en estas llagas y recibir a través de ellas la gracia de la esperanza que no defrauda.


Cristo resucitado es esperanza para todos los que aún sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que perdieron a un ser querido. Que el Señor dé consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros. Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios. A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimientos se transfiguran. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo. Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimientos” (4-IV-2021).


ACTUAR

Seamos testigos de que Cristo vive y actúa, siendo constructores de esperanza, consolando a los tristes, acompañando a los que sufren, ayudando a los que carecen de recursos, escuchando a los desconsolados y acercándolos al Resucitado, para que en El encuentren vida, fortaleza y paz. Unidos a Jesús, podemos vencer nuestras cadenas y obtener fuerza para enfrentar los problemas de la vida.

Obispo Emérito de SCLC


VER.- Al terminar la celebración litúrgica del Viernes Santo, se me acercó un hijo de mi pueblo, que radica ahora en la Ciudad de México, a ofrecer, en forma gratuita, un equipo de oxígeno para algún enfermo de COVID que lo necesitara. La parroquia se encargará de su administración. En medio del dolor, hay esperanza, hay corazones generosos que dan vida.

Persiste la actividad de grupos delincuentes, que basan su poder en sus armas, en la extorsión y en la venta de droga. Las fuerzas gubernamentales parecen estar superadas. Pero nuestros pueblos siguen su ritmo de trabajo, cultivan sus campos, viven del comercio y de sus vendimias, toman las debidas precauciones y salen adelante, a pesar de temores e incertidumbres.

Hay hogares que sufren mucho por el alcoholismo de los papás, que son muy trabajadores, responsables y fieles, pero esclavizados por algo que no han podido vencer. Sin embargo, las esposas mantienen unida la familia y son fuertes para enfrentar este drama. En algunos casos, hay violencia verbal, porque el marido no acepta sus ocultos complejos, pero la esposa tolera todo, con tal de conservar unido el hogar. Estas mujeres son la roca firme que dan esperanza a la humanidad. No todo está perdido.

Están llegando a nuestro país millones de vacunas y se acelera su administración, a pesar de la irresponsabilidad de muchos ciudadanos, que menosprecian las medidas sanitarias. Yo estoy en espera de mi segunda dosis y sigo recomendando que todos la recibamos, como acaba de decir el Papa Francisco: Todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha”. Las vacunas son una esperanza y anhelamos que lleguen a los lugares más pobres y remotos.

PENSAR

En su Mensaje de Pascua, el Papa Francisco expresó: “El anuncio de la Pascua no muestra un espejismo, no revela una fórmula mágica ni indica una vía de escape frente a la difícil situación que estamos atravesando. La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo —y es escandaloso— los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan. Y este es el escándalo de hoy.


Jesús resucitado lleva las llagas impresas en sus manos, en sus pies y en su costado. Estas heridas son el sello perpetuo de su amor por nosotros. Todo el que sufre una dura prueba, en el cuerpo y en el espíritu, puede encontrar refugio en estas llagas y recibir a través de ellas la gracia de la esperanza que no defrauda.


Cristo resucitado es esperanza para todos los que aún sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que perdieron a un ser querido. Que el Señor dé consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros. Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios. A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimientos se transfiguran. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo. Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimientos” (4-IV-2021).


ACTUAR

Seamos testigos de que Cristo vive y actúa, siendo constructores de esperanza, consolando a los tristes, acompañando a los que sufren, ayudando a los que carecen de recursos, escuchando a los desconsolados y acercándolos al Resucitado, para que en El encuentren vida, fortaleza y paz. Unidos a Jesús, podemos vencer nuestras cadenas y obtener fuerza para enfrentar los problemas de la vida.

Obispo Emérito de SCLC