/ jueves 28 de enero de 2021

Hay opciones, ojalá haya eficiencia

Luego de meses de incertidumbre, temores infundados y el nerviosismo por salir de la terrible pandemia que ha azotado al mundo desde hace más de un año, surgió la esperanza en una vacuna que algunos especialistas, basándose en otros virus sumamente contagiosos que afectaban a regiones del planeta, vaticinaban llegaría en más de dos años. A pesar de todo los resultados de las investigaciones dieron resultado.

El nivel tan acelerado de vida que reina en la sociedad actual afortunadamente se replicó en los avances científicos. A pesar de que la ciencia en muchos países es poco apoyada o, incluso, denostada, demostró su valía en un momento límite de la humanidad. Desde luego, existe el temor de la efectividad y de los efectos secundarios que pudieran ocasionar cualquiera de las vacunas que ya circulan a nivel gobiernos principalmente.

Y es que uno de los temores fundados de la población mundial, particularmente de médicos y epidemiólogos, es que el poco tiempo que se tuvo para elaborarla no es lo gravoso, sino que lo auténticamente preocupante es que las etapas de prueba fueron reducidas de forma considerable, por lo que los efectos adversos no pudieron conocerse en su real magnitud. Tan es así que en personas a las que se ha aplicado alguna de ellas ha presentado reacciones graves que los acercaron a perder la vida.

No obstante lo anterior, parece que los esquemas de vacunación masiva, en países donde se han realizado con eficiencia, demuestran que el porcentaje de daños serios en las personas después de aplicarlas es sumamente bajo, lo cual los llevará a modificar esas condiciones al mismo tiempo que permitirá paliar por el momento esta lamentable crisis que vivimos.

Aunque pudieran surgir algunas otras en próximos días, se conocen 5 vacunas a nivel mundial: la denominada Sputnik V de origen ruso, la elaborada por la farmacéutica AstraZeneca y la elaborada por Pfizer., la de CanSino elaborada en China y la de Moderna en Estados Unidos de América.

México tiene apalabradas en unos casos y adquiridas las dosis de Pfizer, CanSino y, recientemente gracias a una conversación entre el mandatario ruso y el mexicano, la Sputnik V. La diferencia entre cada vacuna radica en su efectividad, ya que, mientras Pfizer se acerca al 95%, las otras oscilan entre el 75 y el 90 por ciento.

Asimismo, algunas de ella como la rusa y la de AstraZeneca tienen una estructura muy similar a las vacunas tradicionales, es decir, se componen del virus atenuado para generar una inmunidad en el paciente sin que haya efectos adversos. Por su parte, la vacuna de Pfizer se considera un verdadero descubrimiento médico, ya que está formada a partir de la estructura del ARN del virus, digamos, a base de su información genética modificada, lo cual le da una efectividad mayor, aunque una producción más delicada y lenta. De hecho, la técnica utilizada en esta última se ha vuelto un descubrimiento científico esperanzador porque puede servir para atacar otras enfermedades como el cáncer.

Hasta el momento los científicos han hecho su trabajo. Resta que los gobiernos, por un lado cumplan con la suficiencia y eficiencia para aplicar a buena parte de la población en la brevedad, así como permitir que la sociedad civil y la iniciativa privada apoye en una tarea que, para un país como México luce titánica. Si la seriedad de los investigadores la tuvieran los gobiernos quizá el avance sería sustancial en estos momentos.

Luego de meses de incertidumbre, temores infundados y el nerviosismo por salir de la terrible pandemia que ha azotado al mundo desde hace más de un año, surgió la esperanza en una vacuna que algunos especialistas, basándose en otros virus sumamente contagiosos que afectaban a regiones del planeta, vaticinaban llegaría en más de dos años. A pesar de todo los resultados de las investigaciones dieron resultado.

El nivel tan acelerado de vida que reina en la sociedad actual afortunadamente se replicó en los avances científicos. A pesar de que la ciencia en muchos países es poco apoyada o, incluso, denostada, demostró su valía en un momento límite de la humanidad. Desde luego, existe el temor de la efectividad y de los efectos secundarios que pudieran ocasionar cualquiera de las vacunas que ya circulan a nivel gobiernos principalmente.

Y es que uno de los temores fundados de la población mundial, particularmente de médicos y epidemiólogos, es que el poco tiempo que se tuvo para elaborarla no es lo gravoso, sino que lo auténticamente preocupante es que las etapas de prueba fueron reducidas de forma considerable, por lo que los efectos adversos no pudieron conocerse en su real magnitud. Tan es así que en personas a las que se ha aplicado alguna de ellas ha presentado reacciones graves que los acercaron a perder la vida.

No obstante lo anterior, parece que los esquemas de vacunación masiva, en países donde se han realizado con eficiencia, demuestran que el porcentaje de daños serios en las personas después de aplicarlas es sumamente bajo, lo cual los llevará a modificar esas condiciones al mismo tiempo que permitirá paliar por el momento esta lamentable crisis que vivimos.

Aunque pudieran surgir algunas otras en próximos días, se conocen 5 vacunas a nivel mundial: la denominada Sputnik V de origen ruso, la elaborada por la farmacéutica AstraZeneca y la elaborada por Pfizer., la de CanSino elaborada en China y la de Moderna en Estados Unidos de América.

México tiene apalabradas en unos casos y adquiridas las dosis de Pfizer, CanSino y, recientemente gracias a una conversación entre el mandatario ruso y el mexicano, la Sputnik V. La diferencia entre cada vacuna radica en su efectividad, ya que, mientras Pfizer se acerca al 95%, las otras oscilan entre el 75 y el 90 por ciento.

Asimismo, algunas de ella como la rusa y la de AstraZeneca tienen una estructura muy similar a las vacunas tradicionales, es decir, se componen del virus atenuado para generar una inmunidad en el paciente sin que haya efectos adversos. Por su parte, la vacuna de Pfizer se considera un verdadero descubrimiento médico, ya que está formada a partir de la estructura del ARN del virus, digamos, a base de su información genética modificada, lo cual le da una efectividad mayor, aunque una producción más delicada y lenta. De hecho, la técnica utilizada en esta última se ha vuelto un descubrimiento científico esperanzador porque puede servir para atacar otras enfermedades como el cáncer.

Hasta el momento los científicos han hecho su trabajo. Resta que los gobiernos, por un lado cumplan con la suficiencia y eficiencia para aplicar a buena parte de la población en la brevedad, así como permitir que la sociedad civil y la iniciativa privada apoye en una tarea que, para un país como México luce titánica. Si la seriedad de los investigadores la tuvieran los gobiernos quizá el avance sería sustancial en estos momentos.