/ viernes 3 de septiembre de 2021

Hojas de Papel Volando | Va que va, mi amigo

“La amistad es un quieto, apacible, tibio y dulce fuego que el tiempo no abate ni amengua. Todo egoísmo en ella se desvanece. Altruista por esencia sacrifica al yo para infundirse en las excelencias que descubre y ensalza en aquel otro yo que la amistad procura; pero ni aun esta ganancia es su móvil, ni su esencia.

“ ... Sobre sus cimientos se erigen la humildad, la lealtad, la perseverancia, el perdón –las más admirables cualidades humanas.”

Hace cincuenta y siete años (1963) salió la primera edición de un libro casi desconocido hoy, pero muy apreciado por quienes lo tienen en sus manos y lo han leído.

Es una antología preparada y prologada por Salvador Novo para la editorial Porrúa en su colección “Sepan cuántos...” y trata de un tema que nos viene muy en cuenta hoy, en días aciagos en el mundo. Se llama ”Joyas de la amistad engarzadas en una antología”.

Eso es: trata sobre la amistad en un lenguaje sobrio y acaso solemne, pero siempre un tema de enorme calado y de difícil reflexión porque requiere una buena dosis de experiencia y sabiduría para expresar la amistad, el apego apreciado y voluntario a otras personas o de otras personas a uno: “Va que va, mi amigo” se dice hoy.

Todos tenemos amigos. Unos más, otros menos. O decimos tenerlos, o nos tienen. Algunos, como Ebenezer Scrooge, el de Charles Dickens, a ninguno. Algunos de nuestros amigos lo son con todas las de la ley, cercanos, afectuosos, cordiales y amorosos, también. Y están con uno siempre. A veces aunque no estén aquí. Su silencio también es amistad, porque es el de la solidaridad y el apego.

Eso es la amistad, una forma de amor humano que se expresa de manera distinta y tiene orígenes y objetivos distintos al de otros sentimientos. Ser amigo y tener amigos es eso: toda la fuerza del afecto, la semejanza, la cordialidad; con toda la carga de confianza, respeto, necesidad y fidelidad.

En todo caso es un privilegio y un enorme regalo de la vida contar con ellos y con ellas; sobre todo si son quienes nos otorgan el privilegio del cariño, que debe ser recíproco.

El tema es que la antología de Novo hace referencia a lo que los grandes pensadores del mundo antes y hasta la fecha de la edición, han expresado sobre los valores de la amistad, como también sobre el dolor de perder al amigo y el peor dolor, el de la traición.

De todo hay ahí, porque el factor humano con todo y su necesidad de afecto también tiene sus grandezas, sus contradicciones y también ocurren bajezas.

En la antología Novo comienza por relatar la amistad de David y Jonatás, puesta en La Biblia. Es la muestra de solidaridad humana y afecto entre un príncipe que era Jonatás y un pastor, David. La oposición del padre de Jonatás a esa amistad entre heredero real y un plebeyo y quien, por lo mismo, quiere dar muerte a David. El príncipe decide arriesgar el trono para salvar a su amigo en el momento del peligro mortal. Lo consigue, pero...

Por supuesto no podía faltar el diálogo de Platón “Lysis o de la amistad”, en un largo alegato de Sócrates con Lysis, Hippotales y más, para discernir la gran diferencia entre el amor carnal y la amistad que nada tiene que ver con ello. La amistad se sacia en sí misma y ella misma es de una enorme responsabilidad como también de gran valor; y moraliza “no hay amigos allí donde la amistad no es recíproca” y “los verdaderos amigos son los hombres de bien”.

Y de ahí a Aristóteles quien afirma: “La amistad sincera es el medio entre la adulación y la hostilidad, y se muestra en los actos y en las palabras..: El amigo sincero ocupa el verdadero medio; no añade nada a las buenas cualidades que distinguen a aquel a quien habla, ni le alaba por las que no tiene, pero tampoco las rebaja, ni se complace jamás en contradecir su propia opinión. Tal es el amigo.”

Marco Valerio Marcial se enoja: “Convidas a cenar contigo a trescientos desconocidos para mí; y te extraña, te quejas y me buscas querella porque cuando me invitas no acudo. Es que solo no ceno muy a gusto” o, él mismo:

“Cuando te pido dinero sin rédito, me dices que no tienes; pero si mi campo responde por mí, entonces tienes. Lo que a mí, tu viejo amigo, no me prestas, se lo prestas a mis coles y árboles. Ahora Caro se declara como tu acusador; que mi campo te ayude. ¿Buscas quién te acompañe al destierro? ¡Que vaya mi campo!”

Y luego de griegos y latinos, Novo nos explica a los ingleses y franceses. En esto alude a Francis Bacon: “Después de esos nobles frutos de la amistad (paz en los afectos y ayuda en el juicio), sigue el último fruto, que es como la granada, pleno de granos; quiero decir ayuda y participación en todas las acciones y ocasiones ... así, un amigo es otro yo y más que eso ... Si un hombre tiene un verdadero amigo, puede descansar casi seguro de que el cuidado [de su familia y sus bienes] continuará después de él”

Jeremy Taylor enfático reclama: “Hay dos cosas que nunca puede perdonar un amigo: un golpe a traición y la revelación de un secreto, porque ambas van contra la naturaleza de la amistad; son su adulterio, y disuelven la unión; y en achaque de amistad, estas son las causas propias del enojo y, en consecuencia añadiré sólo esto: que el secreto es la castidad de la amistad”.

Ralph Waldo Emerson: “La esencia de la amistad es la entereza, la magnanimidad total y la confianza. No tiene que sospechar la flaqueza ni precaverse contra ella. Temo solamente llegar a perderlos al desaparecer en el cielo, donde ahora son solamente una mancha de luz más brillante”.

Romain Rolland exalta la solidaridad y la confianza, la vida de cada uno al cuidado del otro: “No estar ya solo, no tener que permanecer siempre armado, con los ojos constantemente abiertos y quemados por las vigilias, hasta que la fatiga nos hace caer en manos del enemigo. ¡Tener un compañero querido en cuyas manos confiamos todo nuestro ser y, que a su vez, confía todo su ser en las nuestras! ¡Gustar al fin del descanso; dormir mientras él vela y velar mientras él duerme!”

Vemos, entonces, que para los clásicos griegos, latinos, ingleses y franceses la esencia de la amistad radica en el afecto recíproco, la solidaridad, la confianza y la secrecía, que son las esencias de una amistad perdurable.

Eso es: dos motivos por los que una amistad termina son la traición y otra la muerte. En cuyo caso advierten que si él, ella o yo partimos, todo seguirá igual porque a través de ellos seremos perpetuos.

Por supuesto no faltan los españoles y los mexicanos quienes anotan sus juicios sobre el concepto amistad. Desde Alfonso X el Sabio, Baltasar Gracián, Miguel de Cervantes Saavedra, Miguel León Portilla que aporta el concepto amistad entre los prehispánicos; José Enrique Rodó, Rubén Bonifaz Nuño y más.

La amistad es el leit motiv del ser humano, escritor o no, poeta o no, o artista o creador... La amistad vive entre todos y está ahí, entre la gente de a pie, la de cada día, la de todos los días, los de la madrugada o los de las jornadas interminables, los del campo, la industria, los servicios, el mar –la mar-; los de distintos quehaceres y espacios vitales: ahí está y le da sentido a gran parte de la vida del ser humano. Ser amigo. Tener amigos. Es esencial.

¿Y a qué viene todo esto? Decía Josefina Vicens en “El libro vacío”: “Dos de los más grandes dolores del hombre son el amor y el adiós”... El adiós como uno de los grandes dolores.

Por estos días se han ido muchos amigos. Entrañables amigos. Los de usted. Los de usted también. Muchos míos muy queridos. El dolor no termina. Son días aciagos. Ya no los vimos. Ya no los veremos. Ya no están. Se ha ido parte de nuestra vida...

¿Nos veremos con ellas-con ellos en algún otro momento? La confianza en la perpetuación dice que sí, que nos volveremos a ver, necesitamos vernos para darnos ese abrazo pendiente. Ese “te quiero, amigo”; “Te quiero, amiga mía”... Ese caminar juntos por ahí, como siempre, hablando o en silencio. Es lo mismo.

Son quienes nos acompañaron parte de nuestras vidas, de nuestros mejores momentos creativos, profesionales, vitales. Todos ellos insustituibles. Todos ellos valiosos. Todos ellos nos cubren de ausencia en días de ausencias y quebrantos.

Se han ido. Pero no. Siguen aquí, en nosotros y por nosotros. Amigos los hay todavía: viven. Están aquí, ahí, allá y reclaman nuestra amistad y requerimos su afecto y solidaridad para entonar juntos el “hasta luego” a los amigos y amigas que ya no están pero que sí están.


“La amistad es un quieto, apacible, tibio y dulce fuego que el tiempo no abate ni amengua. Todo egoísmo en ella se desvanece. Altruista por esencia sacrifica al yo para infundirse en las excelencias que descubre y ensalza en aquel otro yo que la amistad procura; pero ni aun esta ganancia es su móvil, ni su esencia.

“ ... Sobre sus cimientos se erigen la humildad, la lealtad, la perseverancia, el perdón –las más admirables cualidades humanas.”

Hace cincuenta y siete años (1963) salió la primera edición de un libro casi desconocido hoy, pero muy apreciado por quienes lo tienen en sus manos y lo han leído.

Es una antología preparada y prologada por Salvador Novo para la editorial Porrúa en su colección “Sepan cuántos...” y trata de un tema que nos viene muy en cuenta hoy, en días aciagos en el mundo. Se llama ”Joyas de la amistad engarzadas en una antología”.

Eso es: trata sobre la amistad en un lenguaje sobrio y acaso solemne, pero siempre un tema de enorme calado y de difícil reflexión porque requiere una buena dosis de experiencia y sabiduría para expresar la amistad, el apego apreciado y voluntario a otras personas o de otras personas a uno: “Va que va, mi amigo” se dice hoy.

Todos tenemos amigos. Unos más, otros menos. O decimos tenerlos, o nos tienen. Algunos, como Ebenezer Scrooge, el de Charles Dickens, a ninguno. Algunos de nuestros amigos lo son con todas las de la ley, cercanos, afectuosos, cordiales y amorosos, también. Y están con uno siempre. A veces aunque no estén aquí. Su silencio también es amistad, porque es el de la solidaridad y el apego.

Eso es la amistad, una forma de amor humano que se expresa de manera distinta y tiene orígenes y objetivos distintos al de otros sentimientos. Ser amigo y tener amigos es eso: toda la fuerza del afecto, la semejanza, la cordialidad; con toda la carga de confianza, respeto, necesidad y fidelidad.

En todo caso es un privilegio y un enorme regalo de la vida contar con ellos y con ellas; sobre todo si son quienes nos otorgan el privilegio del cariño, que debe ser recíproco.

El tema es que la antología de Novo hace referencia a lo que los grandes pensadores del mundo antes y hasta la fecha de la edición, han expresado sobre los valores de la amistad, como también sobre el dolor de perder al amigo y el peor dolor, el de la traición.

De todo hay ahí, porque el factor humano con todo y su necesidad de afecto también tiene sus grandezas, sus contradicciones y también ocurren bajezas.

En la antología Novo comienza por relatar la amistad de David y Jonatás, puesta en La Biblia. Es la muestra de solidaridad humana y afecto entre un príncipe que era Jonatás y un pastor, David. La oposición del padre de Jonatás a esa amistad entre heredero real y un plebeyo y quien, por lo mismo, quiere dar muerte a David. El príncipe decide arriesgar el trono para salvar a su amigo en el momento del peligro mortal. Lo consigue, pero...

Por supuesto no podía faltar el diálogo de Platón “Lysis o de la amistad”, en un largo alegato de Sócrates con Lysis, Hippotales y más, para discernir la gran diferencia entre el amor carnal y la amistad que nada tiene que ver con ello. La amistad se sacia en sí misma y ella misma es de una enorme responsabilidad como también de gran valor; y moraliza “no hay amigos allí donde la amistad no es recíproca” y “los verdaderos amigos son los hombres de bien”.

Y de ahí a Aristóteles quien afirma: “La amistad sincera es el medio entre la adulación y la hostilidad, y se muestra en los actos y en las palabras..: El amigo sincero ocupa el verdadero medio; no añade nada a las buenas cualidades que distinguen a aquel a quien habla, ni le alaba por las que no tiene, pero tampoco las rebaja, ni se complace jamás en contradecir su propia opinión. Tal es el amigo.”

Marco Valerio Marcial se enoja: “Convidas a cenar contigo a trescientos desconocidos para mí; y te extraña, te quejas y me buscas querella porque cuando me invitas no acudo. Es que solo no ceno muy a gusto” o, él mismo:

“Cuando te pido dinero sin rédito, me dices que no tienes; pero si mi campo responde por mí, entonces tienes. Lo que a mí, tu viejo amigo, no me prestas, se lo prestas a mis coles y árboles. Ahora Caro se declara como tu acusador; que mi campo te ayude. ¿Buscas quién te acompañe al destierro? ¡Que vaya mi campo!”

Y luego de griegos y latinos, Novo nos explica a los ingleses y franceses. En esto alude a Francis Bacon: “Después de esos nobles frutos de la amistad (paz en los afectos y ayuda en el juicio), sigue el último fruto, que es como la granada, pleno de granos; quiero decir ayuda y participación en todas las acciones y ocasiones ... así, un amigo es otro yo y más que eso ... Si un hombre tiene un verdadero amigo, puede descansar casi seguro de que el cuidado [de su familia y sus bienes] continuará después de él”

Jeremy Taylor enfático reclama: “Hay dos cosas que nunca puede perdonar un amigo: un golpe a traición y la revelación de un secreto, porque ambas van contra la naturaleza de la amistad; son su adulterio, y disuelven la unión; y en achaque de amistad, estas son las causas propias del enojo y, en consecuencia añadiré sólo esto: que el secreto es la castidad de la amistad”.

Ralph Waldo Emerson: “La esencia de la amistad es la entereza, la magnanimidad total y la confianza. No tiene que sospechar la flaqueza ni precaverse contra ella. Temo solamente llegar a perderlos al desaparecer en el cielo, donde ahora son solamente una mancha de luz más brillante”.

Romain Rolland exalta la solidaridad y la confianza, la vida de cada uno al cuidado del otro: “No estar ya solo, no tener que permanecer siempre armado, con los ojos constantemente abiertos y quemados por las vigilias, hasta que la fatiga nos hace caer en manos del enemigo. ¡Tener un compañero querido en cuyas manos confiamos todo nuestro ser y, que a su vez, confía todo su ser en las nuestras! ¡Gustar al fin del descanso; dormir mientras él vela y velar mientras él duerme!”

Vemos, entonces, que para los clásicos griegos, latinos, ingleses y franceses la esencia de la amistad radica en el afecto recíproco, la solidaridad, la confianza y la secrecía, que son las esencias de una amistad perdurable.

Eso es: dos motivos por los que una amistad termina son la traición y otra la muerte. En cuyo caso advierten que si él, ella o yo partimos, todo seguirá igual porque a través de ellos seremos perpetuos.

Por supuesto no faltan los españoles y los mexicanos quienes anotan sus juicios sobre el concepto amistad. Desde Alfonso X el Sabio, Baltasar Gracián, Miguel de Cervantes Saavedra, Miguel León Portilla que aporta el concepto amistad entre los prehispánicos; José Enrique Rodó, Rubén Bonifaz Nuño y más.

La amistad es el leit motiv del ser humano, escritor o no, poeta o no, o artista o creador... La amistad vive entre todos y está ahí, entre la gente de a pie, la de cada día, la de todos los días, los de la madrugada o los de las jornadas interminables, los del campo, la industria, los servicios, el mar –la mar-; los de distintos quehaceres y espacios vitales: ahí está y le da sentido a gran parte de la vida del ser humano. Ser amigo. Tener amigos. Es esencial.

¿Y a qué viene todo esto? Decía Josefina Vicens en “El libro vacío”: “Dos de los más grandes dolores del hombre son el amor y el adiós”... El adiós como uno de los grandes dolores.

Por estos días se han ido muchos amigos. Entrañables amigos. Los de usted. Los de usted también. Muchos míos muy queridos. El dolor no termina. Son días aciagos. Ya no los vimos. Ya no los veremos. Ya no están. Se ha ido parte de nuestra vida...

¿Nos veremos con ellas-con ellos en algún otro momento? La confianza en la perpetuación dice que sí, que nos volveremos a ver, necesitamos vernos para darnos ese abrazo pendiente. Ese “te quiero, amigo”; “Te quiero, amiga mía”... Ese caminar juntos por ahí, como siempre, hablando o en silencio. Es lo mismo.

Son quienes nos acompañaron parte de nuestras vidas, de nuestros mejores momentos creativos, profesionales, vitales. Todos ellos insustituibles. Todos ellos valiosos. Todos ellos nos cubren de ausencia en días de ausencias y quebrantos.

Se han ido. Pero no. Siguen aquí, en nosotros y por nosotros. Amigos los hay todavía: viven. Están aquí, ahí, allá y reclaman nuestra amistad y requerimos su afecto y solidaridad para entonar juntos el “hasta luego” a los amigos y amigas que ya no están pero que sí están.


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