/ miércoles 29 de noviembre de 2017

Hombre de bien

Aspirante a la precandidatura del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República, José Antonio Meade será el primer candidato no miembro en la historia de esa formación política. La no militancia no es, sin embargo, la sola novedad en el proceso que culminará con la aceptación de la solicitud de registro presentada ante el Consejo Político. Como nunca antes, la candidatura del exsecretario de Hacienda ha encontrado la aprobación y el apoyo tanto dentro como fuera del partido, de simpatizantes lo mismo que de buena parte de los sectores de toda la población.

José Antonio Meade llega como un candidato apartidista. Pero no es apolólitico. Ser político implica no sólo la pertenencia, sino el interés por la política y la participación en la vida pública, cualquiera que sea el campo donde ésta se desarrolle. Por primera vez en la historia del PRI el protocolo para la designación de candidato cambió, no solo en la forma sino en el fondo. A diferencia del ritual de tiempos pasados, en los que el pronunciamiento de alguno de los sectores desataba el multitudinario besamanos en torno al elegido, en esta ocasión fue el propio aspirante quien personalmente, sin matracas ni pancartas, se presentó a solicitar la aceptación de los sectores obrero, campesino y popular de convertirse en su abanderado. No hubo el clásico dedazo ni la cargada que se solía escenificar como rito inveterado en el PRI.

Con una amplia preparación académica y una larga trayectoria –cinco veces secretario de Estado en diferentes administraciones-, podría pensarse en el arribo de José Antonio Mead como el de una nueva generación de políticos. En la evolución del quehacer público, las generaciones se suceden y se renuevan ineludiblemente por necesidad histórica. Meade llega al primer plano de la política como parte de un grupo de jóvenes cuya formación en universidades públicas, privadas o en centros de estudios del extranjero que les confieren ese carácter de renovación. Pero no es sólo la llegada de esos nuevos cuadros a la administración lo que constituye la forma en la que José Antonio Mead ha sido recibido en su aspiración a convertirse en candidato a  la primera magistratura. Al referirse a su trayectoria en el servicio público, el Presidente de la República señaló también los rasgos que acompañan a la personalidad de Meade Kuribreña. Una limpia hoja de servicios, el profesionalismo en el cumplimiento de esas responsabilidades, pero a la vez el amor a la patria de un hombre de bien, profesional y familiarmente.

La tarea que a Meade espera en su campaña para lograr la unidad y la aceptación del electorado será difícil. Más lo será si el voto de la mayoría lo convierte en Presidente de la República. La inseguridad, la corrupción, el difícil entorno internacional y los vicios anquilosados en una parte de la sociedad, serán los retos a vencer para la próxima administración. El país necesita políticos y administradores de gran capacidad, de honradez probada, de hombres de bien. Hombres y mujeres, jóvenes y adultos honestos y responsables lo son la mayoría de nuestra población. Los malvados, los delincuentes son los menos. El Partido Revolucionario Institucional tiene la certeza de haber seleccionado, con José Antonio Meade, a uno de esos hombres de bien de entre los millones que existen en nuestra sociedad. La lucha por el triunfo de esos valores será ardua.

Al solicitar la aceptación de su candidatura, José Antonio Meade recordó el sueño de prosperidad para el país que hace tiempo refirió haber tenido: la aspiración a hacer de México una gran potencia, en la que el crecimiento vaya acompañado de una mejor vida para todos. Que no falte comida en las mesas, techo y salud para todos los mexicanos.

Srio28@prodigy.net.mx

Aspirante a la precandidatura del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República, José Antonio Meade será el primer candidato no miembro en la historia de esa formación política. La no militancia no es, sin embargo, la sola novedad en el proceso que culminará con la aceptación de la solicitud de registro presentada ante el Consejo Político. Como nunca antes, la candidatura del exsecretario de Hacienda ha encontrado la aprobación y el apoyo tanto dentro como fuera del partido, de simpatizantes lo mismo que de buena parte de los sectores de toda la población.

José Antonio Meade llega como un candidato apartidista. Pero no es apolólitico. Ser político implica no sólo la pertenencia, sino el interés por la política y la participación en la vida pública, cualquiera que sea el campo donde ésta se desarrolle. Por primera vez en la historia del PRI el protocolo para la designación de candidato cambió, no solo en la forma sino en el fondo. A diferencia del ritual de tiempos pasados, en los que el pronunciamiento de alguno de los sectores desataba el multitudinario besamanos en torno al elegido, en esta ocasión fue el propio aspirante quien personalmente, sin matracas ni pancartas, se presentó a solicitar la aceptación de los sectores obrero, campesino y popular de convertirse en su abanderado. No hubo el clásico dedazo ni la cargada que se solía escenificar como rito inveterado en el PRI.

Con una amplia preparación académica y una larga trayectoria –cinco veces secretario de Estado en diferentes administraciones-, podría pensarse en el arribo de José Antonio Mead como el de una nueva generación de políticos. En la evolución del quehacer público, las generaciones se suceden y se renuevan ineludiblemente por necesidad histórica. Meade llega al primer plano de la política como parte de un grupo de jóvenes cuya formación en universidades públicas, privadas o en centros de estudios del extranjero que les confieren ese carácter de renovación. Pero no es sólo la llegada de esos nuevos cuadros a la administración lo que constituye la forma en la que José Antonio Mead ha sido recibido en su aspiración a convertirse en candidato a  la primera magistratura. Al referirse a su trayectoria en el servicio público, el Presidente de la República señaló también los rasgos que acompañan a la personalidad de Meade Kuribreña. Una limpia hoja de servicios, el profesionalismo en el cumplimiento de esas responsabilidades, pero a la vez el amor a la patria de un hombre de bien, profesional y familiarmente.

La tarea que a Meade espera en su campaña para lograr la unidad y la aceptación del electorado será difícil. Más lo será si el voto de la mayoría lo convierte en Presidente de la República. La inseguridad, la corrupción, el difícil entorno internacional y los vicios anquilosados en una parte de la sociedad, serán los retos a vencer para la próxima administración. El país necesita políticos y administradores de gran capacidad, de honradez probada, de hombres de bien. Hombres y mujeres, jóvenes y adultos honestos y responsables lo son la mayoría de nuestra población. Los malvados, los delincuentes son los menos. El Partido Revolucionario Institucional tiene la certeza de haber seleccionado, con José Antonio Meade, a uno de esos hombres de bien de entre los millones que existen en nuestra sociedad. La lucha por el triunfo de esos valores será ardua.

Al solicitar la aceptación de su candidatura, José Antonio Meade recordó el sueño de prosperidad para el país que hace tiempo refirió haber tenido: la aspiración a hacer de México una gran potencia, en la que el crecimiento vaya acompañado de una mejor vida para todos. Que no falte comida en las mesas, techo y salud para todos los mexicanos.

Srio28@prodigy.net.mx