/ viernes 26 de octubre de 2018

Honduras y el Estado fallido

La caravana migrante ha puesto al gobierno mexicano en una situación complicada entre una tradición histórica de recepción y bienvenida a los migrantes, enfrentada con la política migratoria y las presiones de Donald Trump, y el hecho de que no se puede obviar que fue una irrupción en territorio nacional que no prestó atención a ninguna convocatoria para el orden. Si a esto se suma un discurso de los líderes que no abonan a la concordia, hace una ecuación delicada.

La caravana no representa un riesgo económico ni de empleo; 4 mil personas en un país de más de 120 millones de habitantes no es un reto económico mayor, tampoco lo será para la gobernabilidad nacional, pero sí generará tensiones políticas relevantes, no sólo hacia Estados Unidos, sino también en segmentos importantes de la población en México. Hay quienes abonan a la política del miedo y a la denigración de los migrantes, sin embargo, para ser francos entran en cantidades mucho mayores pero con menor visibilidad.

El gran ausente en este tema de la caravana es el gobierno hondureño, en gran parte porque es tan inexistente, irresponsable e insensible que no ha planteado, desde que se generó la crisis, la posibilidad de una alternativa ya no de solución, sino de administración del conflicto. Hoy Honduras es un estado fallido, incapaz de darle seguridad y prosperidad a sus ciudadanos, ahogado en sus conflictos políticos. Y ese es el problema de fondo.

Esta crisis derivada de la caravana mostrará dos sucesos importantes: el primero, es que el problema migratorio de Estados Unidos no es con México, sino con los países del triángulo norte; segundo, que existe una intencionalidad y direccionalidad de crear una crisis política en este momento, generando temor en ambos países, buscando un discurso antimigrante, pero que no plantea una alternativa de solución.

La salida es: a) Un Acuerdo Integral para la Migración en América del Norte y Central. Es imposible que un país avance de manera sensible, por lo que la única forma es la celebración de un acuerdo en el que los países involucrados adquieran obligaciones y derechos para sus ciudadanos; b) Creación de una Plataforma Productiva de América del Norte, la cual genere inversión y empleo; c) Estabilización política y de seguridad de la región, es necesaria una intervención diplomática y eventualmente de seguridad en las tres naciones del triángulo norte; d) México es una nación solidaria, sin embargo no puede renunciar a su derecho soberano a una migración ordenada.

En síntesis, el problema es una compleja ecuación de factores económicos, políticos, sociales y de seguridad. XXX TWITTER: @luis__humberto

La caravana migrante ha puesto al gobierno mexicano en una situación complicada entre una tradición histórica de recepción y bienvenida a los migrantes, enfrentada con la política migratoria y las presiones de Donald Trump, y el hecho de que no se puede obviar que fue una irrupción en territorio nacional que no prestó atención a ninguna convocatoria para el orden. Si a esto se suma un discurso de los líderes que no abonan a la concordia, hace una ecuación delicada.

La caravana no representa un riesgo económico ni de empleo; 4 mil personas en un país de más de 120 millones de habitantes no es un reto económico mayor, tampoco lo será para la gobernabilidad nacional, pero sí generará tensiones políticas relevantes, no sólo hacia Estados Unidos, sino también en segmentos importantes de la población en México. Hay quienes abonan a la política del miedo y a la denigración de los migrantes, sin embargo, para ser francos entran en cantidades mucho mayores pero con menor visibilidad.

El gran ausente en este tema de la caravana es el gobierno hondureño, en gran parte porque es tan inexistente, irresponsable e insensible que no ha planteado, desde que se generó la crisis, la posibilidad de una alternativa ya no de solución, sino de administración del conflicto. Hoy Honduras es un estado fallido, incapaz de darle seguridad y prosperidad a sus ciudadanos, ahogado en sus conflictos políticos. Y ese es el problema de fondo.

Esta crisis derivada de la caravana mostrará dos sucesos importantes: el primero, es que el problema migratorio de Estados Unidos no es con México, sino con los países del triángulo norte; segundo, que existe una intencionalidad y direccionalidad de crear una crisis política en este momento, generando temor en ambos países, buscando un discurso antimigrante, pero que no plantea una alternativa de solución.

La salida es: a) Un Acuerdo Integral para la Migración en América del Norte y Central. Es imposible que un país avance de manera sensible, por lo que la única forma es la celebración de un acuerdo en el que los países involucrados adquieran obligaciones y derechos para sus ciudadanos; b) Creación de una Plataforma Productiva de América del Norte, la cual genere inversión y empleo; c) Estabilización política y de seguridad de la región, es necesaria una intervención diplomática y eventualmente de seguridad en las tres naciones del triángulo norte; d) México es una nación solidaria, sin embargo no puede renunciar a su derecho soberano a una migración ordenada.

En síntesis, el problema es una compleja ecuación de factores económicos, políticos, sociales y de seguridad. XXX TWITTER: @luis__humberto