/ lunes 12 de febrero de 2018

Honramos el legado de nuestros constituyentes

Es cierto, los mexicanos de hoy tenemos la obligación de dejar un mejor país. Honremos el legado de los constituyentes de 1917, nos dijo el presidente Enrique Peña en la conmemoración del 101 aniversario, forjando un mejor país para las siguientes generaciones.

Recordemos que nuestra Constitución, producto de las demandas sociales, económicas y políticas del movimiento revolucionario de 1910 encabezado por nuestro prócer don  Francisco I. Madero, estableció el nuevo orden necesario y se planteó el progreso de la nación. De hecho, la de México, fue la primera gran Carta Magna mundial en establecer y proteger los derechos sociales y abrió un camino que luego imitaron muchas otras naciones.

Es cierto, algunos estudiosos del derecho constitucional nos precisan que la actual Constitución ha tenido más de 700 reformas. Modificaciones al texto original pues de los 136 artículos del original sólo 22 continúan intactos. Un dato importante es que los 19 presidentes que han gobernado México han hecho cambios, pero es en los últimos 35 años cuando se hicieron la mayor cantidad: 486 modificaciones.

Hay quienes, como el constitucionalista Diego Valadés, proponen reescribir el texto de la Constitución para reordenarlo, de manera que “sea interpretable por cualquier y no sólo por los profesionales del derecho”. Es entendible, y quizás atendible, la propuesta de Valadés, pero tampoco debemos perder de vista el sentido y el momento de muchos de los cambios que ha tenido nuestra Carta Magna.

Las condiciones sociales, políticas y económicas de nuestro país, en el momento en que se reunieron los constituyentes y crearon el documento que nos da sentido y firmeza como nación, eran casi totalmente diferentes a las que vivimos hoy. Incluso, en diferentes etapas de la vida nacional, cada presidente que propuso modificaciones constitucionales tuvo razones sociales, políticas y económicas diferentes.

Quiero decir que no se puede condenar hoy, si ese fuera el propósito, las razones que tuvieron los diferentes gobernantes para modificar la Constitución. Se puede, eso sí, razonar, analizar y quizás asentar para la historia si esos gobernantes lograron sus propósitos o no con las modificaciones encauzadas.

Ahora mismo las condiciones sociales, políticas y sobre todo económicas de nuestro país están de muchas maneras determinadas por la interrelación de las naciones. El avance de las comunicaciones, particularmente de las tecnologías de la información; las facilidades para viajar y desplazarse de un sitio a otro muy rápido; la circulación del dinero y los capitales prácticamente sin fronteras, nos han impuesto nuevas condiciones de vida.

A ese fenómeno conocido como “globalización” responden las naciones del mundo y México no es la excepción. Modernizarnos, subirnos a esas nuevas plataformas de vida social y económica, ha implicado precisamente modificar nuestra Carta Magna.

Las reformas constitucionales recientes, conocidas como reformas estructurales, encauzadas por el gobierno del presidente Peña Nieto, tuvieron ese sentido de modernización, de adecuar nuestras leyes para mejorar nuestra economía y finalmente la vida de los mexicanos, que es lo más importante.

México camina hoy por la ruta de la modernización sin perder el sentido de protección social que plasmaron los constituyentes de 1917. Eso es precisamente forjar un mejor país para las siguientes generaciones.

 

Senador del PRI

Es cierto, los mexicanos de hoy tenemos la obligación de dejar un mejor país. Honremos el legado de los constituyentes de 1917, nos dijo el presidente Enrique Peña en la conmemoración del 101 aniversario, forjando un mejor país para las siguientes generaciones.

Recordemos que nuestra Constitución, producto de las demandas sociales, económicas y políticas del movimiento revolucionario de 1910 encabezado por nuestro prócer don  Francisco I. Madero, estableció el nuevo orden necesario y se planteó el progreso de la nación. De hecho, la de México, fue la primera gran Carta Magna mundial en establecer y proteger los derechos sociales y abrió un camino que luego imitaron muchas otras naciones.

Es cierto, algunos estudiosos del derecho constitucional nos precisan que la actual Constitución ha tenido más de 700 reformas. Modificaciones al texto original pues de los 136 artículos del original sólo 22 continúan intactos. Un dato importante es que los 19 presidentes que han gobernado México han hecho cambios, pero es en los últimos 35 años cuando se hicieron la mayor cantidad: 486 modificaciones.

Hay quienes, como el constitucionalista Diego Valadés, proponen reescribir el texto de la Constitución para reordenarlo, de manera que “sea interpretable por cualquier y no sólo por los profesionales del derecho”. Es entendible, y quizás atendible, la propuesta de Valadés, pero tampoco debemos perder de vista el sentido y el momento de muchos de los cambios que ha tenido nuestra Carta Magna.

Las condiciones sociales, políticas y económicas de nuestro país, en el momento en que se reunieron los constituyentes y crearon el documento que nos da sentido y firmeza como nación, eran casi totalmente diferentes a las que vivimos hoy. Incluso, en diferentes etapas de la vida nacional, cada presidente que propuso modificaciones constitucionales tuvo razones sociales, políticas y económicas diferentes.

Quiero decir que no se puede condenar hoy, si ese fuera el propósito, las razones que tuvieron los diferentes gobernantes para modificar la Constitución. Se puede, eso sí, razonar, analizar y quizás asentar para la historia si esos gobernantes lograron sus propósitos o no con las modificaciones encauzadas.

Ahora mismo las condiciones sociales, políticas y sobre todo económicas de nuestro país están de muchas maneras determinadas por la interrelación de las naciones. El avance de las comunicaciones, particularmente de las tecnologías de la información; las facilidades para viajar y desplazarse de un sitio a otro muy rápido; la circulación del dinero y los capitales prácticamente sin fronteras, nos han impuesto nuevas condiciones de vida.

A ese fenómeno conocido como “globalización” responden las naciones del mundo y México no es la excepción. Modernizarnos, subirnos a esas nuevas plataformas de vida social y económica, ha implicado precisamente modificar nuestra Carta Magna.

Las reformas constitucionales recientes, conocidas como reformas estructurales, encauzadas por el gobierno del presidente Peña Nieto, tuvieron ese sentido de modernización, de adecuar nuestras leyes para mejorar nuestra economía y finalmente la vida de los mexicanos, que es lo más importante.

México camina hoy por la ruta de la modernización sin perder el sentido de protección social que plasmaron los constituyentes de 1917. Eso es precisamente forjar un mejor país para las siguientes generaciones.

 

Senador del PRI