/ jueves 10 de septiembre de 2020

Ida y vuelta | La larga espera

Pocas ligas en el mundo saben generar tanta tensión en sus aficionados como la NFL. La ausencia funciona como una olla de presión que va creciendo conforme pasan las semanas, hasta que la espera resulta insoportable, y uno no tiene más que abandonarse a la cuenta de los minutos que quedan. El fenómeno es visible en casi todos sus aficionados, es una regla general soportar con melancolía los domingos sin futbol americano.

No ha sido un año fácil para lo que nos pasamos la vida hablando de deportes, sobre todo con las cancelaciones de los eventos que no son de siempre, como la Eurocopa, la Copa América y los Juegos Olímpicos de Tokio, porque si con la NFL siete meses de espera son difíciles, los cuatro años que tardan los Juegos resultan casi insoportables.

Aunque a menudo nos cuesta aprender de los golpes, con la NFL me prometí no ilusionarme de más. No iba a pasarme de nuevo eso de estar esperando algo para luego quedarme con las ganas. Aguanté cuanto pude, porque el último mes no he hecho otra cosa más que esperar el arranque del futbol americano, con la ilusión de siempre. Es decir, no aprendí nada.

La espera estuvo marcada por una ausencia más prolongada, porque ahora no hubo ni una pretemporada capaz de aliviar el tiempo acumulado. Esa pretemporada que solemos menospreciar porque el ritmo de juego es pausado, y los titulares aparecen solo en las series iniciales, como para hacer presencia hasta que comienza lo verdadero bueno.

Este año, sin embargo, será distinto. El último recuerdo que tenemos de un emparrillado dibuja la figura de Patrick Mahomes con el Vince Lombardi en las manos. Los minutos finales de aquel Super Bowl contra los 49ers ya son parte de la reserva de milagros que acumula la NFL en alguna vitrina.

Será bueno que sea el mismo Mahomes quien comience la temporada. Es lo que tiene la NFL, esa capacidad de darle brillo a los jugadores emocionantes. La imagen será distinta, eso sí, porque lo poblado de las gradas del Hard Rock Stadium será apenas un recuerdo comparado con las del Arrowhead, donde unos cuantos aficionados se repartirán por la inmensidad de las butacas rojas de la casa de los Jefes. Pero no estamos para quejarnos, al contrario, ya llegó la mejor época del año.

Pocas ligas en el mundo saben generar tanta tensión en sus aficionados como la NFL. La ausencia funciona como una olla de presión que va creciendo conforme pasan las semanas, hasta que la espera resulta insoportable, y uno no tiene más que abandonarse a la cuenta de los minutos que quedan. El fenómeno es visible en casi todos sus aficionados, es una regla general soportar con melancolía los domingos sin futbol americano.

No ha sido un año fácil para lo que nos pasamos la vida hablando de deportes, sobre todo con las cancelaciones de los eventos que no son de siempre, como la Eurocopa, la Copa América y los Juegos Olímpicos de Tokio, porque si con la NFL siete meses de espera son difíciles, los cuatro años que tardan los Juegos resultan casi insoportables.

Aunque a menudo nos cuesta aprender de los golpes, con la NFL me prometí no ilusionarme de más. No iba a pasarme de nuevo eso de estar esperando algo para luego quedarme con las ganas. Aguanté cuanto pude, porque el último mes no he hecho otra cosa más que esperar el arranque del futbol americano, con la ilusión de siempre. Es decir, no aprendí nada.

La espera estuvo marcada por una ausencia más prolongada, porque ahora no hubo ni una pretemporada capaz de aliviar el tiempo acumulado. Esa pretemporada que solemos menospreciar porque el ritmo de juego es pausado, y los titulares aparecen solo en las series iniciales, como para hacer presencia hasta que comienza lo verdadero bueno.

Este año, sin embargo, será distinto. El último recuerdo que tenemos de un emparrillado dibuja la figura de Patrick Mahomes con el Vince Lombardi en las manos. Los minutos finales de aquel Super Bowl contra los 49ers ya son parte de la reserva de milagros que acumula la NFL en alguna vitrina.

Será bueno que sea el mismo Mahomes quien comience la temporada. Es lo que tiene la NFL, esa capacidad de darle brillo a los jugadores emocionantes. La imagen será distinta, eso sí, porque lo poblado de las gradas del Hard Rock Stadium será apenas un recuerdo comparado con las del Arrowhead, donde unos cuantos aficionados se repartirán por la inmensidad de las butacas rojas de la casa de los Jefes. Pero no estamos para quejarnos, al contrario, ya llegó la mejor época del año.