/ jueves 12 de septiembre de 2019

IMCO | ¿Qué aporta el Estado a la sociedad?

por Manuel Molano

Hoy hay gente en el Gobierno que dice que solo el Estado crea valor, antes decían que el sector privado era el único. Quizá la respuesta esté en algún lugar a la mitad de ambos extremos, pero en estos tiempos es difícil saber.

Es difícil, pero no imposible. Mariana Mazzucato, una controvertida economista, ha intentado una respuesta. A Mazzucato le intriga la relación entre innovación pública y privada, y la dirección del crecimiento y el desarrollo. Al contrario de sus contrapartes (economistas más ortodoxos), la Dra. Mazzucato piensa que el Estado contribuye de manera significativa a un crecimiento sostenible e inclusivo.

Más allá de su simpatía por economistas de la igualdad, como Piketty, Mazzucato plantea preguntas que intrigan en su libro El valor de todo (2017). ¿Cuánto vale la contribución del Estado a la economía? Hasta los años 1970, muchas actividades no se incluían en el PIB. Hoy, la única parte de la economía que no se incluye en los modelos de la frontera productiva es el Gobierno.

De la misma forma en que muchos servicios provistos en la sociedad no se pagan, como el cuidado de los ancianos o los niños, y por tanto, no se les registra en las cuentas nacionales, el valor que el Estado aporta a cada economía no se calcula adecuadamente. Un Estado altamente eficaz (que logra los objetivos planteados), eficiente (que cumple con sus funciones al menor costo posible) e inclusivo (que considera a todos los ciudadanos en sus acciones), de acuerdo a las cuentas nacionales, es igual a otro que es todo lo contrario.

Mazzucato crea una teoría del valor, agregándole nuestros dilemas y angustias actuales. Leerla es refrescante. La autora es parte de una nueva cepa de economistas que ve a las matemáticas en la economía como una complicación innecesaria. Es posible estar a favor o en contra de estos argumentos, pero la prosa de Mazzucato es un retorno de la política económica como la conocimos en los clásicos, llena de ingenio, no de furia destilada.

Volvamos a la pregunta del título. ¿Qué valor aporta el Estado a la sociedad? La contribución es enorme, pero ¿qué tan grande?

En algunos modelos económicos, como los de equilibrio general computable que han sido el caballito de batalla de los economistas por 150 años, la contribución del valor del Estado está perfectamente cuantificada. Sin embargo, el gran defecto de estos modelos es que no facilitan entender variables como la innovación.

Mazzucato alega que invenciones como el iPhone de Apple recibieron fondeo del Estado en una etapa temprana. La ciencia detrás de estos teléfonos (GPS, miniaturización de componentes) fue producto de iniciativas públicas, aunque no deliberadas.

En el Siglo XX, Estados Unidos quería poner seres humanos en la Luna y ganar la Guerra Fría. La creación de un cluster innovador alrededor de Palo Alto, California, fue una consecuencia no intencional, pero positiva, de una empresa pública de dudoso valor.

En el contexto mexicano, la política comercial de los años 1980 y 1990 se creó de manera deliberada para que México se integrara con las cadenas de producción de la manufactura de Norteamérica. La contribución del Estado a industrias como la automotriz, aeroespacial y electrónica es incuestionable, a través de reglas y regulaciones que permitieron a México vender su trabajo manual, y ganar espacio en la cadena de valor, vendiendo conocimiento.

Mazzucato tiene un punto. Citando a Platón, ella cree que las narrativas son los materiales que mantienen cierto orden social. La historia de nula eficiencia pública, y superior eficiencia privada, fue importante para que un rentista-oportunista llegara al poder en EUA. De igual forma, el mito del crecimiento lento de México fue la bandera de muchos opositores del Gobierno, y la causa de la transformación incompleta de la economía mexicana.

Los promedios esconden realidades muy distintas entre regiones. Muchos segmentos rentistas de la sociedad mexicana son los verdaderos culpables del atraso de regiones y grupos sociales, no las políticas de liberalización económica. Los votantes más frustrados, en todo el mundo, solo ven blanco o negro, por lo que eligen a políticos irresponsables que les ofrecen redención inmediata.

Si el mundo quiere brincar de los mitos simplistas, como que el Estado no aporta nada, y quiere que llegue gente responsable al poder, que construya un Estado que aporte valor, entonces requiere encontrar una nueva narrativa, con un Estado más empresarial, innovador, que aporte valor a la sociedad y distinga a los rentistas de los creadores de valor. Un buen punto de arranque es leer a Mariana Mazzucato. Vale la pena.

*Manuel J. Molano es director general del @IMCO.

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por Manuel Molano

Hoy hay gente en el Gobierno que dice que solo el Estado crea valor, antes decían que el sector privado era el único. Quizá la respuesta esté en algún lugar a la mitad de ambos extremos, pero en estos tiempos es difícil saber.

Es difícil, pero no imposible. Mariana Mazzucato, una controvertida economista, ha intentado una respuesta. A Mazzucato le intriga la relación entre innovación pública y privada, y la dirección del crecimiento y el desarrollo. Al contrario de sus contrapartes (economistas más ortodoxos), la Dra. Mazzucato piensa que el Estado contribuye de manera significativa a un crecimiento sostenible e inclusivo.

Más allá de su simpatía por economistas de la igualdad, como Piketty, Mazzucato plantea preguntas que intrigan en su libro El valor de todo (2017). ¿Cuánto vale la contribución del Estado a la economía? Hasta los años 1970, muchas actividades no se incluían en el PIB. Hoy, la única parte de la economía que no se incluye en los modelos de la frontera productiva es el Gobierno.

De la misma forma en que muchos servicios provistos en la sociedad no se pagan, como el cuidado de los ancianos o los niños, y por tanto, no se les registra en las cuentas nacionales, el valor que el Estado aporta a cada economía no se calcula adecuadamente. Un Estado altamente eficaz (que logra los objetivos planteados), eficiente (que cumple con sus funciones al menor costo posible) e inclusivo (que considera a todos los ciudadanos en sus acciones), de acuerdo a las cuentas nacionales, es igual a otro que es todo lo contrario.

Mazzucato crea una teoría del valor, agregándole nuestros dilemas y angustias actuales. Leerla es refrescante. La autora es parte de una nueva cepa de economistas que ve a las matemáticas en la economía como una complicación innecesaria. Es posible estar a favor o en contra de estos argumentos, pero la prosa de Mazzucato es un retorno de la política económica como la conocimos en los clásicos, llena de ingenio, no de furia destilada.

Volvamos a la pregunta del título. ¿Qué valor aporta el Estado a la sociedad? La contribución es enorme, pero ¿qué tan grande?

En algunos modelos económicos, como los de equilibrio general computable que han sido el caballito de batalla de los economistas por 150 años, la contribución del valor del Estado está perfectamente cuantificada. Sin embargo, el gran defecto de estos modelos es que no facilitan entender variables como la innovación.

Mazzucato alega que invenciones como el iPhone de Apple recibieron fondeo del Estado en una etapa temprana. La ciencia detrás de estos teléfonos (GPS, miniaturización de componentes) fue producto de iniciativas públicas, aunque no deliberadas.

En el Siglo XX, Estados Unidos quería poner seres humanos en la Luna y ganar la Guerra Fría. La creación de un cluster innovador alrededor de Palo Alto, California, fue una consecuencia no intencional, pero positiva, de una empresa pública de dudoso valor.

En el contexto mexicano, la política comercial de los años 1980 y 1990 se creó de manera deliberada para que México se integrara con las cadenas de producción de la manufactura de Norteamérica. La contribución del Estado a industrias como la automotriz, aeroespacial y electrónica es incuestionable, a través de reglas y regulaciones que permitieron a México vender su trabajo manual, y ganar espacio en la cadena de valor, vendiendo conocimiento.

Mazzucato tiene un punto. Citando a Platón, ella cree que las narrativas son los materiales que mantienen cierto orden social. La historia de nula eficiencia pública, y superior eficiencia privada, fue importante para que un rentista-oportunista llegara al poder en EUA. De igual forma, el mito del crecimiento lento de México fue la bandera de muchos opositores del Gobierno, y la causa de la transformación incompleta de la economía mexicana.

Los promedios esconden realidades muy distintas entre regiones. Muchos segmentos rentistas de la sociedad mexicana son los verdaderos culpables del atraso de regiones y grupos sociales, no las políticas de liberalización económica. Los votantes más frustrados, en todo el mundo, solo ven blanco o negro, por lo que eligen a políticos irresponsables que les ofrecen redención inmediata.

Si el mundo quiere brincar de los mitos simplistas, como que el Estado no aporta nada, y quiere que llegue gente responsable al poder, que construya un Estado que aporte valor, entonces requiere encontrar una nueva narrativa, con un Estado más empresarial, innovador, que aporte valor a la sociedad y distinga a los rentistas de los creadores de valor. Un buen punto de arranque es leer a Mariana Mazzucato. Vale la pena.

*Manuel J. Molano es director general del @IMCO.

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