/ viernes 11 de mayo de 2018

Impasse en seguridad

Los meses de enero y febrero de este año, quedaron registrados como los más violentos que hayamos tenido en los últimos de 20 años. Esto significa que, en este bimestre, tuvieron lugar casi 5 mil asesinatos; esto es entre 3 y 4 muertes cada hora y cerca de 90 por día. Con respecto a 2017, representa un incremento del 21 %.

Considerando el primer trimestre del año, van 7 mil 667 víctimas por homicidio doloso. Siete de cada 10 fueron atacadas con armas de fuego. De marzo de 2015 al mismo mes de 2018, suman 76 mil 875 muertes.

Al cierre de 2017, se contabilizaron 8 mil 904 asesinatos de mujeres; de éstos, 2 mil 188 fueron investigados como feminicidios.

También durante el año pasado, por lo menos 20 mil 390 personas de Chiapas, Guerrero, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila, Durango, Michoacán, Oaxaca y Zacatecas, huyeron de sus comunidades debido a la violencia. Por cierto, el estado de Guerrero es catalogado como el más violento del país; el ejemplo más claro es que justamente en esta semana, el número de asesinatos de aspirantes a un cargo de elección popular, se elevó a 12 víctimas.

Estados Unidos, a través de su Departamento de Estado, lanzó la alerta a viajeros de ese país para no viajar a Colima, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas, estados que se encuentran catalogados con un nivel 4, que equivale a máximo peligro.

En el primer trimestre de 2018, tuvo lugar el robo de 22 mil 489 vehículos asegurados, aproximadamente 7 mil quinientos por mes. Se trata de la cifra más alta desde el año 2008, con un incremento del 5 por ciento respecto a los tres primeros meses de 2017, así como un aumento también de la violencia con que se comete este delito.

Sumado a lo anterior y para no abrumar con más cifras, todos los días nos enteramos del incremento en la desaparición de niñas, niños y adolescentes en todo el país; las ejecuciones y disputas entre grupos del crimen organizado ya no sólo en los estados del país, sino también en la misma CDMX; los crecientes homicidios de alcaldes y ex alcaldes; robos a comercios, restaurantes, plazas comerciales, así como asaltos a transeúntes, automovilistas y cuentahabientes; reiterados casos de trata de blancas y, por si fuera poco, nos quedamos impactados por el grado de violencia con que fueron ejecutados y desaparecidos tres estudiantes de cine en Tonalá, Jalisco.

Con justificada razón, la inseguridad y la delincuencia terminaron por convertirse en el gran problema de la sociedad mexicana. Para el 73.7 % de la población, esa es su principal preocupación, muy por encima de la corrupción, la impunidad o la pobreza.

Lo cierto es que ya nadie se siente seguro y esto ya no parece importarle a nadie.

Con justa razón también, un enorme malestar invade el ánimo de los mexicanos. Vivimos un clima de profunda “ira ciudadana” en contra de los gobiernos federal, locales y municipales.

Hace casi seis años, escuchábamos diversas propuestas de campaña, donde el tema de seguridad ocupaba un lugar importante; lamentablemente hoy sabemos que sólo fueron promesas y que nadie ha dado la cara por la falta de resultados.

Estamos pues, ante un rotundo fracaso de los gobiernos y éstos deben aceptar que están siendo derrotados en una de sus principales responsabilidades, la de garantizar seguridad, certidumbre y tranquilidad a los mexicanos.

Estamos ante un verdadero “impasse”. Por una parte, al actual gobierno prácticamente el tiempo se le agotó y ya no tiene nada que ofrecer; y, por la otra, la y los candidatos a la Presidencia nos aseguran, todos por igual, que de obtener el triunfo a partir del primero de diciembre la situación va a cambiar.

También estamos ante un verdadero “vacío de estrategias de seguridad”; las que se han implementado mostraron su fracaso y las nuevas opciones -si es que las hay- serán puestas en marcha por quien obtenga la Presidencia de la República.

No quiero ser pesimista, pero lo cierto es que de mantenerse las actuales tendencias y como resultado de esta “crisis de autoridad”, nos esperan meses de más violencia y de seguir a merced de la delincuencia.

En este contexto tiene lugar la nueva contienda electoral. La disputa está centrada en el futuro de la Nación; tal parece que el presente ya no importa, ni para el que se va ni para quien llegue.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación

Los meses de enero y febrero de este año, quedaron registrados como los más violentos que hayamos tenido en los últimos de 20 años. Esto significa que, en este bimestre, tuvieron lugar casi 5 mil asesinatos; esto es entre 3 y 4 muertes cada hora y cerca de 90 por día. Con respecto a 2017, representa un incremento del 21 %.

Considerando el primer trimestre del año, van 7 mil 667 víctimas por homicidio doloso. Siete de cada 10 fueron atacadas con armas de fuego. De marzo de 2015 al mismo mes de 2018, suman 76 mil 875 muertes.

Al cierre de 2017, se contabilizaron 8 mil 904 asesinatos de mujeres; de éstos, 2 mil 188 fueron investigados como feminicidios.

También durante el año pasado, por lo menos 20 mil 390 personas de Chiapas, Guerrero, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila, Durango, Michoacán, Oaxaca y Zacatecas, huyeron de sus comunidades debido a la violencia. Por cierto, el estado de Guerrero es catalogado como el más violento del país; el ejemplo más claro es que justamente en esta semana, el número de asesinatos de aspirantes a un cargo de elección popular, se elevó a 12 víctimas.

Estados Unidos, a través de su Departamento de Estado, lanzó la alerta a viajeros de ese país para no viajar a Colima, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas, estados que se encuentran catalogados con un nivel 4, que equivale a máximo peligro.

En el primer trimestre de 2018, tuvo lugar el robo de 22 mil 489 vehículos asegurados, aproximadamente 7 mil quinientos por mes. Se trata de la cifra más alta desde el año 2008, con un incremento del 5 por ciento respecto a los tres primeros meses de 2017, así como un aumento también de la violencia con que se comete este delito.

Sumado a lo anterior y para no abrumar con más cifras, todos los días nos enteramos del incremento en la desaparición de niñas, niños y adolescentes en todo el país; las ejecuciones y disputas entre grupos del crimen organizado ya no sólo en los estados del país, sino también en la misma CDMX; los crecientes homicidios de alcaldes y ex alcaldes; robos a comercios, restaurantes, plazas comerciales, así como asaltos a transeúntes, automovilistas y cuentahabientes; reiterados casos de trata de blancas y, por si fuera poco, nos quedamos impactados por el grado de violencia con que fueron ejecutados y desaparecidos tres estudiantes de cine en Tonalá, Jalisco.

Con justificada razón, la inseguridad y la delincuencia terminaron por convertirse en el gran problema de la sociedad mexicana. Para el 73.7 % de la población, esa es su principal preocupación, muy por encima de la corrupción, la impunidad o la pobreza.

Lo cierto es que ya nadie se siente seguro y esto ya no parece importarle a nadie.

Con justa razón también, un enorme malestar invade el ánimo de los mexicanos. Vivimos un clima de profunda “ira ciudadana” en contra de los gobiernos federal, locales y municipales.

Hace casi seis años, escuchábamos diversas propuestas de campaña, donde el tema de seguridad ocupaba un lugar importante; lamentablemente hoy sabemos que sólo fueron promesas y que nadie ha dado la cara por la falta de resultados.

Estamos pues, ante un rotundo fracaso de los gobiernos y éstos deben aceptar que están siendo derrotados en una de sus principales responsabilidades, la de garantizar seguridad, certidumbre y tranquilidad a los mexicanos.

Estamos ante un verdadero “impasse”. Por una parte, al actual gobierno prácticamente el tiempo se le agotó y ya no tiene nada que ofrecer; y, por la otra, la y los candidatos a la Presidencia nos aseguran, todos por igual, que de obtener el triunfo a partir del primero de diciembre la situación va a cambiar.

También estamos ante un verdadero “vacío de estrategias de seguridad”; las que se han implementado mostraron su fracaso y las nuevas opciones -si es que las hay- serán puestas en marcha por quien obtenga la Presidencia de la República.

No quiero ser pesimista, pero lo cierto es que de mantenerse las actuales tendencias y como resultado de esta “crisis de autoridad”, nos esperan meses de más violencia y de seguir a merced de la delincuencia.

En este contexto tiene lugar la nueva contienda electoral. La disputa está centrada en el futuro de la Nación; tal parece que el presente ya no importa, ni para el que se va ni para quien llegue.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación