/ miércoles 15 de diciembre de 2021

Importante la transparencia en los Comités de Ética institucionales 

A lo largo de toda mi trayectoria me he conducido con apego a la normatividad, la ética y el profesionalismo. Quienes apostamos por un nuevo modelo en el servicio público debemos reconocer que es la sociedad a quien debemos nuestro trabajo. El actuar en el ámbito público debe orientarse con principios éticos que autorregulen el comportamiento. En el campo de la transparencia destacan principios como certeza, eficacia, imparcialidad, independencia, objetividad y profesionalismo establecidos en el Artículo 8 de la Ley General de transparencia y Acceso a la Información Pública.

Estos principios, tienen que ser la brújula que rija nuestras funciones al interior y exterior del servicio público. Sin embargo, más que una norma, deben ser atendidos por convicción y voluntad. Se trata de ideales de vida que deben formar parte de la práctica cotidiana institucional, porque solo así podrán ser respetados. Somos ciudadanos y servidores públicos, y en ambos casos, estos principios suman a nuestro desarrollo personal, profesional y colectivo.

Si queremos mejorar como sociedad, debemos empezar por cambiar nuestro entorno inmediato. El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) ha sido innovador en la puesta en marcha de disposiciones que ponen en el centro de su quehacer institucional el respeto a los derechos humanos y a la integridad de sus colaboradores. Por ello contamos con un Comité de Ética, el cual debe ser punta de lanza para que todas y todos tengamos sin excepción su respaldo

Cuando hablamos de ética, podemos comprenderla como lo establece el manual de nuestro Instituto: si bien la ética se traduce en un comportamiento humano que se caracteriza por ser unilateral, inherente a la conciencia del sujeto, resulta vital para la sana convivencia dentro de una colectividad, pues en el quehacer cotidiano de la Institución debe imperar un actuar que equilibre el poder y la confianza que el Estado deposita en su persona.

En mi primer año como Comisionada del INAI he impulsado cambios en distintas áreas institucionales con la finalidad de mejorar la funcionalidad y la profesionalización, y eso incluye el Comité de Ética del Instituto para que el núcleo de sus acciones sean los derechos humanos, y sus resoluciones se den con mayor claridad, precisión y en estricto apego a nuestros estatutos y a las normas aplicables.

El Comité de Ética del INAI debe estar conformado por hombres y mujeres de probada capacidad, pero sobre todo de probada integridad que, a su paso por el servicio público en cualquier orden de gobierno, no cuenten con ningún expediente que puedan poner en duda su ética profesional, pues para ser integrantes del Comité deben ser honorables. Asimismo, sus integrantes deben estar equilibrados y no depender absolutamente de nadie en cuestiones de intereses, “ni cuotas ni cuates políticos”.

Lo tengo claro: el buen juez por su casa empieza, y con mejoras institucionales estoy segura de que se convertirá en un modelo que podrá ser replicado en otras instancias del servicio público. Es importante transparentar todas y cada uno de los procesos. Fomentemos una cultura institucional ética que esté al servicio de la sociedad y al respeto de las libertades individuales. Vivamos con ética profesional y personalmente.

A lo largo de toda mi trayectoria me he conducido con apego a la normatividad, la ética y el profesionalismo. Quienes apostamos por un nuevo modelo en el servicio público debemos reconocer que es la sociedad a quien debemos nuestro trabajo. El actuar en el ámbito público debe orientarse con principios éticos que autorregulen el comportamiento. En el campo de la transparencia destacan principios como certeza, eficacia, imparcialidad, independencia, objetividad y profesionalismo establecidos en el Artículo 8 de la Ley General de transparencia y Acceso a la Información Pública.

Estos principios, tienen que ser la brújula que rija nuestras funciones al interior y exterior del servicio público. Sin embargo, más que una norma, deben ser atendidos por convicción y voluntad. Se trata de ideales de vida que deben formar parte de la práctica cotidiana institucional, porque solo así podrán ser respetados. Somos ciudadanos y servidores públicos, y en ambos casos, estos principios suman a nuestro desarrollo personal, profesional y colectivo.

Si queremos mejorar como sociedad, debemos empezar por cambiar nuestro entorno inmediato. El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) ha sido innovador en la puesta en marcha de disposiciones que ponen en el centro de su quehacer institucional el respeto a los derechos humanos y a la integridad de sus colaboradores. Por ello contamos con un Comité de Ética, el cual debe ser punta de lanza para que todas y todos tengamos sin excepción su respaldo

Cuando hablamos de ética, podemos comprenderla como lo establece el manual de nuestro Instituto: si bien la ética se traduce en un comportamiento humano que se caracteriza por ser unilateral, inherente a la conciencia del sujeto, resulta vital para la sana convivencia dentro de una colectividad, pues en el quehacer cotidiano de la Institución debe imperar un actuar que equilibre el poder y la confianza que el Estado deposita en su persona.

En mi primer año como Comisionada del INAI he impulsado cambios en distintas áreas institucionales con la finalidad de mejorar la funcionalidad y la profesionalización, y eso incluye el Comité de Ética del Instituto para que el núcleo de sus acciones sean los derechos humanos, y sus resoluciones se den con mayor claridad, precisión y en estricto apego a nuestros estatutos y a las normas aplicables.

El Comité de Ética del INAI debe estar conformado por hombres y mujeres de probada capacidad, pero sobre todo de probada integridad que, a su paso por el servicio público en cualquier orden de gobierno, no cuenten con ningún expediente que puedan poner en duda su ética profesional, pues para ser integrantes del Comité deben ser honorables. Asimismo, sus integrantes deben estar equilibrados y no depender absolutamente de nadie en cuestiones de intereses, “ni cuotas ni cuates políticos”.

Lo tengo claro: el buen juez por su casa empieza, y con mejoras institucionales estoy segura de que se convertirá en un modelo que podrá ser replicado en otras instancias del servicio público. Es importante transparentar todas y cada uno de los procesos. Fomentemos una cultura institucional ética que esté al servicio de la sociedad y al respeto de las libertades individuales. Vivamos con ética profesional y personalmente.