/ viernes 22 de mayo de 2020

In Memoriam

Por: Gabriela Salido

Todos los días se nos informa en las conferencias de las 19:00, con cifras poco creíbles y que en el imaginario colectivo se pueden triplicar en el país, hasta el día 19 de mayo se habían confirmado 6,250 defunciones por COVID-19, siendo la CDMX la entidad con más defunciones por el virus con 1,452.

Hecho que las autoridades anticiparon el 17 de abril al publicar el Protocolo de Actuación Interinstitucional para el manejo de Personas Fallecidas por Sospecha o Confirmación de COVID - 19.

En este Protocolo establece, entre otras cosas, la determinación de evitar exequias con presencia física de más de 20 personas y con una duración de hasta 4 horas. También señala especialmente que deberá mantenerse el féretro cerrado, respecto a la ropa, accesorios, objetos y documentos que porten las personas fallecidas, deberán separarse y embalarse en bolsas de bioseguridad por considerarse un riesgo biológico-infeccioso, asimismo la ropa deberá ser cremada y los accesorios desinfectados antes de devolverse a los familiares.

En caso de que la persona fallezca en un hospital se debe realizar su aislamiento inmediato, por lo que no se permite a sus familiares verle, y el cuerpo se entrega directamente a los servicios funerarios. Para los casos de fallecimientos en domicilio, se debe dar aviso inmediato a las autoridades, las personas deben aislar a su familiar fallecido y permanecer en sus domicilios, para que un médico certifique la muerte y su causa y se realicen cercos epidemiológicos.

Si bien es entendible la severidad de los procesos narrados en el Protocolo, en la realidad esto ha ocasionado la deshumanización del proceso de despedida de un ser querido, ocasionando un gran dolor en los familiares y la imposibilidad de vivir su duelo de manera apropiada.

El perder a un ser querido, es una experiencia que necesita ser compartida. Los deudos atraviesan por una variedad de emociones, que son importantes hacerlas validas, ya que además de sentir profundamente la pérdida aunado a la situación actual de Covid-19, se abonan nuevos sentimientos como: miedo al contagio, aislamiento físico, impotencia y la mayoría de los casos el sentimiento de culpa por no haber estado en los últimos momentos con el familiar o de no haber hecho lo posible para evitar la perdida.

De aquí la importancia de ofrecer y realizar alternativas que ayuden a los deudos a compartir y expresar su dolor con los demás, que sean actos simbólicos o acciones distintas a las que acostumbrábamos antes de la pandemia, pero de esta forma encontrar estrategias que permitan honrar la memoria de los fallecidos.

Asimismo, por tratarse de una herida social que nos involucra a todas y todos, creo pertinente la existencia de un lugar en el espacio público en memoria de quienes han perdido la batalla contra esta enfermedad para que nuestras calles sean reflejo del dolor de las familias y día con día nos recuerde que es un asunto serio.

Quiero expresar mi solidaridad con todos aquellos que han perdido a un ser querido por el Covid-19 o por el sin fin de causas de muerte anotadas en un acta de defunción, que son producto de este virus y que pasan por el anonimato que otorga la falta de compromiso que demostró la autoridad al enfrentar esta pandemia.

Por: Gabriela Salido

Todos los días se nos informa en las conferencias de las 19:00, con cifras poco creíbles y que en el imaginario colectivo se pueden triplicar en el país, hasta el día 19 de mayo se habían confirmado 6,250 defunciones por COVID-19, siendo la CDMX la entidad con más defunciones por el virus con 1,452.

Hecho que las autoridades anticiparon el 17 de abril al publicar el Protocolo de Actuación Interinstitucional para el manejo de Personas Fallecidas por Sospecha o Confirmación de COVID - 19.

En este Protocolo establece, entre otras cosas, la determinación de evitar exequias con presencia física de más de 20 personas y con una duración de hasta 4 horas. También señala especialmente que deberá mantenerse el féretro cerrado, respecto a la ropa, accesorios, objetos y documentos que porten las personas fallecidas, deberán separarse y embalarse en bolsas de bioseguridad por considerarse un riesgo biológico-infeccioso, asimismo la ropa deberá ser cremada y los accesorios desinfectados antes de devolverse a los familiares.

En caso de que la persona fallezca en un hospital se debe realizar su aislamiento inmediato, por lo que no se permite a sus familiares verle, y el cuerpo se entrega directamente a los servicios funerarios. Para los casos de fallecimientos en domicilio, se debe dar aviso inmediato a las autoridades, las personas deben aislar a su familiar fallecido y permanecer en sus domicilios, para que un médico certifique la muerte y su causa y se realicen cercos epidemiológicos.

Si bien es entendible la severidad de los procesos narrados en el Protocolo, en la realidad esto ha ocasionado la deshumanización del proceso de despedida de un ser querido, ocasionando un gran dolor en los familiares y la imposibilidad de vivir su duelo de manera apropiada.

El perder a un ser querido, es una experiencia que necesita ser compartida. Los deudos atraviesan por una variedad de emociones, que son importantes hacerlas validas, ya que además de sentir profundamente la pérdida aunado a la situación actual de Covid-19, se abonan nuevos sentimientos como: miedo al contagio, aislamiento físico, impotencia y la mayoría de los casos el sentimiento de culpa por no haber estado en los últimos momentos con el familiar o de no haber hecho lo posible para evitar la perdida.

De aquí la importancia de ofrecer y realizar alternativas que ayuden a los deudos a compartir y expresar su dolor con los demás, que sean actos simbólicos o acciones distintas a las que acostumbrábamos antes de la pandemia, pero de esta forma encontrar estrategias que permitan honrar la memoria de los fallecidos.

Asimismo, por tratarse de una herida social que nos involucra a todas y todos, creo pertinente la existencia de un lugar en el espacio público en memoria de quienes han perdido la batalla contra esta enfermedad para que nuestras calles sean reflejo del dolor de las familias y día con día nos recuerde que es un asunto serio.

Quiero expresar mi solidaridad con todos aquellos que han perdido a un ser querido por el Covid-19 o por el sin fin de causas de muerte anotadas en un acta de defunción, que son producto de este virus y que pasan por el anonimato que otorga la falta de compromiso que demostró la autoridad al enfrentar esta pandemia.