Después del “emotivo festejo” del aniversario de la Revolución con las movilizaciones del sector campesino, no terminan de entender la trascendencia de dos temas de los que depende el futuro de la Nación: la economía y la seguridad.
El presupuesto no tiene mucho futuro, habrá de acarrear mayores medidas de austeridad, pérdida de puestos de trabajo y todas esas cosas de sobra conocidas, inicialmente en el sector público aunque en el futuro habrá trascendencia hacia el privado.
Sabemos que en breve se dará a conocer un plan de infraestructura con inversión público-privada, cuyo propósito acarrearía hasta cerca de 258 mil millones de pesos en obras de infraestructura en diversos sectores como el energético, carretero y aeroportuario; puede ser inicialmente un respiro para la presión económica, pero en definitiva, insuficiente para revertir la tendencia decreciente en cuanto a economía para el próximo año; si embargo, esto nos deja ver que de alguna manera, en materia de economía, se tienen planes y se realiza un esfuerzo para salir adelante… ¿y en materia de seguridad, qué pasa? Ahí sí, la negligencia, cerrazón, etcétera, alcanzan el grado de insensibilidad, incompetencia y sinrazón.
Baste ver a manera de ejemplo la respuesta presidencial en torno al tema, sin sentimiento, carente de empatía por las víctimas, y por ende, por la sociedad civil. Sorprendente a la respuesta a Javier Sicilia al demandar un cambio en la política de seguridad, a la que el Presidente lo calificó de conservador, de impulsor de “políticas del pasado” y hasta declaró su negativa a recibirlo porque "le da flojera". Preocupante luego de 11 meses de mandato con más de 30 mil muertos, nomás.
Ciudades tomadas por el crimen -Culiacán, Nuevo Laredo, el estado de Morelos, Guerrero, Michoacán, Estado y Ciudad de México… gran parte del territorio nacional en que los ajustes de cuentas entre criminales son cada vez más violentos, sin control de las fuerzas de seguridad.
Las encuestas recientes señalan que el 70.9 por ciento de los mexicanos consideramos que el gobierno está rebasado por la inseguridad y el 53.9 por ciento observamos que la situación está peor que hace un año. Los únicos que salen aprobados de la crisis son los militares, son ellos, los soldados la única instancia gubernamental en la que creemos.
A la fecha, las políticas de seguridad pública: independientemente de ideologías y tendencias partidistas, es menester la justicia social, por supuesto que incluye temas de desigualdad y el empleo, pero es necesario implementar estrategia de operación y eficiencia entre las policías, la inteligencia y los golpes a los grupos criminales.
No se trata de “sacar la vuelta al crimen”, de recomendar circular con cuidado por las carreteras a la voz de “sálvese quien pueda” ni de atender “otros datos. Lo cierto es que el Estado debe atender los retos y confrontas del crimen y de los criminales: la ciudadanía que los sufre no puede, ni sabe, ni debe hacerlo.
Un grito de exigencia y, si no pueden… ¡RENUNCIEN!