/ viernes 5 de octubre de 2018

Infraestructura y energía | Energía para el futuro - 2

Por Eduardo Andrade Iturribarría

Retomando la colaboración de hace 15 días sobre el tema de lo que debiera ser una política energética de corte progresista, insisto en la necesidad de migrar tantas actividades como se pueda al uso de la energía eléctrica, ya que ésta puede provenir de fuentes completamente limpias; hay que entender que ,contrario a la creencia en algunos círculos, el petróleo nunca se acabará y su uso en el futuro mediato será exclusivamente en la petroquímica y no la refinación para acabar usándolo como combustible.

La inversión en refinación debe ser, ahora, exclusivamente para mejorar la capacidad actual, y no para incrementarla. La utilización del carbón como combustible no vino a menos porque éste se hubiera acabado, sino por el advenimiento del petróleo como una alternativa más limpia y mucho más fácil de transportar. Al uso fundamental del petróleo -como combustible para la movilidad- lo reemplazará pronto el transporte que utilice la electricidad.

El dinero que se pensara destinar a las nuevas refinerías sería cuestionable por su monto real -quizá más de 10 mil millones de dólares cada una- , pero sobre todo por la prudencia de destinarlo a ese fin. La refinación es un negocio con una utilidad bastante menor a la observable en las actividades de producción petrolera, pero aun así es suficientemente rentable como para que algún jugador privado quisiera invertir en ella; la función del estado no es utilizar los fondos públicos para dedicarlo a actividades que la iniciativa privada podría emprender si los incentivos económicos y jurídicos fueran los adecuados.

En cambio, llevar al país a un paradigma de transporte eléctrico para el movimiento de carga o la movilidad personal requeriría de apoyo financiero dado que al momento todavía no es una opción más económica que el uso de autos con motor de combustión interna. Pero apoyarlo sería lo correcto. Habría que migrar la flota vehicular gubernamental actual a usar gas natural como combustible, y cuando terminara su vida útil reemplazarla gradualmente a vehículos totalmente eléctricos. Habría que hacer lo mismo con el transporte público de cualquier tipo, y posteriormente también con el transporte de uso privado.

Primero la migración a gas natural y posteriormente a electricidad; en un plazo corto la verificación vehicular con calcomanía doble cero, en las zonas de contingencia ambiental, solamente debiera ser otorgada a los vehículos que no utilicen gasolina o diésel como combustible. Todo esto requiere gastar dinero, pero un gobierno que está dispuesto a hacerlo fomentando y preservando laenergía del pasado -el uso de los combustibles- debiera estar dispuesto a mejor gastarlo en mover el país hacia un mejor futuro.

Podemos escoger ser esclavos del pasado, o dueños del futuro.

eduardoandradeiturribarria@mexiconecesitaingenieros.org

Por Eduardo Andrade Iturribarría

Retomando la colaboración de hace 15 días sobre el tema de lo que debiera ser una política energética de corte progresista, insisto en la necesidad de migrar tantas actividades como se pueda al uso de la energía eléctrica, ya que ésta puede provenir de fuentes completamente limpias; hay que entender que ,contrario a la creencia en algunos círculos, el petróleo nunca se acabará y su uso en el futuro mediato será exclusivamente en la petroquímica y no la refinación para acabar usándolo como combustible.

La inversión en refinación debe ser, ahora, exclusivamente para mejorar la capacidad actual, y no para incrementarla. La utilización del carbón como combustible no vino a menos porque éste se hubiera acabado, sino por el advenimiento del petróleo como una alternativa más limpia y mucho más fácil de transportar. Al uso fundamental del petróleo -como combustible para la movilidad- lo reemplazará pronto el transporte que utilice la electricidad.

El dinero que se pensara destinar a las nuevas refinerías sería cuestionable por su monto real -quizá más de 10 mil millones de dólares cada una- , pero sobre todo por la prudencia de destinarlo a ese fin. La refinación es un negocio con una utilidad bastante menor a la observable en las actividades de producción petrolera, pero aun así es suficientemente rentable como para que algún jugador privado quisiera invertir en ella; la función del estado no es utilizar los fondos públicos para dedicarlo a actividades que la iniciativa privada podría emprender si los incentivos económicos y jurídicos fueran los adecuados.

En cambio, llevar al país a un paradigma de transporte eléctrico para el movimiento de carga o la movilidad personal requeriría de apoyo financiero dado que al momento todavía no es una opción más económica que el uso de autos con motor de combustión interna. Pero apoyarlo sería lo correcto. Habría que migrar la flota vehicular gubernamental actual a usar gas natural como combustible, y cuando terminara su vida útil reemplazarla gradualmente a vehículos totalmente eléctricos. Habría que hacer lo mismo con el transporte público de cualquier tipo, y posteriormente también con el transporte de uso privado.

Primero la migración a gas natural y posteriormente a electricidad; en un plazo corto la verificación vehicular con calcomanía doble cero, en las zonas de contingencia ambiental, solamente debiera ser otorgada a los vehículos que no utilicen gasolina o diésel como combustible. Todo esto requiere gastar dinero, pero un gobierno que está dispuesto a hacerlo fomentando y preservando laenergía del pasado -el uso de los combustibles- debiera estar dispuesto a mejor gastarlo en mover el país hacia un mejor futuro.

Podemos escoger ser esclavos del pasado, o dueños del futuro.

eduardoandradeiturribarria@mexiconecesitaingenieros.org