/ miércoles 29 de noviembre de 2017

Ingreso básico para un México decente

Son muchos los países del mundo (no todos ricos) en los cuales de unos años para acá se ha instrumentado una política en la cual, por el simple hecho de ser ciudadanos del mismo, se tiene derecho a un ingreso económico mínimo entregado por el gobierno.

Dicho ingreso básico busca equilibrar de alguna forma las diferencias que crea en la sociedad el capitalismo salvaje y, sobre todo, acortar las diferencias entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen prácticamente nada a través de un mecanismo básico, cobrar un impuesto a los más ricos para repartirlo entre los que menos tienen.

En la Ciudad de México desde 2014 primero y después en el proceso constituyente el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, con un alto sentido social, detectó que la posibilidad de hacerlo en la ciudad y comprendió las implicaciones que esto tenía para el bienestar de las familias y la inclusión social, uno de los ejes rectores de su gobierno.

Más tardó Miguel Ángel Mancera en plantearlo cuando se juntaron casi de todos los flancos políticos para atacar y bloquear la propuesta con un solo argumento: no hay cómo financiar ese subsidio universal, es un derecho inalcanzable, ilusorio, infinanciable. No deja de llamar la atención que esta férrea oposición a instaurar un ingreso básico no haya sido de los empresarios, sino de las instituciones políticas y sobre todo tecnocráticas.

Incluso, desde algunos sectores de la izquierda y del partido antes hegemónico la radical oposición a la idea del ingreso mínimo garantizado no podía ocultar un interés compartido: el ingreso básico le quitaría legitimidad a ciertos liderazgos gremiales y rompería sus clientelas, sus redes de favores y de intermediación política que se establecen a partir de programas o de subsidios específicos que ellos gestionan y que al desparecer, los dejaría sin forma de chantajear a los beneficiarios con la posibilidad de dejar de recibirlos u obtener ventajas por supuestamente gestionarlos.

El argumento de los opositores es recurrente: no puede haber Ingreso Básico porque no hay dinero, no tiene modo de nacer y menos de expandirse porque nuestra fiscalidad no lo puede sustentar y la verdad es que ese argumento cada vez se demuestra más alejado de la realidad y lo que si demuestra con estas críticas una visión simplista de la forma de financiar al estado con mecanismos redistributivos modernos y de avanzada por ejemplo:

Es perfectamente posible construir una bolsa que pague el ingreso básico y que se llene de un impuesto mínimo del 1% al ingreso de los patrones (incluidos por supuesto los supermillonarios) así como mínimas aportaciones de trabajadores asalariados todo destinado a reconstruir una comunidad solidaria que se nos está rompiendo a causa de la convivencia permanente entre la opulencia y la miseria que viven en el país.

Un Ingreso Básico no solo ayudaría a disminuir las diferencias, sino que ayudaría de manera directa a combatir de manera muy eficiente uno de los principales problemas del país, la pobreza.

De igual forma el Ingreso Básico ayudaría a mantener a flote siempre la economía ya que todos los ciudadanos tendrían dinero para gastar y el mercado interno se volvería un generador de riqueza para las mismas empresas que pagan el impuesto anteriormente mencionado o los trabajadores que mantienen su empleo y aportan a la bolsa que permite ayudar a quienes por el momento están fuera del círculo económico.

En pocas palabras. el ingreso básico, puede llevarnos no solo a construir una sociedad democrática, sino sobre todo a edificar una sociedad decente.

Secretario de Desarrollo Económico de la CdMx

Son muchos los países del mundo (no todos ricos) en los cuales de unos años para acá se ha instrumentado una política en la cual, por el simple hecho de ser ciudadanos del mismo, se tiene derecho a un ingreso económico mínimo entregado por el gobierno.

Dicho ingreso básico busca equilibrar de alguna forma las diferencias que crea en la sociedad el capitalismo salvaje y, sobre todo, acortar las diferencias entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen prácticamente nada a través de un mecanismo básico, cobrar un impuesto a los más ricos para repartirlo entre los que menos tienen.

En la Ciudad de México desde 2014 primero y después en el proceso constituyente el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, con un alto sentido social, detectó que la posibilidad de hacerlo en la ciudad y comprendió las implicaciones que esto tenía para el bienestar de las familias y la inclusión social, uno de los ejes rectores de su gobierno.

Más tardó Miguel Ángel Mancera en plantearlo cuando se juntaron casi de todos los flancos políticos para atacar y bloquear la propuesta con un solo argumento: no hay cómo financiar ese subsidio universal, es un derecho inalcanzable, ilusorio, infinanciable. No deja de llamar la atención que esta férrea oposición a instaurar un ingreso básico no haya sido de los empresarios, sino de las instituciones políticas y sobre todo tecnocráticas.

Incluso, desde algunos sectores de la izquierda y del partido antes hegemónico la radical oposición a la idea del ingreso mínimo garantizado no podía ocultar un interés compartido: el ingreso básico le quitaría legitimidad a ciertos liderazgos gremiales y rompería sus clientelas, sus redes de favores y de intermediación política que se establecen a partir de programas o de subsidios específicos que ellos gestionan y que al desparecer, los dejaría sin forma de chantajear a los beneficiarios con la posibilidad de dejar de recibirlos u obtener ventajas por supuestamente gestionarlos.

El argumento de los opositores es recurrente: no puede haber Ingreso Básico porque no hay dinero, no tiene modo de nacer y menos de expandirse porque nuestra fiscalidad no lo puede sustentar y la verdad es que ese argumento cada vez se demuestra más alejado de la realidad y lo que si demuestra con estas críticas una visión simplista de la forma de financiar al estado con mecanismos redistributivos modernos y de avanzada por ejemplo:

Es perfectamente posible construir una bolsa que pague el ingreso básico y que se llene de un impuesto mínimo del 1% al ingreso de los patrones (incluidos por supuesto los supermillonarios) así como mínimas aportaciones de trabajadores asalariados todo destinado a reconstruir una comunidad solidaria que se nos está rompiendo a causa de la convivencia permanente entre la opulencia y la miseria que viven en el país.

Un Ingreso Básico no solo ayudaría a disminuir las diferencias, sino que ayudaría de manera directa a combatir de manera muy eficiente uno de los principales problemas del país, la pobreza.

De igual forma el Ingreso Básico ayudaría a mantener a flote siempre la economía ya que todos los ciudadanos tendrían dinero para gastar y el mercado interno se volvería un generador de riqueza para las mismas empresas que pagan el impuesto anteriormente mencionado o los trabajadores que mantienen su empleo y aportan a la bolsa que permite ayudar a quienes por el momento están fuera del círculo económico.

En pocas palabras. el ingreso básico, puede llevarnos no solo a construir una sociedad democrática, sino sobre todo a edificar una sociedad decente.

Secretario de Desarrollo Económico de la CdMx