/ viernes 12 de agosto de 2022

Inteligencia artificial: El futuro se hace presente con la esperanza de vivir más y mejor 

Cristóbal Thompson, Director Ejecutivo de AMIIF


En la tercera década del siglo XXI nos vemos rodeados de una serie de avances científicos que rebasan los límites de nuestra imaginación y están directamente relacionados con la inteligencia artificial. Es así como, una vez más, la innovación en el ámbito de la salud nos hace sentir como si hubiéramos llegado al País de las Maravillas del futuro, el cual ahora es una satisfactoria y siempre sorprendente realidad.

En su informe “Aspectos Destacados e Hitos de la Inteligencia Artificial”, Margaretta Colangelo, cofundadora de la compañía de tecnologías de la información Jthereum y ferviente seguidora de los últimos avances científicos y tecnológicos, destaca las implementaciones exitosas de inteligencia artificial en diversos aspectos del cuidado de la salud.

Incluye también análisis detallados de aplicaciones de inteligencia artificial que se han utilizado con éxito en diferentes áreas, para secuenciar el ADN y diagnosticar enfermedades raras; predecir la fibrilación auricular; mejorar el diagnóstico de enfermedades cardíacas; descubrir un nuevo candidato a fármaco para tratar la Covid-19; predecir si una persona experimentará un paro cardíaco; identificar cálculos renales endoscópicos difíciles de detectar y diagnosticar la enfermedad de Parkinson en etapa temprana.

Actualmente varios dispositivos de inteligencia artificial están haciendo acto de presencia en el mundo para ayudar a la humanidad a mejorar su salud, como el primer escáner de ultrasonido de mama portátil del mundo, de tercera dimensión; un kit de detección de cáncer de próstata; un algoritmo para detectar fracturas y lesiones esqueléticas traumáticas, y otro algoritmo para detectar aneurisma cerebral.

Todas estas maravillas ahora nos dan la esperanza de vivir más y mejor, gracias a la colaboración de empresas farmacéuticas -muchas de ellas afiliadas a la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica A.C., AMIIF,- y universidades visionarias, entre las que destacan la Universidad de Stanford, la Universidad Johns Hopkins, la Universidad Nacional de Singapur, el Instituto de Tecnología Karlsruhe, de Alemania, y la Universidad de Lorraine, de Francia, por mencionar a algunas de ellas. Me enorgullece saber que entre estas instituciones de sólida vocación científica está el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

Ahora bien, ante tal explosión de inimaginadas posibilidades impulsadas por la inteligencia artificial, viene el planteamiento de hasta dónde se puede llegar con estos avances, bajo principios éticos y de gobernanza. Al respecto, el célebre astrofísico Stephen Hawking dijo que “nuestro futuro es una carrera entre el creciente poder de la tecnología y la sabiduría con la que hacemos uso de ella.”

La Organización Mundial de la Salud ha publicado su primera guía sobre la Ética y Gobernanza de la Inteligencia Artificial en su uso para la Salud. El informe, de 150 páginas, establece seis principios para el uso ético de la inteligencia artificial:

Los seres humanos deben mantener el control de los sistemas de atención y decisiones médicas; se debe exigir que los productos de inteligencia artificial cumplan con los estándares de seguridad, precisión y eficacia dentro de usos bien definidos; los desarrolladores de inteligencia artificial deben ser transparentes sobre cómo se diseñan y funcionan los productos antes de que se utilicen; las empresas de atención médica que dependen de la inteligencia artificial deben asegurarse de que sea utilizada en las condiciones adecuadas por personal capacitado; la inteligencia artificial debe diseñarse para fomentar la inclusión y la igualdad, y el rendimiento de las aplicaciones de inteligencia artificial debe evaluarse de forma continua y transparente durante el uso real.

Si la inteligencia artificial se emplea con la sabiduría a la que aludía Hawking, tiene el potencial de empoderar a los pacientes y las comunidades para que asuman el control de su propia salud y comprendan mejor sus necesidades.

Siempre bajo principios éticos, con la inteligencia artificial podremos llegar a donde nos lleven la creatividad y la imaginación. En el ámbito de la salud es fundamental fomentar los notables beneficios en cuanto a la prevención de enfermedades, mejora de la salud, así como la prolongación del tiempo y la calidad de vida.

Cristóbal Thompson, Director Ejecutivo de AMIIF


En la tercera década del siglo XXI nos vemos rodeados de una serie de avances científicos que rebasan los límites de nuestra imaginación y están directamente relacionados con la inteligencia artificial. Es así como, una vez más, la innovación en el ámbito de la salud nos hace sentir como si hubiéramos llegado al País de las Maravillas del futuro, el cual ahora es una satisfactoria y siempre sorprendente realidad.

En su informe “Aspectos Destacados e Hitos de la Inteligencia Artificial”, Margaretta Colangelo, cofundadora de la compañía de tecnologías de la información Jthereum y ferviente seguidora de los últimos avances científicos y tecnológicos, destaca las implementaciones exitosas de inteligencia artificial en diversos aspectos del cuidado de la salud.

Incluye también análisis detallados de aplicaciones de inteligencia artificial que se han utilizado con éxito en diferentes áreas, para secuenciar el ADN y diagnosticar enfermedades raras; predecir la fibrilación auricular; mejorar el diagnóstico de enfermedades cardíacas; descubrir un nuevo candidato a fármaco para tratar la Covid-19; predecir si una persona experimentará un paro cardíaco; identificar cálculos renales endoscópicos difíciles de detectar y diagnosticar la enfermedad de Parkinson en etapa temprana.

Actualmente varios dispositivos de inteligencia artificial están haciendo acto de presencia en el mundo para ayudar a la humanidad a mejorar su salud, como el primer escáner de ultrasonido de mama portátil del mundo, de tercera dimensión; un kit de detección de cáncer de próstata; un algoritmo para detectar fracturas y lesiones esqueléticas traumáticas, y otro algoritmo para detectar aneurisma cerebral.

Todas estas maravillas ahora nos dan la esperanza de vivir más y mejor, gracias a la colaboración de empresas farmacéuticas -muchas de ellas afiliadas a la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica A.C., AMIIF,- y universidades visionarias, entre las que destacan la Universidad de Stanford, la Universidad Johns Hopkins, la Universidad Nacional de Singapur, el Instituto de Tecnología Karlsruhe, de Alemania, y la Universidad de Lorraine, de Francia, por mencionar a algunas de ellas. Me enorgullece saber que entre estas instituciones de sólida vocación científica está el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

Ahora bien, ante tal explosión de inimaginadas posibilidades impulsadas por la inteligencia artificial, viene el planteamiento de hasta dónde se puede llegar con estos avances, bajo principios éticos y de gobernanza. Al respecto, el célebre astrofísico Stephen Hawking dijo que “nuestro futuro es una carrera entre el creciente poder de la tecnología y la sabiduría con la que hacemos uso de ella.”

La Organización Mundial de la Salud ha publicado su primera guía sobre la Ética y Gobernanza de la Inteligencia Artificial en su uso para la Salud. El informe, de 150 páginas, establece seis principios para el uso ético de la inteligencia artificial:

Los seres humanos deben mantener el control de los sistemas de atención y decisiones médicas; se debe exigir que los productos de inteligencia artificial cumplan con los estándares de seguridad, precisión y eficacia dentro de usos bien definidos; los desarrolladores de inteligencia artificial deben ser transparentes sobre cómo se diseñan y funcionan los productos antes de que se utilicen; las empresas de atención médica que dependen de la inteligencia artificial deben asegurarse de que sea utilizada en las condiciones adecuadas por personal capacitado; la inteligencia artificial debe diseñarse para fomentar la inclusión y la igualdad, y el rendimiento de las aplicaciones de inteligencia artificial debe evaluarse de forma continua y transparente durante el uso real.

Si la inteligencia artificial se emplea con la sabiduría a la que aludía Hawking, tiene el potencial de empoderar a los pacientes y las comunidades para que asuman el control de su propia salud y comprendan mejor sus necesidades.

Siempre bajo principios éticos, con la inteligencia artificial podremos llegar a donde nos lleven la creatividad y la imaginación. En el ámbito de la salud es fundamental fomentar los notables beneficios en cuanto a la prevención de enfermedades, mejora de la salud, así como la prolongación del tiempo y la calidad de vida.