/ viernes 23 de abril de 2021

Inteligencia para la seguridad

Por Gustavo Mauricio Bastién Olvera


En la cultura popular, las agencias de inteligencia se suelen confundir con agencias de espionaje que recaban información secreta para apoyar al régimen político en turno, y hacerle el trabajo sucio. Sin embargo, es pertinente aclarar estos conceptos y resaltar la importancia de fortalecer las agencias de inteligencia en favor de la sociedad en su conjunto. Para ello, en el marco de los trabajos de Live Forecasting del Center for Security and Emerging Technology de la Universidad de Georgetown, se realizó la presentación del libro: “Inteligencia para la seguridad: mitos y realidad. La experiencia de México”, sus coordinadores María Cristina Rosas González y Juan Guillermo Mendoza Bazán, presentan, a través de capítulos escritos por plumas expertas en la materia, un panorama muy completo que va desde el análisis conceptual hasta temas coyunturales.


En primer lugar, María Cristina Rosas hace énfasis en que no toda la información se puede considerar como inteligencia, sino más bien requiere pasar por un ciclo que incluye: i) la planeación; ii) la recolección; iii) el procesamiento; iv) el análisis; v) la interpretación, y vi) la diseminación a las autoridades. Una vez completo este ciclo, la información puede ser considerada como un producto de inteligencia. De igual forma, recalca que no todos los niveles de inteligencia son iguales, y en México se ha abusado de la inteligencia táctica en favor de la seguridad pública y se ha dejado de lado la inteligencia estratégica con una visión prospectiva.


Asimismo, recuerda las diferencias entre los desarrollos de las agencias de Inteligencia en México y Estados Unidos. La entonces Dirección Federal de Seguridad, nace de la necesidad por blindar a un régimen político y emana de un decreto presidencial. Mientras que la actual Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) ve la luz de la mano del Congreso, un órgano bipartidista, lo que la blinda de procesos políticos.


Por su parte, Guillermo Mendoza, presenta que el trabajo de un servicio inteligencia va mucho más allá de lo operativo, del clásico cuasi superhombre estilo James Bond, y también incluye un trabajo de escritorio principalmente realizado con la inteligencia estratégica. En este sentido, explica cómo se debe desarrollar la inteligencia en los países con democracias recientes, y recuerda lo postulado por la experta rumana Irena Dumitru sobre la necesidad de comprender la inteligencia estratégica como una actividad que busca preservar la integridad del estado, no solo del gobierno. Con ello, se pueden impulsar a los ciudadanos para que se vuelvan “pronsumidores” de inteligencia, al producir y consumir inteligencia, como se hace en Estados Unidos con la campaña “Si ve algo, diga algo”.


Asimismo, bajo esta óptica de un sentido de corresponsabilidad, analiza la necesidad de que los servicios de inteligencia cuenten con mecanismos de rendición de cuentas. Sin perder de vista la necesidad de mantener los niveles de acceso a la información y así mantener un balance entre democracia y la secrecía.


Otro capítulo que por la actual coyuntura vale la pena resaltar, en especial considerando cómo los cárteles de la droga han hecho uso de las redes sociales últimamente, es el de Cinzia Luna, quien reconoce que la Inteligencia de Redes Sociales (SOCMINT, por sus siglas en inglés) sirve para entender los procesos que pueden abonar o debilitar a las democracias y la seguridad. Si bien en un inicio las redes sociales se podían entender como una herramienta democratizadora que llevó a proceso como la Primavera Árabe, ahora son uno de los disruptores más grandes que tiene la política. Por ello, es pertinente saber analizarlas e interpretarlas para producir inteligencia en beneficio de la seguridad de la nación, incluyendo la población.


En suma, esta obra hace un aporte innovador a la literatura producida en México sobre temas de seguridad nacional y pública. Pone sobre la mesa reflexiones necesarias en un contexto de incertidumbre en el que el análisis prospectivo se ha vuelto trascendental.




Líder de uno de los grupos de Forecasters del programa Foretell del Center for Security and Emerging Technology de la Universidad de Georgetown.

Por Gustavo Mauricio Bastién Olvera


En la cultura popular, las agencias de inteligencia se suelen confundir con agencias de espionaje que recaban información secreta para apoyar al régimen político en turno, y hacerle el trabajo sucio. Sin embargo, es pertinente aclarar estos conceptos y resaltar la importancia de fortalecer las agencias de inteligencia en favor de la sociedad en su conjunto. Para ello, en el marco de los trabajos de Live Forecasting del Center for Security and Emerging Technology de la Universidad de Georgetown, se realizó la presentación del libro: “Inteligencia para la seguridad: mitos y realidad. La experiencia de México”, sus coordinadores María Cristina Rosas González y Juan Guillermo Mendoza Bazán, presentan, a través de capítulos escritos por plumas expertas en la materia, un panorama muy completo que va desde el análisis conceptual hasta temas coyunturales.


En primer lugar, María Cristina Rosas hace énfasis en que no toda la información se puede considerar como inteligencia, sino más bien requiere pasar por un ciclo que incluye: i) la planeación; ii) la recolección; iii) el procesamiento; iv) el análisis; v) la interpretación, y vi) la diseminación a las autoridades. Una vez completo este ciclo, la información puede ser considerada como un producto de inteligencia. De igual forma, recalca que no todos los niveles de inteligencia son iguales, y en México se ha abusado de la inteligencia táctica en favor de la seguridad pública y se ha dejado de lado la inteligencia estratégica con una visión prospectiva.


Asimismo, recuerda las diferencias entre los desarrollos de las agencias de Inteligencia en México y Estados Unidos. La entonces Dirección Federal de Seguridad, nace de la necesidad por blindar a un régimen político y emana de un decreto presidencial. Mientras que la actual Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) ve la luz de la mano del Congreso, un órgano bipartidista, lo que la blinda de procesos políticos.


Por su parte, Guillermo Mendoza, presenta que el trabajo de un servicio inteligencia va mucho más allá de lo operativo, del clásico cuasi superhombre estilo James Bond, y también incluye un trabajo de escritorio principalmente realizado con la inteligencia estratégica. En este sentido, explica cómo se debe desarrollar la inteligencia en los países con democracias recientes, y recuerda lo postulado por la experta rumana Irena Dumitru sobre la necesidad de comprender la inteligencia estratégica como una actividad que busca preservar la integridad del estado, no solo del gobierno. Con ello, se pueden impulsar a los ciudadanos para que se vuelvan “pronsumidores” de inteligencia, al producir y consumir inteligencia, como se hace en Estados Unidos con la campaña “Si ve algo, diga algo”.


Asimismo, bajo esta óptica de un sentido de corresponsabilidad, analiza la necesidad de que los servicios de inteligencia cuenten con mecanismos de rendición de cuentas. Sin perder de vista la necesidad de mantener los niveles de acceso a la información y así mantener un balance entre democracia y la secrecía.


Otro capítulo que por la actual coyuntura vale la pena resaltar, en especial considerando cómo los cárteles de la droga han hecho uso de las redes sociales últimamente, es el de Cinzia Luna, quien reconoce que la Inteligencia de Redes Sociales (SOCMINT, por sus siglas en inglés) sirve para entender los procesos que pueden abonar o debilitar a las democracias y la seguridad. Si bien en un inicio las redes sociales se podían entender como una herramienta democratizadora que llevó a proceso como la Primavera Árabe, ahora son uno de los disruptores más grandes que tiene la política. Por ello, es pertinente saber analizarlas e interpretarlas para producir inteligencia en beneficio de la seguridad de la nación, incluyendo la población.


En suma, esta obra hace un aporte innovador a la literatura producida en México sobre temas de seguridad nacional y pública. Pone sobre la mesa reflexiones necesarias en un contexto de incertidumbre en el que el análisis prospectivo se ha vuelto trascendental.




Líder de uno de los grupos de Forecasters del programa Foretell del Center for Security and Emerging Technology de la Universidad de Georgetown.