/ jueves 11 de enero de 2018

Intervención en los comicios

La administración de los Estados Unidos sostiene haber detectado la intervención de Rusia en el proceso electoral de México. El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca alude en el caso a las herramientas cibernéticas que se utilizan, añadiendo que “ya han visto señales iniciales en la campaña presidencial mexicana”. En lo anterior yo distingo dos vertientes, una basada en el dominio cibernético que tienen los norteamericanos y que puede derivar en afirmaciones ciertas, probables y comprobables, y otra en que precisamente por ese dominio sea factible que se atribuya esa información sin fundamento y tendenciosamente. No obstante en ambos casos se trata de un hecho alarmante, puesto que incidiría negativamente en la campaña presidencial. Completo lo dicho con lo publicado en EL SOL DE MÉXICO (v. edición del lunes 8 de enero) de lo cual se desprende el peligro que corre la democracia en México habida cuenta de los hackers o piratas informáticos.

Ahora bien, sería ingenuo suponer que las elecciones de este año son un asunto de la exclusiva competencia e interés de los mexicanos. México es un país clave en la geopolítica del mundo, obviamente para los Estados Unidos aunque a Europa y a la llamada cuenca del pacífico les interesamos particularmente. Un dato relevante es que en opinión de Edward Snowden la verdadera batalla se librará el próximo domingo 1º de julio “en las redes de los noventa y seis millones de usuarios de celulares activos en México”. El peligro es mayúsculo. A través de las redes sociales será posible determinar indirectamente el voto mediante la manipulación de la conciencia, y por ende de la voluntad de los electores. O sea, no se dirá por qué partido o candidato votar pero se manejarán ideas, tendencias de pensamiento, opiniones, que guiarán la mano del votante. Lo evidente es que nunca antes México estuvo expuesto a esas circunstancias. A mi juicio, repito, el problema es muy claro: la democracia sometida a un serio peligro. El problema, por lo tanto, se halla detectado; sin embargo cómo evitarlo, con qué clase de tecnología. Este camino es sinuoso, complejo y hasta peligroso, ya que es una guerra en un terreno que aunque conocido está lleno de vericuetos y desviaciones riesgosas. Además, el peligro al que me refiero incumbe a todos los partidos y candidatos, pudiendo alterar de manera irreversible los resultados de la contienda electoral. ¿Qué hacer? Desde mi punto de vista sólo hay una solución para enfrentar aquél: unas elecciones claras, directas, evidentes, es decir, en que las propuestas de los candidatos sean materia analizable, digerible, ponderable, y en que se lleve al elector a razonar, a medir pros y contras. En consecuencia, un terreno minado con ofensas, con ideas vagas y razonamientos poco sólidos, repleto de ideas banales, triviales, insubstanciales, sin consistencia que permita analizarlas, no le proporciona al elector materia prima para expresar su criterio. La influencia de los medios cibernéticos se puede minimizar o anular si los candidatos no le dan valor e importancia al elemento primordial de la democracia, que es exponer ideas y argumentos sólidos a favor de una tendencia política. Por eso es tan importante que el elector maneje substancia y contenido. Lo delicado al respecto es que ya hay algunas señales de lo contrario. Lo deseable, pues, es que en una “democracia expuesta a la intervención” se defienda el valor común, que pertenece a todos, de la democracia; la que no debe ser una “democracia para mí”, para un grupo, sino un factor de análisis para decidir lo que mejor convenga a México.

@RaulCarranca

www.facebook.com/despacho.raulcarranca      

La administración de los Estados Unidos sostiene haber detectado la intervención de Rusia en el proceso electoral de México. El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca alude en el caso a las herramientas cibernéticas que se utilizan, añadiendo que “ya han visto señales iniciales en la campaña presidencial mexicana”. En lo anterior yo distingo dos vertientes, una basada en el dominio cibernético que tienen los norteamericanos y que puede derivar en afirmaciones ciertas, probables y comprobables, y otra en que precisamente por ese dominio sea factible que se atribuya esa información sin fundamento y tendenciosamente. No obstante en ambos casos se trata de un hecho alarmante, puesto que incidiría negativamente en la campaña presidencial. Completo lo dicho con lo publicado en EL SOL DE MÉXICO (v. edición del lunes 8 de enero) de lo cual se desprende el peligro que corre la democracia en México habida cuenta de los hackers o piratas informáticos.

Ahora bien, sería ingenuo suponer que las elecciones de este año son un asunto de la exclusiva competencia e interés de los mexicanos. México es un país clave en la geopolítica del mundo, obviamente para los Estados Unidos aunque a Europa y a la llamada cuenca del pacífico les interesamos particularmente. Un dato relevante es que en opinión de Edward Snowden la verdadera batalla se librará el próximo domingo 1º de julio “en las redes de los noventa y seis millones de usuarios de celulares activos en México”. El peligro es mayúsculo. A través de las redes sociales será posible determinar indirectamente el voto mediante la manipulación de la conciencia, y por ende de la voluntad de los electores. O sea, no se dirá por qué partido o candidato votar pero se manejarán ideas, tendencias de pensamiento, opiniones, que guiarán la mano del votante. Lo evidente es que nunca antes México estuvo expuesto a esas circunstancias. A mi juicio, repito, el problema es muy claro: la democracia sometida a un serio peligro. El problema, por lo tanto, se halla detectado; sin embargo cómo evitarlo, con qué clase de tecnología. Este camino es sinuoso, complejo y hasta peligroso, ya que es una guerra en un terreno que aunque conocido está lleno de vericuetos y desviaciones riesgosas. Además, el peligro al que me refiero incumbe a todos los partidos y candidatos, pudiendo alterar de manera irreversible los resultados de la contienda electoral. ¿Qué hacer? Desde mi punto de vista sólo hay una solución para enfrentar aquél: unas elecciones claras, directas, evidentes, es decir, en que las propuestas de los candidatos sean materia analizable, digerible, ponderable, y en que se lleve al elector a razonar, a medir pros y contras. En consecuencia, un terreno minado con ofensas, con ideas vagas y razonamientos poco sólidos, repleto de ideas banales, triviales, insubstanciales, sin consistencia que permita analizarlas, no le proporciona al elector materia prima para expresar su criterio. La influencia de los medios cibernéticos se puede minimizar o anular si los candidatos no le dan valor e importancia al elemento primordial de la democracia, que es exponer ideas y argumentos sólidos a favor de una tendencia política. Por eso es tan importante que el elector maneje substancia y contenido. Lo delicado al respecto es que ya hay algunas señales de lo contrario. Lo deseable, pues, es que en una “democracia expuesta a la intervención” se defienda el valor común, que pertenece a todos, de la democracia; la que no debe ser una “democracia para mí”, para un grupo, sino un factor de análisis para decidir lo que mejor convenga a México.

@RaulCarranca

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