/ miércoles 12 de enero de 2022

Inútil trivialización de las derechas

Transformación Creativa

“Es más fácil escuchar e improvisar que sentarse día tras día y penetrar las capas de lo mundano y lo trivial en búsqueda de lo profundo”.

John Katzenbach


Por. José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

Trivializar las grandes transformaciones y los profundos cambios de la vida sociopolítica de los estados y las naciones, ha sido una estrategia muy usada por quienes desde sus trincheras pretenden conservar, o a lo más gatopardear, las innovaciones provocadas por las reflexiones derivadas de yerros, fracasos y lastres que impiden los avances o provocan los retrocesos de sistemas socioeconómicos apadrinados y ensayados por aquellos que pretenden regir verticalmente la vida de los pueblos.

Quienes a lo largo de la Historia se han sostenido en sistemas clasistas, y por tanto excluyentes, esgrimen estrategias similares, cuyo fin es deslegitimar las causas a través de su desdén, de la denigración o de su trivialización, a fin de truquear esos temas en puntos de una agenda política que las moldee y despoje del espíritu fraternal, igualitario y libertario que las nutre, para así insertarlas en la jerga lucidora y frívola del discurso demagógico.

Aprovechándose de avances tecnológicos que enlazan y globalizan la comunicación entre la mayor parte de nuestra sociedad, junto al pasmo social provocado por la necesidad del autoaislamiento preventivo ante la Covid y sus mutaciones, las derechas del mundo se han parapetado en esa estrategia trivializadora a fin de rehuir al debate de altura al que convocan circunstancias internas y externas que han demostrado la letalidad de sus empeños al transformar los derechos en negocios, al afianzar gobiernos gerenciales y al dislocar las luchas colectivas a favor de un egoísmo individual que es letal para el espíritu comunitario que nos define como humanidad.

Así lo acredita la constancia del denuesto y la caricaturización de los conservadores mexicanos y sus aliados gatopardistas, quienes un día sí y otro también rehúyen a través de la burla y la diatriba el verdadero debate nacional al que invita en su forma y en su fondo un gobierno popular que está transformando al México Profundo, a un Estado Nación cuya gesta tiene mucho que aportar a la reflexión que hoy nos está permitiendo descolonizar nuestro pensamiento e ideología en aras de escudriñar todos sus claros y oscuros y en pos de recuperar un pasado pletórico de grandezas que promueve reconstruir nuestro contrato social en función a sus legítimas e históricas causas, las que magistralmente compiló Morelos en sus Sentimientos de la Nación, esos que de manera vibrante nutrieron el programa de Conmemoraciones del 2021, cuyo contenido intentó ser soslayado por los “caudillos culturales del neoliberalismo”, aunque su febril actividad de desprestigio no mermó un ápice el impacto positivo que dichos eventos causaron en el seno del pueblo mexicano, sobre todo entre los pueblos originarios a quienes, además de reconocerles sus cinco centurias de resistencia, fueron sujetos de la pública demanda de su perdón y del inicio de un proceso de reparación impensable para esos que defienden a capa y espada la mal llamada Conquista y Occidentalización de la barbarie, conceptos vertidos por quienes añoran imperios y sociedades fincadas en purezas de sangre y en división social, en castas explotables y explotadas a favor de la minoría rapaz y usurpadora de siempre.

Esta estrategia conservadora se exhibió plenamente a través de la crítica estridente y la ausencia de solidaridad nacional expuesta ante la justa, puntual y legitima demanda presidencial al Reino de España de una petición de perdón a los pueblos originarios sumidos en la esclavitud fáctica que implicó la llamada conquista y que a través de varias acciones propició el aniquilamiento de un importante número de pobladores.

En tanto que las autoridades conservadoras de la España monárquica expusieron su total descortesía y su adhesión a la trivialización y la burla como instrumentos de ataque, el Estado Mexicano, a través del Presidente de México, sí solicitó perdones a Mayas y Yaquis por los latrocinios provocados por nuestros antecesores, y así lo hizo también ante la Comunidad China en Torreón, víctima de una irracionalidad nutrida de xenofobia que en 1911 acabó con la vida de más de 700 chinos afincados en la Comarca Lagunera.

Este es uno de los múltiples ejemplos que la historiografía podrá aportar a favor de la profunda transformación moral y cultural gestada por el actual régimen, y que en contrapunto podrá exhibir la miseria intelectual de las voces del conservadurismo mexicano actual.

Coincidimos con la sagacidad del periodista y escritor estadunidense Katzenbach, para el cual improvisar y escuchar es más fácil que sentarse a reflexionar día a día a efecto de penetrar la profundidad de las transformaciones sociales que surgirán fortalecidas de la mundanidad y trivialización con las que pretende disolverlas esa facción conservadora de una historia patriarcal y abyecta que se niega a morir.


Transformación Creativa

“Es más fácil escuchar e improvisar que sentarse día tras día y penetrar las capas de lo mundano y lo trivial en búsqueda de lo profundo”.

John Katzenbach


Por. José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

Trivializar las grandes transformaciones y los profundos cambios de la vida sociopolítica de los estados y las naciones, ha sido una estrategia muy usada por quienes desde sus trincheras pretenden conservar, o a lo más gatopardear, las innovaciones provocadas por las reflexiones derivadas de yerros, fracasos y lastres que impiden los avances o provocan los retrocesos de sistemas socioeconómicos apadrinados y ensayados por aquellos que pretenden regir verticalmente la vida de los pueblos.

Quienes a lo largo de la Historia se han sostenido en sistemas clasistas, y por tanto excluyentes, esgrimen estrategias similares, cuyo fin es deslegitimar las causas a través de su desdén, de la denigración o de su trivialización, a fin de truquear esos temas en puntos de una agenda política que las moldee y despoje del espíritu fraternal, igualitario y libertario que las nutre, para así insertarlas en la jerga lucidora y frívola del discurso demagógico.

Aprovechándose de avances tecnológicos que enlazan y globalizan la comunicación entre la mayor parte de nuestra sociedad, junto al pasmo social provocado por la necesidad del autoaislamiento preventivo ante la Covid y sus mutaciones, las derechas del mundo se han parapetado en esa estrategia trivializadora a fin de rehuir al debate de altura al que convocan circunstancias internas y externas que han demostrado la letalidad de sus empeños al transformar los derechos en negocios, al afianzar gobiernos gerenciales y al dislocar las luchas colectivas a favor de un egoísmo individual que es letal para el espíritu comunitario que nos define como humanidad.

Así lo acredita la constancia del denuesto y la caricaturización de los conservadores mexicanos y sus aliados gatopardistas, quienes un día sí y otro también rehúyen a través de la burla y la diatriba el verdadero debate nacional al que invita en su forma y en su fondo un gobierno popular que está transformando al México Profundo, a un Estado Nación cuya gesta tiene mucho que aportar a la reflexión que hoy nos está permitiendo descolonizar nuestro pensamiento e ideología en aras de escudriñar todos sus claros y oscuros y en pos de recuperar un pasado pletórico de grandezas que promueve reconstruir nuestro contrato social en función a sus legítimas e históricas causas, las que magistralmente compiló Morelos en sus Sentimientos de la Nación, esos que de manera vibrante nutrieron el programa de Conmemoraciones del 2021, cuyo contenido intentó ser soslayado por los “caudillos culturales del neoliberalismo”, aunque su febril actividad de desprestigio no mermó un ápice el impacto positivo que dichos eventos causaron en el seno del pueblo mexicano, sobre todo entre los pueblos originarios a quienes, además de reconocerles sus cinco centurias de resistencia, fueron sujetos de la pública demanda de su perdón y del inicio de un proceso de reparación impensable para esos que defienden a capa y espada la mal llamada Conquista y Occidentalización de la barbarie, conceptos vertidos por quienes añoran imperios y sociedades fincadas en purezas de sangre y en división social, en castas explotables y explotadas a favor de la minoría rapaz y usurpadora de siempre.

Esta estrategia conservadora se exhibió plenamente a través de la crítica estridente y la ausencia de solidaridad nacional expuesta ante la justa, puntual y legitima demanda presidencial al Reino de España de una petición de perdón a los pueblos originarios sumidos en la esclavitud fáctica que implicó la llamada conquista y que a través de varias acciones propició el aniquilamiento de un importante número de pobladores.

En tanto que las autoridades conservadoras de la España monárquica expusieron su total descortesía y su adhesión a la trivialización y la burla como instrumentos de ataque, el Estado Mexicano, a través del Presidente de México, sí solicitó perdones a Mayas y Yaquis por los latrocinios provocados por nuestros antecesores, y así lo hizo también ante la Comunidad China en Torreón, víctima de una irracionalidad nutrida de xenofobia que en 1911 acabó con la vida de más de 700 chinos afincados en la Comarca Lagunera.

Este es uno de los múltiples ejemplos que la historiografía podrá aportar a favor de la profunda transformación moral y cultural gestada por el actual régimen, y que en contrapunto podrá exhibir la miseria intelectual de las voces del conservadurismo mexicano actual.

Coincidimos con la sagacidad del periodista y escritor estadunidense Katzenbach, para el cual improvisar y escuchar es más fácil que sentarse a reflexionar día a día a efecto de penetrar la profundidad de las transformaciones sociales que surgirán fortalecidas de la mundanidad y trivialización con las que pretende disolverlas esa facción conservadora de una historia patriarcal y abyecta que se niega a morir.


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