Para el valiente Felipe, mi sobrino que emigró
Enrique Saavedra es uno de los pilares de la actividad en La capilla, el mítico espacio fundado por Salvador Novo hace tres cuartos de siglo, y que en las últimas décadas ha sido administrado por la compañía Los endebles con Boris Shoemann al frente.
Entre las múltiples actividades que Enrique realiza están la difusión y las relaciones públicas de las obras que ahí se presentan. A su invitación e insistencia debo agradecer haber disfrutado de varios montajes maravillosos.
Esto sucedió con “Invierno”, que una y otra vez Enrique me recomendó.
La obra se presentaba sólo los lunes y moviendo 47 cosas en mis múltiples actividades logré acudir a su última función el pasado lunes 26 de agosto. Luego de ver la muy buena puesta en escena lamenté no haber ido antes para poder recomendarla.
Pero como el destino es impredecible, al final de la presentación anunciaron que debido a la enorme recepción que había tenido la temporada se extendía, ahora a todos los domingos de septiembre, en el pequeño foro Novo, que forma parte de las mismas instalaciones.
La función la vi acompañado de mi amigo José Luis Reyes, quien al termino de la misma me dijo: “¡Me encantó!, pero tengo una pregunta. ¿Cómo es que algo tan sencillo, simple, aparentemente sin nada interesante, puede ser tan interesante y emotivo?”
En la misma pregunta que se hacía Luis estaba la respuesta.
Escrita y actuada por Cristian Lara, “Invierno” es una historia honesta, directa, que en su sencillez radica su complejidad. “Invierno” podría ser la vida de cualquiera de los espectadores que la disfrutamos.
Un chico narra su vida desde pequeño hasta que desilusionado por el amor emigra y llega a un pueblo nórdico donde el frío es el denominador común, de ahí el título de la puesta en escena.
Ah, junto con el amigo con el que comparte casa, comienza a descubrir y a vivir el verdadero sentido de la existencia.
Dirigida por Antón Araiza, la puesta en escena está llena de ingenio, de guiños al espectador con los que la empatía crece y crece y crece.
Escenas como la del despegue del avión no solamente son un momento más que hilarante, sino que conecta con cada espectador a quienes con seguridad, como me sucedió y le pasó a mi amigo Luis, nos hizo recordar esa primera vez en que subimos a un avión.
Y como ésa, muchas otras.
Simple, como ya lo dije, de ahí la empatía con el público y tan bien escrita, dirigida y actuada, con tanta verdad y honestidad que se conecta directamente al sentimiento y se vuelve entrañable.
Emilio Zurita, con escenografía e iluminación, redondea este montaje que, nos informaron en esa “última” función es además el nacimiento de la compañía Teatro bajo la lluvia, de la cual esperamos muchas más producciones igualmente estupendas.
“Invierno” es resultado del trabajo que La capilla desarrolla en su programa Incubadora de producción, que si generará montajes como éste hay que apoyarla al 100 por ciento.
Felicidades a Cristian y Antón por este brillante trabajo; y felicidades a Boris, a Enrique y a todos Los endebles por su labor, tan, tan, tan fructífera.
Por cierto, ya nos hace falta una reposición de la obra que dio nombre a esta compañía: “Los endebles”.