/ sábado 16 de octubre de 2021

José Guadalupe Posada: Jugar callejero

Pronto estaremos llegando a los días de muertos, de la flor de “cempohualxóchitl” (cempasúchil), de los altares conmemorativos y sus ofrendas, y obviamente de la famosa “Catrina”, y de las calaveras.

Y que mejor referente de la representatividad de esos días que el artista del buril, el aguascalentense José Guadalupe Posada (1852-1913). El arte gráfico de México no estaría completo sin este famoso litógrafo y grabador de los más notables por su extraordinaria sensibilidad creadora.

El escritor Antonio Robles lo presenta en su exacta dimensión: “Estamos ante un muchacho -dice - que allá en la ciudad provinciana de Aguascalientes, en el silencio, en la paz tantas veces amodorrada de las ciudades del interior, en vez de adormilar su vida él también, y en vez de hacer de su oficio una rutina, lo va transformando en arte personal, porque el germen que lleva adentro no lo puede acallar, y en lugar de hacerse maestro de conocimientos por la constancia diaria, el oficio le ofrece para crear y acaso para soñar”.

Gente humilde, José Guadalupe Posada, con su honda raíz popular y ese perfil de auténtica modestia, lo refleja en sus obras, animadas con el entusiasmo y con la gracia, pero también envueltas en la profunda preocupación social de su tiempo.

Ahí están, para que lo recordemos, sus “corridos de las bicicletas” adornados con esqueletos de ciclistas y con ruedas esqueléticas. El lápiz graso sobre la piedra caliza, afinando con ironía en las hojas volanderas, las líneas del arte, pero también las del vuelo de la intención humanista.

José Guadalupe Posada era como un juglar callejero. Quienes no sabían leer conocían la noticia, la “terrible y verdadera noticia” del drama cotidiano, comentado en las caricaturas que circulaban en hojas de papel de colores como anuncios de feria pueblerina, como su “juego de la oca” o sus calaveras bullangueras o sus corridos y coplas de doble sentido.

Quienes trataron de cerca al genial grabador, aseguran que dejó más de 20 mil dibujos, todos de excepcional calidad estética y de ese soplo insospechado que por mucho tiempo le habría de sostener en el aire del pueblo mexicano.

Los trazos de Posada afirman sus biógrafos, son como palpitaciones que nos dan el curso de la historia contemporánea de México. Tal parece que dibujo a dibujo, creaba a los personajes y a las circunstancias.

Al hablar de Posada, no podemos dejar de pensar en “La Catrina”, conocida y vista por todo el planeta. “Como me ves, te verás” … pretende divulgar el trabajo y la historia de una de las figuras más representativas del arte popular mexicano. Las Catrinas

se convirtieron en un símbolo popular durante la Revolución Mexicana y posteriormente en un elemento indispensable representativo en la cultura mexicana de la tradición ancestral del “Día de los Muertos”, son la fusión entre la creencia de los indígenas y la sátira a una nueva sociedad pretenciosa. Posada con este ícono quiso decir: al final todos terminamos siendo lo mismo, es decir…” Como me ves, te verás” …

Don Lupe, el genial Don Lupe, permanece entre nosotros con el mismo fervor cordial con que le llamaban sus admiradores y amigos de su obra. Su buril agudo sirvió para señalar, con fino humor y con fantasía arrolladora, la luz y la sombra de un nuevo país que surgía diferente en el siglo 20.


Fundador de Notimex

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx

Pronto estaremos llegando a los días de muertos, de la flor de “cempohualxóchitl” (cempasúchil), de los altares conmemorativos y sus ofrendas, y obviamente de la famosa “Catrina”, y de las calaveras.

Y que mejor referente de la representatividad de esos días que el artista del buril, el aguascalentense José Guadalupe Posada (1852-1913). El arte gráfico de México no estaría completo sin este famoso litógrafo y grabador de los más notables por su extraordinaria sensibilidad creadora.

El escritor Antonio Robles lo presenta en su exacta dimensión: “Estamos ante un muchacho -dice - que allá en la ciudad provinciana de Aguascalientes, en el silencio, en la paz tantas veces amodorrada de las ciudades del interior, en vez de adormilar su vida él también, y en vez de hacer de su oficio una rutina, lo va transformando en arte personal, porque el germen que lleva adentro no lo puede acallar, y en lugar de hacerse maestro de conocimientos por la constancia diaria, el oficio le ofrece para crear y acaso para soñar”.

Gente humilde, José Guadalupe Posada, con su honda raíz popular y ese perfil de auténtica modestia, lo refleja en sus obras, animadas con el entusiasmo y con la gracia, pero también envueltas en la profunda preocupación social de su tiempo.

Ahí están, para que lo recordemos, sus “corridos de las bicicletas” adornados con esqueletos de ciclistas y con ruedas esqueléticas. El lápiz graso sobre la piedra caliza, afinando con ironía en las hojas volanderas, las líneas del arte, pero también las del vuelo de la intención humanista.

José Guadalupe Posada era como un juglar callejero. Quienes no sabían leer conocían la noticia, la “terrible y verdadera noticia” del drama cotidiano, comentado en las caricaturas que circulaban en hojas de papel de colores como anuncios de feria pueblerina, como su “juego de la oca” o sus calaveras bullangueras o sus corridos y coplas de doble sentido.

Quienes trataron de cerca al genial grabador, aseguran que dejó más de 20 mil dibujos, todos de excepcional calidad estética y de ese soplo insospechado que por mucho tiempo le habría de sostener en el aire del pueblo mexicano.

Los trazos de Posada afirman sus biógrafos, son como palpitaciones que nos dan el curso de la historia contemporánea de México. Tal parece que dibujo a dibujo, creaba a los personajes y a las circunstancias.

Al hablar de Posada, no podemos dejar de pensar en “La Catrina”, conocida y vista por todo el planeta. “Como me ves, te verás” … pretende divulgar el trabajo y la historia de una de las figuras más representativas del arte popular mexicano. Las Catrinas

se convirtieron en un símbolo popular durante la Revolución Mexicana y posteriormente en un elemento indispensable representativo en la cultura mexicana de la tradición ancestral del “Día de los Muertos”, son la fusión entre la creencia de los indígenas y la sátira a una nueva sociedad pretenciosa. Posada con este ícono quiso decir: al final todos terminamos siendo lo mismo, es decir…” Como me ves, te verás” …

Don Lupe, el genial Don Lupe, permanece entre nosotros con el mismo fervor cordial con que le llamaban sus admiradores y amigos de su obra. Su buril agudo sirvió para señalar, con fino humor y con fantasía arrolladora, la luz y la sombra de un nuevo país que surgía diferente en el siglo 20.


Fundador de Notimex

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx