/ miércoles 20 de diciembre de 2017

Jóvenes y rendición de cuentas

Ahora que estamos en plenas precampañas políticas, escuchamos propuestas -y también ocurrencias- para hacer frente tanto a los diferentes retos nacionales como a los problemas que viven los distintos sectores de la población.

Un grupo que es clave atender es el de los jóvenes. Se trata de casi 37.5 millones de hombres y mujeres, entre los 12 y 29 años de edad, que representan el 31.4% de la población nacional y que viven múltiples amenazas: falta de espacios para estudiar, obstáculos para conseguir un empleo digno, riesgo de drogas y alcohol, entornos de violencia, feminicidios, embarazos no deseados y una larga lista de pendientes.

Lo anterior, apenas nos ofrece una idea del porqué es urgente tomarlos en cuenta, escucharlos y ofrecerles alternativas serias, no promesas populistas que lo único que buscan es seducirlos con un futuro irreal y obtener su voto.

Sin embargo, también existe una razón más que me lleva a abordar el tema de nuestra juventud: un reciente estudio de la Unesco señala que los jóvenes desempeñan un papel crucial para que los gobiernos rindan cuentas en materia de calidad y equidad

educativa.

Los jóvenes tienen “la responsabilidad de crear un mundo en el que la educación no sea un privilegio ni un premio, sino un derecho humano fundamental”. Pero para lograr lo anterior, “el poder de los jóvenes no alcanza si no goza del respaldo de los gobiernos”.

El futuro de los jóvenes se construye con una buena educación en todos los niveles. No hay de otra. La educación es la base para su superación y desarrollo pleno, para la formación de ciudadanos responsables, trabajadores, honestos y solidarios. Por aquí debemos empezar.

La Unesco sugiere que los jóvenes deben tener garantizado su derecho a la educación, ya que ésta les abre la oportunidad de interactuar con otros compañeros, conocer otras visiones y culturas, así como proponer ideas para transformar su realidad; al mismo tiempo, plantea que los jóvenes necesitan involucrarse y ampliar su participación en los mecanismos de rendición de cuentas, al lado de las comunidades, los medios de comunicación y las instituciones públicas y privadas. Ciertamente, ellos también tienen un rol que desempeñar, pero necesitan del estímulo y una cercanía permanente -no solo en tiempos electorales- de los gobiernos o de quienes aspiran a dirigir el país.

El potencial de los jóvenes es inmenso; como nadie más, ellos tienen la posibilidad de contribuir a que los gobiernos se hagan más responsables y rindan cuentas de su compromiso con el derecho a la educación; pero al mismo tiempo, se les debe brindar respuestas viables, tiempo, espacios de participación y alentarlos a que asuman su responsabilidad con el cambio.

El verdadero desafío es volver a despertar en nuestros jóvenes el interés por participar e involucrarse en los temas que les afectan, superar su -justificado- desinterés y desconfianza en la política y los políticos; pero particularmente, convencerlos de que no son vistos solamente como un mercado de votos.

Aquí radica la verdadera tarea de gobiernos, partidos y precandidatos.

En estas fechas decembrinas y de año nuevo que se avecinan, a todas y todos mis queridos lectores les quiero expresar mis mejores deseos; que la dicha, la paz y la prosperidad estén presentes en sus hogares y sus familias.

 

Presidente de la Academia Mexicana de Educación

Ahora que estamos en plenas precampañas políticas, escuchamos propuestas -y también ocurrencias- para hacer frente tanto a los diferentes retos nacionales como a los problemas que viven los distintos sectores de la población.

Un grupo que es clave atender es el de los jóvenes. Se trata de casi 37.5 millones de hombres y mujeres, entre los 12 y 29 años de edad, que representan el 31.4% de la población nacional y que viven múltiples amenazas: falta de espacios para estudiar, obstáculos para conseguir un empleo digno, riesgo de drogas y alcohol, entornos de violencia, feminicidios, embarazos no deseados y una larga lista de pendientes.

Lo anterior, apenas nos ofrece una idea del porqué es urgente tomarlos en cuenta, escucharlos y ofrecerles alternativas serias, no promesas populistas que lo único que buscan es seducirlos con un futuro irreal y obtener su voto.

Sin embargo, también existe una razón más que me lleva a abordar el tema de nuestra juventud: un reciente estudio de la Unesco señala que los jóvenes desempeñan un papel crucial para que los gobiernos rindan cuentas en materia de calidad y equidad

educativa.

Los jóvenes tienen “la responsabilidad de crear un mundo en el que la educación no sea un privilegio ni un premio, sino un derecho humano fundamental”. Pero para lograr lo anterior, “el poder de los jóvenes no alcanza si no goza del respaldo de los gobiernos”.

El futuro de los jóvenes se construye con una buena educación en todos los niveles. No hay de otra. La educación es la base para su superación y desarrollo pleno, para la formación de ciudadanos responsables, trabajadores, honestos y solidarios. Por aquí debemos empezar.

La Unesco sugiere que los jóvenes deben tener garantizado su derecho a la educación, ya que ésta les abre la oportunidad de interactuar con otros compañeros, conocer otras visiones y culturas, así como proponer ideas para transformar su realidad; al mismo tiempo, plantea que los jóvenes necesitan involucrarse y ampliar su participación en los mecanismos de rendición de cuentas, al lado de las comunidades, los medios de comunicación y las instituciones públicas y privadas. Ciertamente, ellos también tienen un rol que desempeñar, pero necesitan del estímulo y una cercanía permanente -no solo en tiempos electorales- de los gobiernos o de quienes aspiran a dirigir el país.

El potencial de los jóvenes es inmenso; como nadie más, ellos tienen la posibilidad de contribuir a que los gobiernos se hagan más responsables y rindan cuentas de su compromiso con el derecho a la educación; pero al mismo tiempo, se les debe brindar respuestas viables, tiempo, espacios de participación y alentarlos a que asuman su responsabilidad con el cambio.

El verdadero desafío es volver a despertar en nuestros jóvenes el interés por participar e involucrarse en los temas que les afectan, superar su -justificado- desinterés y desconfianza en la política y los políticos; pero particularmente, convencerlos de que no son vistos solamente como un mercado de votos.

Aquí radica la verdadera tarea de gobiernos, partidos y precandidatos.

En estas fechas decembrinas y de año nuevo que se avecinan, a todas y todos mis queridos lectores les quiero expresar mis mejores deseos; que la dicha, la paz y la prosperidad estén presentes en sus hogares y sus familias.

 

Presidente de la Academia Mexicana de Educación