/ jueves 18 de junio de 2020

Jueces sin rostro

El artero asesinato del juez federal y su esposa en Colima es un hecho grave que debe cimbrar las estructuras del Estado para que reaccionen implementando medidas efectivas para evitar otras desgracias. Es de humanos dar nuestras condolencias por este hecho y por las miles de víctimas que hay en el país. El victimar a la esposa seguramente es un mensaje que da muestras de su bestialidad, dejar a dos hijos huérfanos es una crueldad que no tiene nombre.

La delincuencia no está teniendo límites, confronta al Estado sin ningún temor, su intención es poner de rodillas a las instituciones de seguridad y justicia. Se debe dar una respuesta inmediata y contundente, las acciones realizadas a la fecha para el combate a la delincuencia indican que el camino tomado no está dando resultados.

La agenda de la seguridad pública es muy amplia, para que sea efectiva debe ser una estrategia bien definida de corto, mediano y largo plazo, con múltiples aristas como son la profesionalización de las fuerzas policiales, la investigación científica, el trabajo coordinado y la prevención del delito. Ante las circunstancias se requieren acciones emergentes, una de ellas bien podría ser la de “jueces sin rostro”. Esta figura se implementó en varios países para casos de excepción, consiste en que criminales de alta peligrosidad sean juzgados por jueces que ocultan su identidad.

En Italia fue efectivo para juzgar a miembros de la mafia siciliana quienes victimaron a jueces. En Colombia en la década de los 80´s diversos jueces fueron ejecutados por los carteles de drogas, las acciones inmediatas fueron ponerles escoltas y carros blindados, como ello no fue suficiente, en 1990 emitieron un Decreto que establecía los jueces sin rostro y diversas normas de seguridad para jueces, su personal, fiscales y peritos. En Perú se implementó en los 90´s para juzgar delitos de terrorismo. En Brasil en 2019 crearon un tribunal especializado de jueces sin rostro para delitos de alta criminalidad.

En dos décadas se han asesinados a seis juzgadores federales y seguramente las amenazas son innumerables. Un magistrado me comentó que no es fácil juzgar a un delincuente de alta peligrosidad “sus miradas si intimidan”. Ante lo sucedido se repite el discurso, condenar el asesinato y decir que se va a investigar. El ex presidente de la CNDH en el 2016 dijo que los jueces sin rostro podría ser una opción para juzgar a narcotraficantes y de esta manera proteger la identidad e integridad de los jueces.

Algunas voces seguramente estarán en contra de la medida, es cierto que existe una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso de Perú, justificada en que el procesado no tiene la certeza de la competencia del juez, otros dirán que se pierde un principio básico del sistema penal acusatorio como es la inmediación. Lo anterior tiene respuesta, los jueces federales se nombran previo proceso rígido de examinación, se capacitan y son supervisados por la Judicatura Federal. En el caso de la inmediación, perfectamente se pueden utilizar las nuevas tecnologías, de manera que se desarrollen audiencias con sistemas informáticos que no permitan apreciar los rasgos físicos del juez. Si queremos dar una respuesta rápida a lo que sucede y proteger a nuestros juzgadores, la opción es los jueces sin rostro.


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El artero asesinato del juez federal y su esposa en Colima es un hecho grave que debe cimbrar las estructuras del Estado para que reaccionen implementando medidas efectivas para evitar otras desgracias. Es de humanos dar nuestras condolencias por este hecho y por las miles de víctimas que hay en el país. El victimar a la esposa seguramente es un mensaje que da muestras de su bestialidad, dejar a dos hijos huérfanos es una crueldad que no tiene nombre.

La delincuencia no está teniendo límites, confronta al Estado sin ningún temor, su intención es poner de rodillas a las instituciones de seguridad y justicia. Se debe dar una respuesta inmediata y contundente, las acciones realizadas a la fecha para el combate a la delincuencia indican que el camino tomado no está dando resultados.

La agenda de la seguridad pública es muy amplia, para que sea efectiva debe ser una estrategia bien definida de corto, mediano y largo plazo, con múltiples aristas como son la profesionalización de las fuerzas policiales, la investigación científica, el trabajo coordinado y la prevención del delito. Ante las circunstancias se requieren acciones emergentes, una de ellas bien podría ser la de “jueces sin rostro”. Esta figura se implementó en varios países para casos de excepción, consiste en que criminales de alta peligrosidad sean juzgados por jueces que ocultan su identidad.

En Italia fue efectivo para juzgar a miembros de la mafia siciliana quienes victimaron a jueces. En Colombia en la década de los 80´s diversos jueces fueron ejecutados por los carteles de drogas, las acciones inmediatas fueron ponerles escoltas y carros blindados, como ello no fue suficiente, en 1990 emitieron un Decreto que establecía los jueces sin rostro y diversas normas de seguridad para jueces, su personal, fiscales y peritos. En Perú se implementó en los 90´s para juzgar delitos de terrorismo. En Brasil en 2019 crearon un tribunal especializado de jueces sin rostro para delitos de alta criminalidad.

En dos décadas se han asesinados a seis juzgadores federales y seguramente las amenazas son innumerables. Un magistrado me comentó que no es fácil juzgar a un delincuente de alta peligrosidad “sus miradas si intimidan”. Ante lo sucedido se repite el discurso, condenar el asesinato y decir que se va a investigar. El ex presidente de la CNDH en el 2016 dijo que los jueces sin rostro podría ser una opción para juzgar a narcotraficantes y de esta manera proteger la identidad e integridad de los jueces.

Algunas voces seguramente estarán en contra de la medida, es cierto que existe una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso de Perú, justificada en que el procesado no tiene la certeza de la competencia del juez, otros dirán que se pierde un principio básico del sistema penal acusatorio como es la inmediación. Lo anterior tiene respuesta, los jueces federales se nombran previo proceso rígido de examinación, se capacitan y son supervisados por la Judicatura Federal. En el caso de la inmediación, perfectamente se pueden utilizar las nuevas tecnologías, de manera que se desarrollen audiencias con sistemas informáticos que no permitan apreciar los rasgos físicos del juez. Si queremos dar una respuesta rápida a lo que sucede y proteger a nuestros juzgadores, la opción es los jueces sin rostro.


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