/ jueves 11 de noviembre de 2021

Juego de datos e identidades

El llamado factor sorpresa es una de las condiciones que permiten a la delincuencia actuar con mayores posibilidades de éxito en contra de quienes no podemos convertir en una víctima.

Al paso de estos últimos meses, gran parte de nuestra vida cotidiana se trasladó a internet para trabajar, estudiar, comprar, solicitar bienes y servicios, además de entretenernos durante el confinamiento y los diferentes colores del semáforo epidemiológico. Ahí nos encontramos todavía y hasta ahí se han traslado muchos grupos criminales para tratar de afectarnos.

Contraseñas, claves de acceso, números de identificación, de teléfono, de cuenta bancaria y la suplantación completa de una persona son los métodos con los que nos estamos enfrentando ahora como ciudadanos. Estos puedes derivar en delitos presenciales e incluso en los consabidos modos de operación que se utilizan desde hace años para extorsionar y obtener dinero rápido por medio del pánico que puede llegara provocarse.

Es importante que comprendamos la forma en que nuestras vidas han cambiado en esta pandemia y cómo se aceleró nuestra presencia en el mundo digital por las necesidades de resguardo que tuvimos que tomar y el consecuente aumento de horas que pasamos frente a diferentes dispositivos electrónicos que están interconectados y cuyos algoritmos intercambian miles de datos acerca de nuestros gustos, preferencias y hábitos de recorrido en la red.

Con poca de esa información, un ciberdelincuente puede montar un engaño rápido y efectivo para pedir dinero a nuestros contactos, cargar compras a tarjetas de crédito o hasta obtener bienes haciéndose pasar por alguna de sus víctimas.

Hace unas semanas compartí que este tipo de criminal acude a las salas de videojugadores para tratar de obtener datos sensibles de niñas, niños y adolescentes que podría pensarse que son mucho más susceptibles a confiar en extraños y a dar información que debe tratarse con la mayor confidencialidad.

El último caso del que conocemos de boca a boca es la suplantación completa de un usuario de la popular aplicación de mensajería instantánea Whatsapp, que inicia con llamadas desde números telefónicos con la da en el extranjero, para después solicitar dinero a los contactos a cuentas abiertas en sucursales de banco enMéxico.

Asumir siempre medidas de prevención es la mejor seguridad que podemos proporcionar a nuestras familias y a nosotros mismos, sea en el mundo real o en el virtual; tendremos que estar pendientes de ambos en los próximos años y hay que asumir que no habrá marcha atrás por el aumento de la presencia que tiene la tecnología en cualquier aspecto de nuestra vida. Convivimos con teléfonos celulares inteligentes, compartimos nuestras actividades en redes sociales, hacemos compras en portales, por diversas aplicaciones, y es seguro que tendremos que vigilar lo que hacemos en cuanto la conexión a internet se popularice en electrodomésticos, tal y como lo hace en pantallas planas, computadoras y tabletas.

Si uno de los costos de este cambio de época es la pérdida de privacidad a cambio de navegar por muchos espacios virtuales que buscan resolvernos problemas y necesidades básicas, entonces la seguridad personal y familiar debe ampliarse con medidas puntuales que no nos pongan en riesgo.

En lo inmediato, tengamos cuidado con responder llamadas de números que no conocemos, jamás compartir ninguna contraseña o dato personal por medio de correo electrónico y revisar constantemente las políticas de seguridad que podemos adoptar en cada aplicación que hemos descargado en alguno de nuestros dispositivos móviles.

Y denunciar al 911 o al 088 para entrar en contacto con autoridades especializadas en combatir a una ciberdelincuencia que se encuentra explorando la red (igual que nosotros) para hacer lo que sea, incluso invertir en tecnología, para utilizar la sorpresa y el miedo, dos de sus grandes ventajas, en contra nuestra.

Ser prudentes y estar atentos son cualidades que aprendemos para cuidarnos en los lugares donde llevamos a cabo nuestras actividades. Tenemos que hacerlo igual cuando nos conectamos, sin importar el motivo. La diferencia está en la confianza que debemos otorgar para que cualquier intento de hacernos daño sea denunciado ante las autoridades y no quede impune. Mantenernos comunicados, bien informados y en colaboración permanente como ciudadanos son los hábitos que podemos fortalecer para que nuestra propia identidad y nuestros datos no estén en juego.

El llamado factor sorpresa es una de las condiciones que permiten a la delincuencia actuar con mayores posibilidades de éxito en contra de quienes no podemos convertir en una víctima.

Al paso de estos últimos meses, gran parte de nuestra vida cotidiana se trasladó a internet para trabajar, estudiar, comprar, solicitar bienes y servicios, además de entretenernos durante el confinamiento y los diferentes colores del semáforo epidemiológico. Ahí nos encontramos todavía y hasta ahí se han traslado muchos grupos criminales para tratar de afectarnos.

Contraseñas, claves de acceso, números de identificación, de teléfono, de cuenta bancaria y la suplantación completa de una persona son los métodos con los que nos estamos enfrentando ahora como ciudadanos. Estos puedes derivar en delitos presenciales e incluso en los consabidos modos de operación que se utilizan desde hace años para extorsionar y obtener dinero rápido por medio del pánico que puede llegara provocarse.

Es importante que comprendamos la forma en que nuestras vidas han cambiado en esta pandemia y cómo se aceleró nuestra presencia en el mundo digital por las necesidades de resguardo que tuvimos que tomar y el consecuente aumento de horas que pasamos frente a diferentes dispositivos electrónicos que están interconectados y cuyos algoritmos intercambian miles de datos acerca de nuestros gustos, preferencias y hábitos de recorrido en la red.

Con poca de esa información, un ciberdelincuente puede montar un engaño rápido y efectivo para pedir dinero a nuestros contactos, cargar compras a tarjetas de crédito o hasta obtener bienes haciéndose pasar por alguna de sus víctimas.

Hace unas semanas compartí que este tipo de criminal acude a las salas de videojugadores para tratar de obtener datos sensibles de niñas, niños y adolescentes que podría pensarse que son mucho más susceptibles a confiar en extraños y a dar información que debe tratarse con la mayor confidencialidad.

El último caso del que conocemos de boca a boca es la suplantación completa de un usuario de la popular aplicación de mensajería instantánea Whatsapp, que inicia con llamadas desde números telefónicos con la da en el extranjero, para después solicitar dinero a los contactos a cuentas abiertas en sucursales de banco enMéxico.

Asumir siempre medidas de prevención es la mejor seguridad que podemos proporcionar a nuestras familias y a nosotros mismos, sea en el mundo real o en el virtual; tendremos que estar pendientes de ambos en los próximos años y hay que asumir que no habrá marcha atrás por el aumento de la presencia que tiene la tecnología en cualquier aspecto de nuestra vida. Convivimos con teléfonos celulares inteligentes, compartimos nuestras actividades en redes sociales, hacemos compras en portales, por diversas aplicaciones, y es seguro que tendremos que vigilar lo que hacemos en cuanto la conexión a internet se popularice en electrodomésticos, tal y como lo hace en pantallas planas, computadoras y tabletas.

Si uno de los costos de este cambio de época es la pérdida de privacidad a cambio de navegar por muchos espacios virtuales que buscan resolvernos problemas y necesidades básicas, entonces la seguridad personal y familiar debe ampliarse con medidas puntuales que no nos pongan en riesgo.

En lo inmediato, tengamos cuidado con responder llamadas de números que no conocemos, jamás compartir ninguna contraseña o dato personal por medio de correo electrónico y revisar constantemente las políticas de seguridad que podemos adoptar en cada aplicación que hemos descargado en alguno de nuestros dispositivos móviles.

Y denunciar al 911 o al 088 para entrar en contacto con autoridades especializadas en combatir a una ciberdelincuencia que se encuentra explorando la red (igual que nosotros) para hacer lo que sea, incluso invertir en tecnología, para utilizar la sorpresa y el miedo, dos de sus grandes ventajas, en contra nuestra.

Ser prudentes y estar atentos son cualidades que aprendemos para cuidarnos en los lugares donde llevamos a cabo nuestras actividades. Tenemos que hacerlo igual cuando nos conectamos, sin importar el motivo. La diferencia está en la confianza que debemos otorgar para que cualquier intento de hacernos daño sea denunciado ante las autoridades y no quede impune. Mantenernos comunicados, bien informados y en colaboración permanente como ciudadanos son los hábitos que podemos fortalecer para que nuestra propia identidad y nuestros datos no estén en juego.