/ jueves 22 de julio de 2021

Juego de espías

El que no esté seguro de su memoria debe abstenerse de mentir.

Michel de Montaigne


La noticia. López Obrador, la familia y su círculo cercano fueron espiados telefónicamente durante la administración de Enrique Peña Nieto. Por supuesto, que es censurable este ataque a la vida íntima y el derecho a la privacidad, pero, ¿alguien con mediana información, se sorprendió? Es evidente, que los sistemas de inteligencia del Estado mexicano han funcionado inmemorialmente. Sus prácticas son burdas y acompañadas, en algunas ocasiones, de actos intimidatorios y represivos; periodistas, empresarios, luchadores sociales, opositores e, incluso, entre los propios gobiernos priistas y, seguramente, también entre los panistas se espiaban.


Ahora, lo que llama la atención es que en el sexenio peñista se contrató una empresa israelí para realizar semejantes actividades ilegales. Pero, tengamos un poco de memoria. Ya López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría fueron señalados como agentes al servicio de la CIA (véase entre otras referencias las que hizo Wiston Scott, jefe de dicha organización en México). Es decir, hemos estado en presencia de un fenómeno estructural y sistémico.


Sí, nos acompañó durante largas temporadas un aparato de espionaje temible, desde la Dirección Federal de Seguridad, el CISEN, la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, hasta la sangrienta Brigada Blanca. El dato clave es que ninguno de los jefes reales de estos organismos fue procesado, no obstante, las evidentes violaciones a los derechos humanos de cientos de personas. La seguridad del Estado lo justificaba todo. Tampoco pasará nada con el software Pegasus. Apuntan como responsable a un simple operador policiaco como Tomás Zerón.


AMLO reitera que ahora es diferente. ¿En verdad? Aclaremos: todo Estado requiere un sistema eficaz de inteligencia. Sin embargo ¿Nos podrá informar el ciudadano presidente si los brazos de investigación del Ejército y la Marina cumplen los requisitos judiciales como lo mandata la ley? Sería tan amable el tabasqueño de indicarnos: ¿qué se hizo con toda la infraestructura del CISEN?, ¿dónde quedó todo el personal de espionaje del aparato estatal?

El inquilino de Palacio Nacional se victimiza y afirma: “yo he sido víctima de espionaje desde la época de la Policía Federal de Seguridad (sic)” (La Jornada, 21/7/21, p.6). Y para ser coherente con sus dichos: ¿alguna vez se movilizó, protestó o se pronunció contra los organismos de espionaje o por la lucha contra los presos y desaparecidos políticos? Los hechos son demoledores.

Precisemos, no fue en la época neoliberal cuando se montó todo el aparato de espionaje y seguimiento, así que sería prudente que el presidente construyera otra narrativa de la historia. Su desmemoria no le ayuda.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz



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El que no esté seguro de su memoria debe abstenerse de mentir.

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La noticia. López Obrador, la familia y su círculo cercano fueron espiados telefónicamente durante la administración de Enrique Peña Nieto. Por supuesto, que es censurable este ataque a la vida íntima y el derecho a la privacidad, pero, ¿alguien con mediana información, se sorprendió? Es evidente, que los sistemas de inteligencia del Estado mexicano han funcionado inmemorialmente. Sus prácticas son burdas y acompañadas, en algunas ocasiones, de actos intimidatorios y represivos; periodistas, empresarios, luchadores sociales, opositores e, incluso, entre los propios gobiernos priistas y, seguramente, también entre los panistas se espiaban.


Ahora, lo que llama la atención es que en el sexenio peñista se contrató una empresa israelí para realizar semejantes actividades ilegales. Pero, tengamos un poco de memoria. Ya López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría fueron señalados como agentes al servicio de la CIA (véase entre otras referencias las que hizo Wiston Scott, jefe de dicha organización en México). Es decir, hemos estado en presencia de un fenómeno estructural y sistémico.


Sí, nos acompañó durante largas temporadas un aparato de espionaje temible, desde la Dirección Federal de Seguridad, el CISEN, la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, hasta la sangrienta Brigada Blanca. El dato clave es que ninguno de los jefes reales de estos organismos fue procesado, no obstante, las evidentes violaciones a los derechos humanos de cientos de personas. La seguridad del Estado lo justificaba todo. Tampoco pasará nada con el software Pegasus. Apuntan como responsable a un simple operador policiaco como Tomás Zerón.


AMLO reitera que ahora es diferente. ¿En verdad? Aclaremos: todo Estado requiere un sistema eficaz de inteligencia. Sin embargo ¿Nos podrá informar el ciudadano presidente si los brazos de investigación del Ejército y la Marina cumplen los requisitos judiciales como lo mandata la ley? Sería tan amable el tabasqueño de indicarnos: ¿qué se hizo con toda la infraestructura del CISEN?, ¿dónde quedó todo el personal de espionaje del aparato estatal?

El inquilino de Palacio Nacional se victimiza y afirma: “yo he sido víctima de espionaje desde la época de la Policía Federal de Seguridad (sic)” (La Jornada, 21/7/21, p.6). Y para ser coherente con sus dichos: ¿alguna vez se movilizó, protestó o se pronunció contra los organismos de espionaje o por la lucha contra los presos y desaparecidos políticos? Los hechos son demoledores.

Precisemos, no fue en la época neoliberal cuando se montó todo el aparato de espionaje y seguimiento, así que sería prudente que el presidente construyera otra narrativa de la historia. Su desmemoria no le ayuda.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz



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