/ miércoles 6 de junio de 2018

Juego de palabras | Cirugía al presidente

He sido confidente de confidentes de media docena. Me cuentan que cuando empiezan a hablar de esa parte de sus vidas el rostro se les transforma y la voz les tiembla.

Van por ellos antes de las 12 del día en que van a tomar posesión. Tienen cita y les advierten que incancelable. Llegan y se los llevan a un cuarto de hospital. Allí los encueran, les ponen una bata de esas que dejan las pompas al aire y los inyectan. Son muy gentiles, muy tranquilizadores. Les aseguran que no van a sentir nada y los meten al quirófano.

Y ya empezando a hacer efecto la anestesia, les cuentan la historia más terrible, más espeluznante y más increíble: les cuentan las historias de sus propias vidas.

- Pero ellos ya conocen esas historias. Si iban a espantarse ya se espantaron. Nadie les va a decir nada nuevo.

- Eso es lo que ellos creen, sí, que conocen las historias de sus propias vidas. Pero en este mundo de la política pasan cosas de magia negra, de ciencia ficción. Les informan que al paso de los años, en otros salones de cirugía, cada vez que han subido un escalón en la jerarquía política, sin avisarles, sin pedirles permiso, ¡ les han cortado un pedacito !

- Sin avisarles y sin pedirles permiso nunca. Y sin embargo, esta vez…

- Sí, esta vez les están avisando. Nada más avisando, no pidiéndoles permiso. Porque, aunque nadie se los diga, les queda muy claro que si se niegan, no van a ser presidentes. Así que en esta noche previa a la ascensión más importante de sus vidas, les confirman lo que ya sospechaban: ¡ se los van a cortar todo !

- En la madre, mi general.

- Así es, todo. No les van a dejar ni un cachito para presumir.

- Y no pueden negarse, no pueden protestar.

- Pueden hacerlo, pero morirán de un infarto durante la noche.

- ¿ Y qué hacen ?

- Lo que todos los demás antes que ellos, y seguramente todos los que vengan después: aceptan.

- Hay que tener muchas ganas de ser presidente.

- Pues sí.

- ¿ Y se sienten diferentes cuando despiertan ya sin nada ?

- Al principio no. Pero luego…sobre todo cuando lo ven, en su frasquito.

- ¿ Lo guardan ?¿ Le han enseñado alguno ?

- Varios.

- ¿ Y cómo son ? ¿ Muy asquerosos ?

- En realidad, no. ¿ Nunca has visto el pitito de Napoleón ? Parece un caballito de mar. Estos son más o menos lo mismo. Uno de ellos me regaló el suyo.

- ¿ Puedo verlo ?

Metió la mano en un cajón del escritorio, y cuando la sacó tenía un ella un frasco con un líquido turbio que apenas dejaba ver una masa informe.

- Aquí está – dijo con una mueca – Esto fue lo que le extirparon completamente aquella noche: su sentido del humor.

Buenos días. Buena suerte.

juegodepalabras1@yahoo.com

Sitio Web: juegodepalabras.mx

He sido confidente de confidentes de media docena. Me cuentan que cuando empiezan a hablar de esa parte de sus vidas el rostro se les transforma y la voz les tiembla.

Van por ellos antes de las 12 del día en que van a tomar posesión. Tienen cita y les advierten que incancelable. Llegan y se los llevan a un cuarto de hospital. Allí los encueran, les ponen una bata de esas que dejan las pompas al aire y los inyectan. Son muy gentiles, muy tranquilizadores. Les aseguran que no van a sentir nada y los meten al quirófano.

Y ya empezando a hacer efecto la anestesia, les cuentan la historia más terrible, más espeluznante y más increíble: les cuentan las historias de sus propias vidas.

- Pero ellos ya conocen esas historias. Si iban a espantarse ya se espantaron. Nadie les va a decir nada nuevo.

- Eso es lo que ellos creen, sí, que conocen las historias de sus propias vidas. Pero en este mundo de la política pasan cosas de magia negra, de ciencia ficción. Les informan que al paso de los años, en otros salones de cirugía, cada vez que han subido un escalón en la jerarquía política, sin avisarles, sin pedirles permiso, ¡ les han cortado un pedacito !

- Sin avisarles y sin pedirles permiso nunca. Y sin embargo, esta vez…

- Sí, esta vez les están avisando. Nada más avisando, no pidiéndoles permiso. Porque, aunque nadie se los diga, les queda muy claro que si se niegan, no van a ser presidentes. Así que en esta noche previa a la ascensión más importante de sus vidas, les confirman lo que ya sospechaban: ¡ se los van a cortar todo !

- En la madre, mi general.

- Así es, todo. No les van a dejar ni un cachito para presumir.

- Y no pueden negarse, no pueden protestar.

- Pueden hacerlo, pero morirán de un infarto durante la noche.

- ¿ Y qué hacen ?

- Lo que todos los demás antes que ellos, y seguramente todos los que vengan después: aceptan.

- Hay que tener muchas ganas de ser presidente.

- Pues sí.

- ¿ Y se sienten diferentes cuando despiertan ya sin nada ?

- Al principio no. Pero luego…sobre todo cuando lo ven, en su frasquito.

- ¿ Lo guardan ?¿ Le han enseñado alguno ?

- Varios.

- ¿ Y cómo son ? ¿ Muy asquerosos ?

- En realidad, no. ¿ Nunca has visto el pitito de Napoleón ? Parece un caballito de mar. Estos son más o menos lo mismo. Uno de ellos me regaló el suyo.

- ¿ Puedo verlo ?

Metió la mano en un cajón del escritorio, y cuando la sacó tenía un ella un frasco con un líquido turbio que apenas dejaba ver una masa informe.

- Aquí está – dijo con una mueca – Esto fue lo que le extirparon completamente aquella noche: su sentido del humor.

Buenos días. Buena suerte.

juegodepalabras1@yahoo.com

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