/ viernes 10 de noviembre de 2017

Juego de palabras | De bates y pelotas (Segunda y última parte)

Ya examinadas la historia de los debates de candidatos presidenciales en México y diagnosticados como acartonados, triviales y aburridos y, por lo mismo, necesitados urgentemente de una cirugía mayor (a la que definitivamente no contribuyó un ápice el Foro Internacional sobre el tema patrocinado por el INE ), vamos al bulto:

- todos los que presenciamos una competencia,  ya sea partido de futbol o concurso de belleza, nos interesamos en menor o mayor grado por las incidencias del evento, pero finalmente lo que no nos puede faltar es saber quién ganó. Por eso, para darle  más atractivo a los debates presidenciales, es indispensable establecer una puntuación para los participantes y una decisión arbitral que fije, inapelablemente, los ocupantes del primer, segundo y tercer lugar. Entonces, como primera providencia, hay que añadirle tres jueces, como en las peleas de box.

El moderador o moderadora será el equivalente del referee en el ring.

- es preocupación de la autoridad electoral que los debates atraigan más audiencia, sobre todo de jóvenes. Seamos honestos, a las y los jóvenes mexicanos la política les Valentín de la Sierra Madre Oriental: no la conocen ni la entienden, pero ellos no tienen la culpa, sino los partidos políticos, que sólo los buscan – como a la mayoría de la ciudadanía – en tiempo de elecciones.

La juventud mexicana no está motivada para sentarse frente a una pantalla o sentarse en un estadio a ver y oír a tres, o 10, o 100 damas y caballeros, por lo general de mediana edad, vestidos como para entierro y hablando sobre tema seguramente muy importantes pero en un idioma que al que no están acostumbrados.

¿Qué motiva a los jóvenes?  A la gran mayoría la música, las fiestas, el deporte, las celebridades, las redes sociales. Entonces, si quieren atraer a los jóvenes a los debates, hay que darles eso.

¿Cómo? Lo primero que se me ocurre es dividir  los debates como los partidos de futbol, y llenar el medio tiempo con artistas, cómicos y mujeres guapas.

Y ya que hablamos de partidos (esta idea se me ocurrió mientras escribía, en la primera parte, acerca del sistema FIFA  para seleccionar a los candidatos independientes que participarían en los debates) ¿por qué no voltear el chirrión por el palito?

 En lugar de dos aburridas sesiones divididas por un divertido medio tiempo, celebrar dos divertidas sesiones y dividirlas con un aburrido medio tiempo, o sea, el debate como tal.

El violento tema de los puntajes

Si quieren espectadores interesados, hay que darles debatientes agresivos. Yo sugiero una escala del 1 al 100, donde decirle al oponente que es un farsante valga un punto y restregarle en el hocico las pruebas de que, por ejemplo, Odebrecht está financiando su campaña, valga 100. Entre estos dos extremos cabe toda la gama de trapos sucios que y acciones disruptivas que pueden ocurrir. Por ejemplo, que dos damas participantes avancen sus diferencias hasta agarrarse del chongo y desarmen la escenografía, 50 puntos para la que gane; que un caballero arranque el atril y lo use como bate contra sus rivales, 10 puntos por cada debatiente que descalabre.

Estos son los esquemas menos sofisticados que he decidido compartirles de gorrita café para despertarles el apetito. Tengo más, algunos verdaderamente diabólicos y garantizados para llenar el estadio Azteca cuatro veces. Pero por esos cobro.

Buenos días. Buena suerte.

juegodepalabras1@yahoo.com

Sitio Web: juegodepalabras.mx

Ya examinadas la historia de los debates de candidatos presidenciales en México y diagnosticados como acartonados, triviales y aburridos y, por lo mismo, necesitados urgentemente de una cirugía mayor (a la que definitivamente no contribuyó un ápice el Foro Internacional sobre el tema patrocinado por el INE ), vamos al bulto:

- todos los que presenciamos una competencia,  ya sea partido de futbol o concurso de belleza, nos interesamos en menor o mayor grado por las incidencias del evento, pero finalmente lo que no nos puede faltar es saber quién ganó. Por eso, para darle  más atractivo a los debates presidenciales, es indispensable establecer una puntuación para los participantes y una decisión arbitral que fije, inapelablemente, los ocupantes del primer, segundo y tercer lugar. Entonces, como primera providencia, hay que añadirle tres jueces, como en las peleas de box.

El moderador o moderadora será el equivalente del referee en el ring.

- es preocupación de la autoridad electoral que los debates atraigan más audiencia, sobre todo de jóvenes. Seamos honestos, a las y los jóvenes mexicanos la política les Valentín de la Sierra Madre Oriental: no la conocen ni la entienden, pero ellos no tienen la culpa, sino los partidos políticos, que sólo los buscan – como a la mayoría de la ciudadanía – en tiempo de elecciones.

La juventud mexicana no está motivada para sentarse frente a una pantalla o sentarse en un estadio a ver y oír a tres, o 10, o 100 damas y caballeros, por lo general de mediana edad, vestidos como para entierro y hablando sobre tema seguramente muy importantes pero en un idioma que al que no están acostumbrados.

¿Qué motiva a los jóvenes?  A la gran mayoría la música, las fiestas, el deporte, las celebridades, las redes sociales. Entonces, si quieren atraer a los jóvenes a los debates, hay que darles eso.

¿Cómo? Lo primero que se me ocurre es dividir  los debates como los partidos de futbol, y llenar el medio tiempo con artistas, cómicos y mujeres guapas.

Y ya que hablamos de partidos (esta idea se me ocurrió mientras escribía, en la primera parte, acerca del sistema FIFA  para seleccionar a los candidatos independientes que participarían en los debates) ¿por qué no voltear el chirrión por el palito?

 En lugar de dos aburridas sesiones divididas por un divertido medio tiempo, celebrar dos divertidas sesiones y dividirlas con un aburrido medio tiempo, o sea, el debate como tal.

El violento tema de los puntajes

Si quieren espectadores interesados, hay que darles debatientes agresivos. Yo sugiero una escala del 1 al 100, donde decirle al oponente que es un farsante valga un punto y restregarle en el hocico las pruebas de que, por ejemplo, Odebrecht está financiando su campaña, valga 100. Entre estos dos extremos cabe toda la gama de trapos sucios que y acciones disruptivas que pueden ocurrir. Por ejemplo, que dos damas participantes avancen sus diferencias hasta agarrarse del chongo y desarmen la escenografía, 50 puntos para la que gane; que un caballero arranque el atril y lo use como bate contra sus rivales, 10 puntos por cada debatiente que descalabre.

Estos son los esquemas menos sofisticados que he decidido compartirles de gorrita café para despertarles el apetito. Tengo más, algunos verdaderamente diabólicos y garantizados para llenar el estadio Azteca cuatro veces. Pero por esos cobro.

Buenos días. Buena suerte.

juegodepalabras1@yahoo.com

Sitio Web: juegodepalabras.mx