/ jueves 24 de marzo de 2022

Juegos de poder

El fuero para el gran ladrón, la cárcel para quien roba un pan.

Pablo Neruda


1. Un presidente “abstraído”. Frente a las graves acusaciones de Julio Scherer Ibarra a Gertz Manero y Olga Sánchez Cordero, López Obrador responde como un oficinista con prisa: “eso es asunto de jueces y ministerios públicos”. Perdón, tres piezas claves de su gobierno se ven envueltas en temas de corrupción, tráfico de influencias, venganzas personales y demás hechos ilícitos, un verdadero sismo en su círculo más cercano, y el tabasqueño no le da importancia. Tenemos un presidente con reflejos selectivos.

2. Involucran a su hijo en presuntos hechos de corrupción, se pone colérico y convierte el tema en su único discurso; en contraste, sus subordinados se despedazan públicamente y él no le da importancia, al menos frente a los reflectores. Esa es la lógica de un funcionario que únicamente opta por ratificar su “superioridad moral”.

3. ¿Quién va a investigar a Gertz Manero y a Sánchez Cordero?, ¿qué jueces y ministerios públicos lo harán? No estamos en la litigación penal ni en los circuitos procesales, sino en presencia de una crisis política que había permanecido oculta en los pasillos de Palacio Nacional y en la Fiscalía General de la República. Una fractura que pone en evidencia los desacuerdos dentro de la 4T. Falso que el nuevo grupo en el poder es diferente, fingieron y simularon, pero, finalmente, se desvaneció la máscara con la que desfilaron en los carnavales engañabobos.

4. La desesperación crece y crece. Hoy tenemos un presidente que no encuentra un motivo para tranquilizar y motivar a las clases medias y a amplios núcleos del precariato. Los vecinos del norte lo empiezan a ver con recelo, se han dado cuenta que no tienen el timón del barco nacional y que las principales asignaturas que prometió en campaña son variables que, en este momento, son incontrolables y los placebos matutinos ya no son suficientes. El espectáculo/fachada del nuevo aeropuerto no resultó ser el gran tranquilizador “nacionalista” que esperaba AMLO, por una sencilla razón: la seguridad y la economía no dejan de ser problemas cotidianos para gran parte de los ciudadanos.

5. La crisis que viene. Una vez que Scherer ha exhibido cómo se las gastan en la cúpula política, donde las disputas pueden llegar a la intervención de líneas telefónicas o creación de delitos, el tablero del poder se irá descomponiendo aún más con la sucesión presidencial adelantada que indujo y provocó AMLO. Lo que veremos será una guerra sucia interna, con efectos trepidatorios para la frágil democracia mexicana. Juegos de poder atrabiliarios y aldeanos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

El fuero para el gran ladrón, la cárcel para quien roba un pan.

Pablo Neruda


1. Un presidente “abstraído”. Frente a las graves acusaciones de Julio Scherer Ibarra a Gertz Manero y Olga Sánchez Cordero, López Obrador responde como un oficinista con prisa: “eso es asunto de jueces y ministerios públicos”. Perdón, tres piezas claves de su gobierno se ven envueltas en temas de corrupción, tráfico de influencias, venganzas personales y demás hechos ilícitos, un verdadero sismo en su círculo más cercano, y el tabasqueño no le da importancia. Tenemos un presidente con reflejos selectivos.

2. Involucran a su hijo en presuntos hechos de corrupción, se pone colérico y convierte el tema en su único discurso; en contraste, sus subordinados se despedazan públicamente y él no le da importancia, al menos frente a los reflectores. Esa es la lógica de un funcionario que únicamente opta por ratificar su “superioridad moral”.

3. ¿Quién va a investigar a Gertz Manero y a Sánchez Cordero?, ¿qué jueces y ministerios públicos lo harán? No estamos en la litigación penal ni en los circuitos procesales, sino en presencia de una crisis política que había permanecido oculta en los pasillos de Palacio Nacional y en la Fiscalía General de la República. Una fractura que pone en evidencia los desacuerdos dentro de la 4T. Falso que el nuevo grupo en el poder es diferente, fingieron y simularon, pero, finalmente, se desvaneció la máscara con la que desfilaron en los carnavales engañabobos.

4. La desesperación crece y crece. Hoy tenemos un presidente que no encuentra un motivo para tranquilizar y motivar a las clases medias y a amplios núcleos del precariato. Los vecinos del norte lo empiezan a ver con recelo, se han dado cuenta que no tienen el timón del barco nacional y que las principales asignaturas que prometió en campaña son variables que, en este momento, son incontrolables y los placebos matutinos ya no son suficientes. El espectáculo/fachada del nuevo aeropuerto no resultó ser el gran tranquilizador “nacionalista” que esperaba AMLO, por una sencilla razón: la seguridad y la economía no dejan de ser problemas cotidianos para gran parte de los ciudadanos.

5. La crisis que viene. Una vez que Scherer ha exhibido cómo se las gastan en la cúpula política, donde las disputas pueden llegar a la intervención de líneas telefónicas o creación de delitos, el tablero del poder se irá descomponiendo aún más con la sucesión presidencial adelantada que indujo y provocó AMLO. Lo que veremos será una guerra sucia interna, con efectos trepidatorios para la frágil democracia mexicana. Juegos de poder atrabiliarios y aldeanos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

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