/ miércoles 21 de octubre de 2020

Kamala Harris; vicepresidenta acaba en “A” de acercamiento

Por: Fernanda Águila

Kamala Harris llega en un momento muy polarizado en la historia de Estados Unidos. “Una valiente luchadora en defensa de los menos poderosos y de los mejores funcionarios públicos del país”, como se refirió a ella Joe Biden -candidato demócrata- podría convertirse en enero próximo en la vicepresidenta de ese país.

La presencia de una mujer negra de ascendencia asiática y jamaiquina en la Casa Blanca podría significar cambios importantes en el rumbo de nuestro vecino. Sus convicciones en favor del aborto y la propuesta que presentó en 2019 para la disminución de la brecha salarial entre hombres y mujeres, nos hace pensar que Kamala Harris podría reivindicar las voces que durante el gobierno de Donald Trump han sido ignoradas. Mujeres, migrantes, afroamericanas/os y miembros de la comunidad LGBT+, podrían ver en ella una aliada en la lucha por sus derechos.

La candidata a la vicepresidencia ha mostrado ferocidad al defender sus convicciones: lo ha hecho durante su trayectoria como fiscal general de California, y recientemente en el debate por el cargo por el cual contiende, en el cual fue interrumpida en varias ocasiones por el vicepresidente Mike Pence. Actualmente se le considera como una de las interrogadoras más implacables del Congreso, lo cual significa un contrapeso a las voces mayoritariamente masculinas en la política.

Kamala se autodenominó como una fiscala progresista; sin embargo, ha sido duramente criticada por algunos liberales que no la consideran así. No obstante, de acuerdo con lo que hasta ahora podemos vislumbrar -con base en sus propuestas- su política no puede ser calificada a partir de adjetivos polarizantes. La candidata Harris representa el equilibrio entre las propuestas de Joe Biden en algunos momentos, la izquierda en algunos aspectos y la ley y el orden en algunos otros.

Harris podría lograr a través de su discurso y sus propuestas generar un acercamiento entre las audiencias -cada vez más polarizadas en Estados Unidos- más allá del peso que ganarían en términos de representatividad algunos grupos. Ella podría, a través de su política, revertir un poco el proceso de división que ha promovido el presidente Donald J. Trump durante su mandato.

Desde luego, sería un error pensar que Kamala revertirá de facto la polarización y la marginación de algunos actores en la política estadounidense; sin embargo, su presencia en la candidatura abre una ventana de oportunidad para todos aquellos que no se identifican con la forma y el fondo de la política del presidente actual.

Esperemos que el complejo perfil de la candidata juegue a su favor para reunir distintas voces e intereses y construir así, una política de acercamiento en la sociedad norteamericana.



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Por: Fernanda Águila

Kamala Harris llega en un momento muy polarizado en la historia de Estados Unidos. “Una valiente luchadora en defensa de los menos poderosos y de los mejores funcionarios públicos del país”, como se refirió a ella Joe Biden -candidato demócrata- podría convertirse en enero próximo en la vicepresidenta de ese país.

La presencia de una mujer negra de ascendencia asiática y jamaiquina en la Casa Blanca podría significar cambios importantes en el rumbo de nuestro vecino. Sus convicciones en favor del aborto y la propuesta que presentó en 2019 para la disminución de la brecha salarial entre hombres y mujeres, nos hace pensar que Kamala Harris podría reivindicar las voces que durante el gobierno de Donald Trump han sido ignoradas. Mujeres, migrantes, afroamericanas/os y miembros de la comunidad LGBT+, podrían ver en ella una aliada en la lucha por sus derechos.

La candidata a la vicepresidencia ha mostrado ferocidad al defender sus convicciones: lo ha hecho durante su trayectoria como fiscal general de California, y recientemente en el debate por el cargo por el cual contiende, en el cual fue interrumpida en varias ocasiones por el vicepresidente Mike Pence. Actualmente se le considera como una de las interrogadoras más implacables del Congreso, lo cual significa un contrapeso a las voces mayoritariamente masculinas en la política.

Kamala se autodenominó como una fiscala progresista; sin embargo, ha sido duramente criticada por algunos liberales que no la consideran así. No obstante, de acuerdo con lo que hasta ahora podemos vislumbrar -con base en sus propuestas- su política no puede ser calificada a partir de adjetivos polarizantes. La candidata Harris representa el equilibrio entre las propuestas de Joe Biden en algunos momentos, la izquierda en algunos aspectos y la ley y el orden en algunos otros.

Harris podría lograr a través de su discurso y sus propuestas generar un acercamiento entre las audiencias -cada vez más polarizadas en Estados Unidos- más allá del peso que ganarían en términos de representatividad algunos grupos. Ella podría, a través de su política, revertir un poco el proceso de división que ha promovido el presidente Donald J. Trump durante su mandato.

Desde luego, sería un error pensar que Kamala revertirá de facto la polarización y la marginación de algunos actores en la política estadounidense; sin embargo, su presencia en la candidatura abre una ventana de oportunidad para todos aquellos que no se identifican con la forma y el fondo de la política del presidente actual.

Esperemos que el complejo perfil de la candidata juegue a su favor para reunir distintas voces e intereses y construir así, una política de acercamiento en la sociedad norteamericana.



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