/ martes 11 de septiembre de 2018

Kavanaugh matará la Constitución

A un nivel básico, el intento de meter a la fuerza a Brett Kavanaugh a la Suprema Corte se parece mucho a la forma en la que aprobaron los republicanos el recorte fiscal del año pasado. Una vez más, vemos un proceso apresurado y abiertamente partidista, en el que los líderes del Partido Republicano retienen la mayoría de la información que se supone debe ser parte de las deliberaciones en el Congreso. La confirmación de Kavanaugh nos encaminaría hacia varias crisis constitucionales.

Kavanaugh se curtió trabajando para la investigación del fiscal independiente Kenneth Starr sobre Bill Clinton, que fue una auténtica cacería de brujas que consumió siete años y decenas de millones de dólares sin encontrar pruebas de delitos. Luego, estuvo trabajando un tiempo en la Casa Blanca de George W. Bush, en la cual la tortura se volvió una política rutinaria.

Kavanaugh acumuló un historial como juez de apelaciones, que además lo posiciona en la extrema derecha en todo, desde el medio ambiente, hasta los derechos laborales y la discriminación. Sus posturas en contra de los trabajadores son particularmente extremas, incluso para un conservador.

Así que, ¿quién es Brett Kavanaugh? Si parece un perro fiel de derecha y ladra como un perro fiel de derecha, lo más seguro es que lo sea. Lo cual nos lleva a las próximas crisis constitucionales.

La pregunta es ¿cómo manejará la Corte la obstrucción de la justicia de Trump? que es probable que alcance niveles épicos muy pronto. Si creen que Kavanaugh no apoye por completo a Trump, permítanme mostrarles algunos suplementos alimenticios milagrosos que tal vez quieran comprarme.

Además de eso, ¿qué ocurrirá si luego tenemos un Congreso y un presidente demócratas, que traten de hacer avanzar una agenda de centroizquierda? Con ello me refiero, por cierto, a cosas como la expansión de la cobertura de servicios médicos y el aumento de los impuestos a los ingresos elevados; cosas que no son radicales, y que de hecho cuentan con un amplio apoyo popular.

Existen todas las razones para creer que un tribunal en el que esté Kavanaugh echaría abajo todo lo que los funcionarios electos trataran de hacer. Dejando de lado los fundamentos políticos, esto destruiría la legitimidad de la Corte, dejando al descubierto con toda claridad su partidismo manifiesto —basado, de nuevo, en dos magistraturas robadas—, pero quizá ocurra de todos modos.

La carnicería constitucional podría comenzar el año próximo. Sabemos que si los republicanos se mantienen en las elecciones intermedias, se apresurarán a destruir Obamacare y dejarán sin seguro a millones. Sin embargo, incluso si pierden, ¿qué probabilidades hay de que si se confirma a Kavanaugh, la corte encuentre alguna excusa para declarar la Ley de Atención Médica Asequible inconstitucional? Seguramente son bastante altas. Permítanme hacer un llamado a los republicanos a los que les importa el futuro de EU: no hagan esto. Un voto por Kavanaugh será un voto para destruir la legitimidad de una de las últimas instituciones federales que quedan en pie en este país.


A un nivel básico, el intento de meter a la fuerza a Brett Kavanaugh a la Suprema Corte se parece mucho a la forma en la que aprobaron los republicanos el recorte fiscal del año pasado. Una vez más, vemos un proceso apresurado y abiertamente partidista, en el que los líderes del Partido Republicano retienen la mayoría de la información que se supone debe ser parte de las deliberaciones en el Congreso. La confirmación de Kavanaugh nos encaminaría hacia varias crisis constitucionales.

Kavanaugh se curtió trabajando para la investigación del fiscal independiente Kenneth Starr sobre Bill Clinton, que fue una auténtica cacería de brujas que consumió siete años y decenas de millones de dólares sin encontrar pruebas de delitos. Luego, estuvo trabajando un tiempo en la Casa Blanca de George W. Bush, en la cual la tortura se volvió una política rutinaria.

Kavanaugh acumuló un historial como juez de apelaciones, que además lo posiciona en la extrema derecha en todo, desde el medio ambiente, hasta los derechos laborales y la discriminación. Sus posturas en contra de los trabajadores son particularmente extremas, incluso para un conservador.

Así que, ¿quién es Brett Kavanaugh? Si parece un perro fiel de derecha y ladra como un perro fiel de derecha, lo más seguro es que lo sea. Lo cual nos lleva a las próximas crisis constitucionales.

La pregunta es ¿cómo manejará la Corte la obstrucción de la justicia de Trump? que es probable que alcance niveles épicos muy pronto. Si creen que Kavanaugh no apoye por completo a Trump, permítanme mostrarles algunos suplementos alimenticios milagrosos que tal vez quieran comprarme.

Además de eso, ¿qué ocurrirá si luego tenemos un Congreso y un presidente demócratas, que traten de hacer avanzar una agenda de centroizquierda? Con ello me refiero, por cierto, a cosas como la expansión de la cobertura de servicios médicos y el aumento de los impuestos a los ingresos elevados; cosas que no son radicales, y que de hecho cuentan con un amplio apoyo popular.

Existen todas las razones para creer que un tribunal en el que esté Kavanaugh echaría abajo todo lo que los funcionarios electos trataran de hacer. Dejando de lado los fundamentos políticos, esto destruiría la legitimidad de la Corte, dejando al descubierto con toda claridad su partidismo manifiesto —basado, de nuevo, en dos magistraturas robadas—, pero quizá ocurra de todos modos.

La carnicería constitucional podría comenzar el año próximo. Sabemos que si los republicanos se mantienen en las elecciones intermedias, se apresurarán a destruir Obamacare y dejarán sin seguro a millones. Sin embargo, incluso si pierden, ¿qué probabilidades hay de que si se confirma a Kavanaugh, la corte encuentre alguna excusa para declarar la Ley de Atención Médica Asequible inconstitucional? Seguramente son bastante altas. Permítanme hacer un llamado a los republicanos a los que les importa el futuro de EU: no hagan esto. Un voto por Kavanaugh será un voto para destruir la legitimidad de una de las últimas instituciones federales que quedan en pie en este país.