/ jueves 24 de octubre de 2019

La Amazonía, ¿lugar teológico?

VER

El Instrumentum laboris, que recogió las aportaciones que se hicieron antes del Sínodo Especial para la Amazonía, que está por concluir en Roma, en varias partes afirma que esa región del planeta es un lugar teológico. Esto a varios les ha parecido no sólo inadecuado, sino con tintes heréticos. ¿Qué significa esa expresión?

Es un término usado por Melchor Cano, teólogo dominico tridentino, que emplea la idea de los “topoi” aristotélicos (ámbitos de donde se obtiene información para argumentar) aplicados a la teología. En palabras sencillas, dice que son lugares donde encontramos la revelación de Dios. Distingue los que llama constitutivos, la Sagrada Escritura y la Tradición, de aquellos otros en los que se interpreta la revelación en la historia: Iglesia Católica, concilios ecuménicos, padres de la iglesia, teólogos escolásticos. Hoy añadiríamos la liturgia. No están al mismo nivel de la Escritura y la Tradición, pero son manifestaciones de la acción de Dios, que debemos escuchar y discernir.

Cito algunos párrafos del Instrumentum laboris:

“El territorio es un lugar teológico desde donde se vive la fe, es también una fuente peculiar de revelación de Dios. Esos espacios son lugares epifánicos en donde se manifiesta la reserva de vida y de sabiduría para el planeta, una vida y sabiduría que hablan de Dios. En la Amazonía se manifiestan las caricias de Dios que se encarna en la historia” (19).

“Una mirada contemplativa, atenta y respetuosa a los hermanos y hermanas, y también a la naturaleza, permite a las comunidades amazónicas descubrir cómo todo está conectado, valorar cada creatura, ver el misterio de la belleza de Dios revelándose en todas ellas” (20).

“Los nuevos caminos de evangelización han de construirse en diálogo con estas sabidurías ancestrales en las que se manifiestan semillas del Verbo” (29). “Se trata de una manifestación de una sabiduría y espiritualidad que constituye un auténtico lugar teológico con un gran potencial evangelizador” (126). En la voz de los pobres está el Espíritu; por eso la Iglesia debe escucharlos, son lugar teológico. Al escuchar el dolor, el silencio se hace necesidad para poder escuchar la voz del Espíritu de Dios” (144).

No son revelaciones equiparables a la Sagrada Escritura y a la Tradición, sino signos, señales, manifestaciones de Dios, que hay que escuchar, discernir y atender. Así entendidas esas expresiones, no son heréticas.

PENSAR

Ya Jesucristo nos exigió analizar y discernir los acontecimientos y las realidades, para descubrir allí los signos de Dios (cf Mt 16,1-4).

El Concilio Vaticano II (1962-65) nos dice: “Para cumplir esta misión, es deber permanente de la Iglesia discernir a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación entre ambas“ (GS 4). “El Pueblo de Dios, movido por la fe, procurar discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios” (GS 11).

ACTUAR

Pidamos al Espíritu Santo que nos abra la mente y el corazón, para escuchar su voz en las situaciones que vivimos, para actuar de acuerdo al Evangelio de Jesús.


Obispo Emérito de SCLC

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El Instrumentum laboris, que recogió las aportaciones que se hicieron antes del Sínodo Especial para la Amazonía, que está por concluir en Roma, en varias partes afirma que esa región del planeta es un lugar teológico. Esto a varios les ha parecido no sólo inadecuado, sino con tintes heréticos. ¿Qué significa esa expresión?

Es un término usado por Melchor Cano, teólogo dominico tridentino, que emplea la idea de los “topoi” aristotélicos (ámbitos de donde se obtiene información para argumentar) aplicados a la teología. En palabras sencillas, dice que son lugares donde encontramos la revelación de Dios. Distingue los que llama constitutivos, la Sagrada Escritura y la Tradición, de aquellos otros en los que se interpreta la revelación en la historia: Iglesia Católica, concilios ecuménicos, padres de la iglesia, teólogos escolásticos. Hoy añadiríamos la liturgia. No están al mismo nivel de la Escritura y la Tradición, pero son manifestaciones de la acción de Dios, que debemos escuchar y discernir.

Cito algunos párrafos del Instrumentum laboris:

“El territorio es un lugar teológico desde donde se vive la fe, es también una fuente peculiar de revelación de Dios. Esos espacios son lugares epifánicos en donde se manifiesta la reserva de vida y de sabiduría para el planeta, una vida y sabiduría que hablan de Dios. En la Amazonía se manifiestan las caricias de Dios que se encarna en la historia” (19).

“Una mirada contemplativa, atenta y respetuosa a los hermanos y hermanas, y también a la naturaleza, permite a las comunidades amazónicas descubrir cómo todo está conectado, valorar cada creatura, ver el misterio de la belleza de Dios revelándose en todas ellas” (20).

“Los nuevos caminos de evangelización han de construirse en diálogo con estas sabidurías ancestrales en las que se manifiestan semillas del Verbo” (29). “Se trata de una manifestación de una sabiduría y espiritualidad que constituye un auténtico lugar teológico con un gran potencial evangelizador” (126). En la voz de los pobres está el Espíritu; por eso la Iglesia debe escucharlos, son lugar teológico. Al escuchar el dolor, el silencio se hace necesidad para poder escuchar la voz del Espíritu de Dios” (144).

No son revelaciones equiparables a la Sagrada Escritura y a la Tradición, sino signos, señales, manifestaciones de Dios, que hay que escuchar, discernir y atender. Así entendidas esas expresiones, no son heréticas.

PENSAR

Ya Jesucristo nos exigió analizar y discernir los acontecimientos y las realidades, para descubrir allí los signos de Dios (cf Mt 16,1-4).

El Concilio Vaticano II (1962-65) nos dice: “Para cumplir esta misión, es deber permanente de la Iglesia discernir a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación entre ambas“ (GS 4). “El Pueblo de Dios, movido por la fe, procurar discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios” (GS 11).

ACTUAR

Pidamos al Espíritu Santo que nos abra la mente y el corazón, para escuchar su voz en las situaciones que vivimos, para actuar de acuerdo al Evangelio de Jesús.


Obispo Emérito de SCLC