/ lunes 4 de enero de 2021

La arrogancia pasa factura

Uno de los problemas de preferir a la gente leal por encima de la gente competente, es que se corre el riesgo de quedarse rodeado de perfiles que solo saben decir “sí señor, lo que usted diga” y perderse del talento especializado que se necesita para dirigir y tomar decisiones asertivas. Esto parece ser lo que ocurre en el primer círculo presidencial.

Desde luego, la salida de especialistas técnicos críticos de la figura central, deja el lugar a los representantes de los poderes facticos, que claro que son talentosos, pero que no trabajan para la ciudadanía sino para intereses particulares desde el poder público. Además, perder el filtro de los profesionales de la administración pública es peligroso porque deja temas de primer orden nacional sujetos a la lealtad presidencial y no a la lealtad a México.

Por otra parte, el próximo 20 de enero será la toma de protesta de Joe Biden en Estados Unidos, con muchas expectativas sobre qué agenda posicionará, además de la obvia de combate al COVID-19. Desde luego, más allá del protocolo, lo que más nos interesa son las medidas que anunciará posteriormente para sus primeros 100 días. En este tema, hoy hay más expectativas que certezas.

Para México, los 4 años de Biden-Harris coincidirán con los 4 restantes del presidente López Obrador, el cual dejó muy clara su visión de la relación bilateral desde diciembre pasado, con la famosa carta de felicitación, donde invoca a la Doctrina Estrada (1930) para recordarle a EEUU la importancia de la no intervención.

Esto es relevante porque, aunque en sus orígenes esta doctrina impedía que las potencias de entonces intervinieran en las decisiones de países más débiles, hoy en día ha sido rebasada por la realidad y que incluso choca con el multilateralismo y con la globalización misma y que podría en mascarar un mensaje muy contundente: “haré oídos sordos a cualquier escrutinio, llamada de atención o crítica que hagas sobre mi gobierno”. En un país con el frágil respeto a los Derechos Humanos, como México, esto es muy peligroso.

Además, hay una clara diferencia entre atacar la soberanía de un país y señalar las incongruencias de un gobierno. Y en este sentido, cabe destacar que, si bien el actual presidente de EEUU no ganó gracias a un discurso estilo “México debe pagar por el muro”, una de sus principales cartas es la del cuidado medioambiental, que seguramente se contrapondrá en algún punto con la tendencia mexicana de mantener en marcha macro proyectos como el de Dos Bocas, con una política energética enfocada en el carbón, ignorando que el cambio climático existe y obstaculizando las inversiones en energías limpias.

Por estas fechas del año pasado, escribía en este espacio que no hay años fáciles; desde luego que no imaginaba que sería tan complicado, que el segundo trimestre del año traería una pandemia global de la que aún no salimos. Por supuesto, tampoco era posible prever que cerraríamos el año con iniciativas de Ley como la de outsourcing y la de Banxico, que introducen criterios poco claros a materias esenciales para la economía mexicana. Sin embargo, lo que sí sigue siendo vigente un año después es que, en una época donde la única constante es el cambio, la voluntad de seguir adelante y adaptarse a los cambios es clave para mantenernos en la jugada.

Uno de los problemas de preferir a la gente leal por encima de la gente competente, es que se corre el riesgo de quedarse rodeado de perfiles que solo saben decir “sí señor, lo que usted diga” y perderse del talento especializado que se necesita para dirigir y tomar decisiones asertivas. Esto parece ser lo que ocurre en el primer círculo presidencial.

Desde luego, la salida de especialistas técnicos críticos de la figura central, deja el lugar a los representantes de los poderes facticos, que claro que son talentosos, pero que no trabajan para la ciudadanía sino para intereses particulares desde el poder público. Además, perder el filtro de los profesionales de la administración pública es peligroso porque deja temas de primer orden nacional sujetos a la lealtad presidencial y no a la lealtad a México.

Por otra parte, el próximo 20 de enero será la toma de protesta de Joe Biden en Estados Unidos, con muchas expectativas sobre qué agenda posicionará, además de la obvia de combate al COVID-19. Desde luego, más allá del protocolo, lo que más nos interesa son las medidas que anunciará posteriormente para sus primeros 100 días. En este tema, hoy hay más expectativas que certezas.

Para México, los 4 años de Biden-Harris coincidirán con los 4 restantes del presidente López Obrador, el cual dejó muy clara su visión de la relación bilateral desde diciembre pasado, con la famosa carta de felicitación, donde invoca a la Doctrina Estrada (1930) para recordarle a EEUU la importancia de la no intervención.

Esto es relevante porque, aunque en sus orígenes esta doctrina impedía que las potencias de entonces intervinieran en las decisiones de países más débiles, hoy en día ha sido rebasada por la realidad y que incluso choca con el multilateralismo y con la globalización misma y que podría en mascarar un mensaje muy contundente: “haré oídos sordos a cualquier escrutinio, llamada de atención o crítica que hagas sobre mi gobierno”. En un país con el frágil respeto a los Derechos Humanos, como México, esto es muy peligroso.

Además, hay una clara diferencia entre atacar la soberanía de un país y señalar las incongruencias de un gobierno. Y en este sentido, cabe destacar que, si bien el actual presidente de EEUU no ganó gracias a un discurso estilo “México debe pagar por el muro”, una de sus principales cartas es la del cuidado medioambiental, que seguramente se contrapondrá en algún punto con la tendencia mexicana de mantener en marcha macro proyectos como el de Dos Bocas, con una política energética enfocada en el carbón, ignorando que el cambio climático existe y obstaculizando las inversiones en energías limpias.

Por estas fechas del año pasado, escribía en este espacio que no hay años fáciles; desde luego que no imaginaba que sería tan complicado, que el segundo trimestre del año traería una pandemia global de la que aún no salimos. Por supuesto, tampoco era posible prever que cerraríamos el año con iniciativas de Ley como la de outsourcing y la de Banxico, que introducen criterios poco claros a materias esenciales para la economía mexicana. Sin embargo, lo que sí sigue siendo vigente un año después es que, en una época donde la única constante es el cambio, la voluntad de seguir adelante y adaptarse a los cambios es clave para mantenernos en la jugada.