/ lunes 22 de enero de 2018

La batalla por el presupuesto

Durante los últimos días hemos podido presenciar cómo el gobierno de los Estados Unidos debate, junto al Congreso de dicho país, el presupuesto para continuar operando. Aunque debemos saber que – en realidad – no es el presupuesto como tal.

En México, cada año el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) debe ser aprobado por la Cámara de Diputados; en dicho documento se establece cuáles serán las prioridades de gasto del Gobierno y en qué cosas se habrán de destinar fondos.

Es una de las facultades exclusivas de la Cámara Baja. ¿Qué pasa si no hay presupuesto aprobado para el año siguiente? Pues muy sencillo, que el gobierno no puede continuar (porque no tendría dinero para ello). Pero en México eso no ha pasado, y aunque tarde (hasta se inventaron aquello de detener el “reloj legislativo” en Año Nuevo) el presupuesto siempre ha sido aprobado.

Pues no es el caso en el vecino país del norte, en donde todavía al momento de escribir este artículo el gobierno se mantenía cerrado por las disputas legislatica scontra el presidente Trump.

Pero ni siquiera es el presupuesto como tal: es una resolución de continuidad de viejos presupuestos anteriores que, cada vez que llegan a su fecha de vencimiento siguen ampliándose para seguir operando. Si bien no suena de lo más profesional, la realidad es que nunca los gobiernos y las administraciones federales suelen tener los votos necesarios en el Legislativo para avanzar su propuesta de gasto. Y dada la parálisis generada prefieren acordar una resolución que permita extender el presupuesto actual para no “cerrar” al gobierno. Pero no parece ser así en ese caso.

En octubre de 2013, el gobierno en Estados Unidos cerró durante unos días, precisamente por ello. El Congreso no pudo llegar a un acuerdo y decidió cerrar. ¿Qué pasa entonces? Que todo aquel personal que no es “esencial” se debe ir a su casa sin pago. Así tal cual. Y cuando el presupuesto vuelve a ser aprobado, pues regresan todos a sus trabajos.

¿Quiénes son el personal esencial y no esencial? Pues por ejemplo, los policías, los médicos, los celadores, los diplomáticos, etc., todos ellos son personal esencial. Los burócratas, los oficiales, las secretarias, los choferes, los administrativos, y otros, todos ellos constituyen el personal no esencial.

¿En realidad el gobierno cierra con esta mecánica? Pues no, porque un gobierno no puede detener sus funciones básicas, como es la seguridad o la salud, sin embargo, la batalla por el presupuesto se convierte en una ficha política que la oposición utiliza para presionar a sus adversarios.

O bien, los disidentes dentro de un partido lo utilizan como estrategia contra sus propios compañeros. ¿Los que más sufren de todo esto? Como siempre, son los ciudadanos, puesto que si muchos de ellos son enviados a sus casa sin pago de por medio, pues los afectados son directamente dichas personas.

En ningún caso es justo, pero nunca los políticos, aunque digan lo contrario, han puesto los intereses de la ciudadanía por delante de los intereses personales o partidistas. La otra reflexión que tenemos que hacer es que – quizá – en México no estamos tan mal, porque nunca hemos llegado a dichos extremos. Habrá que tomar todo con su debida precaución.

@fedeling

Durante los últimos días hemos podido presenciar cómo el gobierno de los Estados Unidos debate, junto al Congreso de dicho país, el presupuesto para continuar operando. Aunque debemos saber que – en realidad – no es el presupuesto como tal.

En México, cada año el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) debe ser aprobado por la Cámara de Diputados; en dicho documento se establece cuáles serán las prioridades de gasto del Gobierno y en qué cosas se habrán de destinar fondos.

Es una de las facultades exclusivas de la Cámara Baja. ¿Qué pasa si no hay presupuesto aprobado para el año siguiente? Pues muy sencillo, que el gobierno no puede continuar (porque no tendría dinero para ello). Pero en México eso no ha pasado, y aunque tarde (hasta se inventaron aquello de detener el “reloj legislativo” en Año Nuevo) el presupuesto siempre ha sido aprobado.

Pues no es el caso en el vecino país del norte, en donde todavía al momento de escribir este artículo el gobierno se mantenía cerrado por las disputas legislatica scontra el presidente Trump.

Pero ni siquiera es el presupuesto como tal: es una resolución de continuidad de viejos presupuestos anteriores que, cada vez que llegan a su fecha de vencimiento siguen ampliándose para seguir operando. Si bien no suena de lo más profesional, la realidad es que nunca los gobiernos y las administraciones federales suelen tener los votos necesarios en el Legislativo para avanzar su propuesta de gasto. Y dada la parálisis generada prefieren acordar una resolución que permita extender el presupuesto actual para no “cerrar” al gobierno. Pero no parece ser así en ese caso.

En octubre de 2013, el gobierno en Estados Unidos cerró durante unos días, precisamente por ello. El Congreso no pudo llegar a un acuerdo y decidió cerrar. ¿Qué pasa entonces? Que todo aquel personal que no es “esencial” se debe ir a su casa sin pago. Así tal cual. Y cuando el presupuesto vuelve a ser aprobado, pues regresan todos a sus trabajos.

¿Quiénes son el personal esencial y no esencial? Pues por ejemplo, los policías, los médicos, los celadores, los diplomáticos, etc., todos ellos son personal esencial. Los burócratas, los oficiales, las secretarias, los choferes, los administrativos, y otros, todos ellos constituyen el personal no esencial.

¿En realidad el gobierno cierra con esta mecánica? Pues no, porque un gobierno no puede detener sus funciones básicas, como es la seguridad o la salud, sin embargo, la batalla por el presupuesto se convierte en una ficha política que la oposición utiliza para presionar a sus adversarios.

O bien, los disidentes dentro de un partido lo utilizan como estrategia contra sus propios compañeros. ¿Los que más sufren de todo esto? Como siempre, son los ciudadanos, puesto que si muchos de ellos son enviados a sus casa sin pago de por medio, pues los afectados son directamente dichas personas.

En ningún caso es justo, pero nunca los políticos, aunque digan lo contrario, han puesto los intereses de la ciudadanía por delante de los intereses personales o partidistas. La otra reflexión que tenemos que hacer es que – quizá – en México no estamos tan mal, porque nunca hemos llegado a dichos extremos. Habrá que tomar todo con su debida precaución.

@fedeling