/ lunes 20 de mayo de 2019

La batalla por las cifras de empleo

El presidente Andrés Manuel López Obrador está atrapado por la inercia de un mercado laboral estructuralmente precarizado, producto del México informal, y de la desaceleración de la economía nacional.

Su expectativa es que los programas sociales y de empleo reviertan la precarización social y laboral.

El hecho de que las cifras publicadas por el Inegi y el IMSS vayan en otro sentido le genera conflicto: la tasa de desocupación crece al mismo tiempo que las condiciones críticas de ocupación aumentan y el IMSS reporta una tendencia a la baja en su registro de trabajadores.

La reacción del Ejecutivo ha sido cuestionar a dichas instituciones: “Tengo información que hay más oportunidades de trabajo en la actualidad, no se mide porque no todo lo está registrando el Seguro Social…. A ver, quiero ver la cifra, son 500 mil jóvenes, jóvenes, que están en el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro, 500 mil”.

Dado que el Inegi y el IMSS generan estadísticas utilizadas diariamente para crear las políticas públicas oficiales, alimentan sus modelos de pronóstico, simulación y evaluación, es oportuno considerar por qué las estrategias citadas por el Presidente no reducen la tasa de desocupación y de precarización laboral.

La explicación es sencilla: la precarización de la economía nacional es estructural, su solución requiere de crecimiento vigoroso. El gasto social no es suficiente.

Oficialmente se considera a una persona como ocupada si labora, al menos, “una hora” a la semana o que no haya trabajado temporalmente, pero que mantenga el vínculo con su fuente de empleo o que realice “alguna actividad económica sin recibir un sueldo o salario”.

Ante dicha definición se debe considerar que una parte de los beneficiarios de los programas del gobierno ya eran contabilizados como ocupados, tenían que vivir de alguna manera, requerían un ingreso económico.

La mayoría lo hacía en la informalidad, no estaba registrado en el IMSS, laboraba sin recibir prestaciones. El que ahora tengan empleo en los programas del gobierno no disminuirá la desocupación.

Por el contrario, es probable que la tasa se eleve por la pérdida de empleo formal en el gobierno federal y en el sector privado (por la austeridad y la desaceleración económica). Todos ellos no son beneficiarios de programas como Jóvenes Construyendo el Futuro, pues entrar se debía estar fuera del empleo formal o no estudiar.

La informalidad creció porque uno de sus rasgos distintivos es la falta de seguridad social, Infonavit, etc. Para que el IMSS presente un aumento en el registro de trabajadores y disminuya la informalidad los programas del Gobierno de México deberían otorgar las prestaciones.

La precarización laboral también contempla los bajos salarios: quien trabaja más de 48 horas a la semana por menos de dos salarios mínimos (menos de 6,160 pesos al mes) se encontrará en condiciones críticas.

El único camino para crear empleo formal y bien remunerado es a través del crecimiento económico, no hay otra manera. El gasto social es positivo, pero no basta.

Por ello, se deberá considerar el alcance de los programas y hacer ajustes que incluyan el fomento de la inversión productiva y mayor financiamiento público y privado. De otra forma las estadísticas seguirán mostrando la fuerza tanto del México informal como del modelo económico que causó esta situación, el cual sigue vigente.

El presidente Andrés Manuel López Obrador está atrapado por la inercia de un mercado laboral estructuralmente precarizado, producto del México informal, y de la desaceleración de la economía nacional.

Su expectativa es que los programas sociales y de empleo reviertan la precarización social y laboral.

El hecho de que las cifras publicadas por el Inegi y el IMSS vayan en otro sentido le genera conflicto: la tasa de desocupación crece al mismo tiempo que las condiciones críticas de ocupación aumentan y el IMSS reporta una tendencia a la baja en su registro de trabajadores.

La reacción del Ejecutivo ha sido cuestionar a dichas instituciones: “Tengo información que hay más oportunidades de trabajo en la actualidad, no se mide porque no todo lo está registrando el Seguro Social…. A ver, quiero ver la cifra, son 500 mil jóvenes, jóvenes, que están en el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro, 500 mil”.

Dado que el Inegi y el IMSS generan estadísticas utilizadas diariamente para crear las políticas públicas oficiales, alimentan sus modelos de pronóstico, simulación y evaluación, es oportuno considerar por qué las estrategias citadas por el Presidente no reducen la tasa de desocupación y de precarización laboral.

La explicación es sencilla: la precarización de la economía nacional es estructural, su solución requiere de crecimiento vigoroso. El gasto social no es suficiente.

Oficialmente se considera a una persona como ocupada si labora, al menos, “una hora” a la semana o que no haya trabajado temporalmente, pero que mantenga el vínculo con su fuente de empleo o que realice “alguna actividad económica sin recibir un sueldo o salario”.

Ante dicha definición se debe considerar que una parte de los beneficiarios de los programas del gobierno ya eran contabilizados como ocupados, tenían que vivir de alguna manera, requerían un ingreso económico.

La mayoría lo hacía en la informalidad, no estaba registrado en el IMSS, laboraba sin recibir prestaciones. El que ahora tengan empleo en los programas del gobierno no disminuirá la desocupación.

Por el contrario, es probable que la tasa se eleve por la pérdida de empleo formal en el gobierno federal y en el sector privado (por la austeridad y la desaceleración económica). Todos ellos no son beneficiarios de programas como Jóvenes Construyendo el Futuro, pues entrar se debía estar fuera del empleo formal o no estudiar.

La informalidad creció porque uno de sus rasgos distintivos es la falta de seguridad social, Infonavit, etc. Para que el IMSS presente un aumento en el registro de trabajadores y disminuya la informalidad los programas del Gobierno de México deberían otorgar las prestaciones.

La precarización laboral también contempla los bajos salarios: quien trabaja más de 48 horas a la semana por menos de dos salarios mínimos (menos de 6,160 pesos al mes) se encontrará en condiciones críticas.

El único camino para crear empleo formal y bien remunerado es a través del crecimiento económico, no hay otra manera. El gasto social es positivo, pero no basta.

Por ello, se deberá considerar el alcance de los programas y hacer ajustes que incluyan el fomento de la inversión productiva y mayor financiamiento público y privado. De otra forma las estadísticas seguirán mostrando la fuerza tanto del México informal como del modelo económico que causó esta situación, el cual sigue vigente.