/ martes 8 de junio de 2021

La biopolítica de las mujeres gestantes

Por Diana Juárez

La renta de vientres en México está por legalizarse, el Estado se desvincula de la legislación y le pasa el balón a cada estado, señalando que cada gubernatura pueda regular las condiciones económicas o dejarlo a la libertad de las partes privadas que intervienen, es decir, que sean las agencias encargadas de la maternidad subrogada las responsables del pago a las madres gestantes, en caso de que haya un intercambio económico; o sólo vigilen el proceso, en caso de que sea un acto “altruista”, donde las mujeres lo hagan como acto de voluntad.

Las madres y padres de intención, como se les conoce a los solicitantes de la renta de un vientre, no sólo acceden a poder gestar un ser en el cuerpo de una mujer, sino que algunas agencias ofrecen paquetes turísticos, para disfrutar de la playa mientras hacen el papeleo del bebé. Estos paquetes pueden costar entre los 500 mil y 700 mil pesos, a lo que hay que sumarse gastos sanitarios. Las mujeres reciben entre 70 mil y 100 mil pesos, alrededor del 10% de las ganancias, o menos; quedándose con el resto, las empresas. Tan solo en 2018 la facturación de esta industria fue de 6 mil millones USD (Surrogacy Market Share Report), de acuerdo con un comunicado de prensa.

La maternidad se reduce a un acto transaccional donde se buscan “a las mujeres de buenos sentimientos”, para que geste al bebé, como describe en su página la agencia Gestación Sustito México. La posibilidad de maternar y sobrevivencia se convierte en un acto de biopolítica, cómo hablaba en su tiempo Michael Foucault, el pensador francés que fue acusado de pedofilia recientemente.

La biopolítica es esa posibilidad de administrar la vida. Antes de la Edad Media se ejercía un “hacer morir, dejar vivir”, donde la vida está sometida a las decisiones de la figura del soberano, es decir el Estado, había castigos, penas de muerte o guerras; después de la edad media opera la premisa “hacer vivir, dejar morir”, es decir, hay un adiestramiento de los cuerpos a nivel individual, un control sobre los cuerpos. Quien tiene más dinero, tienes más posibilidades de vivir, dejando morir a los otros, aquellos cuerpos que no generan recursos al Estado, en este caso son los cuerpos de las mujeres que son vistos como mercancía, como han señalado las colegas feministas.

En México sólo en Tabasco y Sinaloa está permitida la maternidad subrogada. Son las mujeres jóvenes entre 18 y 35 años, en situación de pobreza, quienes acceden a este proceso, de acuerdo con Teresa Ulloa, directora de Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés), para “salir de deudas”, dijo una de las mujeres gestantes a un medio. También, se convierte en la única opción para las mujeres migrantes, de acuerdo con Aimée Vega, investigadora del CEIICH UNAM.

Las historias de terror son múltiples Un caso ha sido el de la agencia Surrogacy Beyond Borders, prometió a las mujeres gestantes un embarazo en instalaciones de Cancún. No fue así, las llevó a una casa en Tabasco donde fueron hacinadas y dejadas a la deriva; una de las mujeres dijo al diario inglés Metro que una ocasión no les llevaron comida por cuatro días. Además, hay registros de bebés abandonados por los padres solicitantes por tener una discapacidad.

La maternidad subrogada nos deja ver cómo los cuerpos de las mujeres se convierten en objetos de transacción, por empresas que aprovechan los vacíos de Estado, ejerciendo una bipolítica de los cuerpos desde un interés de mercado.

Editora de La Cadera de Eva

Por Diana Juárez

La renta de vientres en México está por legalizarse, el Estado se desvincula de la legislación y le pasa el balón a cada estado, señalando que cada gubernatura pueda regular las condiciones económicas o dejarlo a la libertad de las partes privadas que intervienen, es decir, que sean las agencias encargadas de la maternidad subrogada las responsables del pago a las madres gestantes, en caso de que haya un intercambio económico; o sólo vigilen el proceso, en caso de que sea un acto “altruista”, donde las mujeres lo hagan como acto de voluntad.

Las madres y padres de intención, como se les conoce a los solicitantes de la renta de un vientre, no sólo acceden a poder gestar un ser en el cuerpo de una mujer, sino que algunas agencias ofrecen paquetes turísticos, para disfrutar de la playa mientras hacen el papeleo del bebé. Estos paquetes pueden costar entre los 500 mil y 700 mil pesos, a lo que hay que sumarse gastos sanitarios. Las mujeres reciben entre 70 mil y 100 mil pesos, alrededor del 10% de las ganancias, o menos; quedándose con el resto, las empresas. Tan solo en 2018 la facturación de esta industria fue de 6 mil millones USD (Surrogacy Market Share Report), de acuerdo con un comunicado de prensa.

La maternidad se reduce a un acto transaccional donde se buscan “a las mujeres de buenos sentimientos”, para que geste al bebé, como describe en su página la agencia Gestación Sustito México. La posibilidad de maternar y sobrevivencia se convierte en un acto de biopolítica, cómo hablaba en su tiempo Michael Foucault, el pensador francés que fue acusado de pedofilia recientemente.

La biopolítica es esa posibilidad de administrar la vida. Antes de la Edad Media se ejercía un “hacer morir, dejar vivir”, donde la vida está sometida a las decisiones de la figura del soberano, es decir el Estado, había castigos, penas de muerte o guerras; después de la edad media opera la premisa “hacer vivir, dejar morir”, es decir, hay un adiestramiento de los cuerpos a nivel individual, un control sobre los cuerpos. Quien tiene más dinero, tienes más posibilidades de vivir, dejando morir a los otros, aquellos cuerpos que no generan recursos al Estado, en este caso son los cuerpos de las mujeres que son vistos como mercancía, como han señalado las colegas feministas.

En México sólo en Tabasco y Sinaloa está permitida la maternidad subrogada. Son las mujeres jóvenes entre 18 y 35 años, en situación de pobreza, quienes acceden a este proceso, de acuerdo con Teresa Ulloa, directora de Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés), para “salir de deudas”, dijo una de las mujeres gestantes a un medio. También, se convierte en la única opción para las mujeres migrantes, de acuerdo con Aimée Vega, investigadora del CEIICH UNAM.

Las historias de terror son múltiples Un caso ha sido el de la agencia Surrogacy Beyond Borders, prometió a las mujeres gestantes un embarazo en instalaciones de Cancún. No fue así, las llevó a una casa en Tabasco donde fueron hacinadas y dejadas a la deriva; una de las mujeres dijo al diario inglés Metro que una ocasión no les llevaron comida por cuatro días. Además, hay registros de bebés abandonados por los padres solicitantes por tener una discapacidad.

La maternidad subrogada nos deja ver cómo los cuerpos de las mujeres se convierten en objetos de transacción, por empresas que aprovechan los vacíos de Estado, ejerciendo una bipolítica de los cuerpos desde un interés de mercado.

Editora de La Cadera de Eva