/ viernes 11 de septiembre de 2020

La brecha de pobreza entre mujeres y hombres

Conforme transcurren los días, emergen las repercusiones que la Pandemia continúa provocando y con ello, la agudización de los déficits que el país registra en distintos ámbitos.


Eso es lo que ha hecho la Pandemia: agravar las “brechas” que ya de por sí representaban una pesada carga para millones de mexicanos, las cuales van desde la vertiente social -incremento de la pobreza, desigualdad y marginación-; la económica -agravada por las consecuencias de la falta de crecimiento económico -; el bienestar -hambre, deficientes servicios básicos y de salud, falta de medicinas, vivienda de mala calidad; la educativa -escuelas con carencias en infraestructura, conectividad, agua, electricidad, etc-; la laboral -pérdida de empleos, sueldos precarios, ausencia de prestaciones y seguridad social; la tecnológica -personas y comunidades para quienes la tecnología está fuera de su alcance-; hasta la brecha entre mujeres y hombres, tanto en términos de oportunidades de empleo como de salarios.


Tal parece que estas “brechas” terminaron por convertirse en lo más común en los últimos años. Gobiernos emanados de uno y otro partido van y vienen sin que la sociedad reciba respuestas reales. Hoy, tomando en cuenta los costos de la Pandemia, todo parece cuesta arriba de superar.


Con estas “brechas” y un conjunto de contradicciones y desaciertos -esta semana el gobierno de China celebró que en total se registraron 85,146 casos de Covid y 4,634 muertos-, era imposible hacer frente a los estragos de la Pandemia de manera exitosa. Por eso tenemos tantos contagios, por eso desafortunadamente en los próximos días llegaremos a los 70 mil fallecimientos y por eso también las niñas, niños, jóvenes, mujeres, adultos y personas de la tercera edad, sin estar contagiados, de una u otra forma resienten más sus efectos. No sin razón, podría decirse que se trata de víctimas colaterales del Covid-19.


Pero lo que de manera particular me interesa destacar en este espacio, es que la ONU advierte que la pandemia inevitablemente va a ampliar la brecha de pobreza entre mujeres y hombres en todo el mundo. No sólo habrá más mujeres en situación de pobreza, sino que también se va a incrementar el número de mujeres que viven en pobreza extrema respecto a los hombres.


De acuerdo con las proyecciones de este organismo, a nivel global para el próximo año de 2021, por cada 100 hombres de 25 a 34 años que vivan en pobreza extrema habrá 118 mujeres. Y esto principalmente obedece a que, “las mujeres asumen la mayor parte del cuidado de la familia, ganan menos, ahorran menos y tienen trabajos mucho menos seguros, una situación que se ha intensificado con la crisis del coronavirus”. Además, el empleo de las mujeres corre mayor riesgo que el de los hombres y también tienen menos posibilidades de beneficiarse de la protección social.


Inevitablemente, más mujeres que hombres caerán en la pobreza debido al impacto económico del Covid-19 y la consecuente pérdida de empleo que esto trae consigo. Se trata de proyecciones a nivel mundial, pero México no está exento de este problema.


Recientemente en este espacio comenté que, en el contexto de la Pandemia, las mujeres de nuestro país representan el sector que no sólo más padece la pobreza laboral, sino también, en este grupo las condiciones de trabajo, respecto a los hombres, son bastante precarias. Este factor, el de la pobreza laboral -pérdida o disminución de los ingresos, imposibilidad de adquirir los productos de la canasta básica y ausencia de protección social- arrastrará a la pobreza y la pobreza extrema a millones de mujeres más.


Al final de cuentas, somos un lamentable ejemplo de la condición de vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres y niñas del país.


Por si algo más faltara a esa brecha de pobreza que se ensanchará entre las mujeres, con respecto a los hombres, no podemos pasar por alto otras amenazas que complican la situación que atraviesan: violencia y acoso, abuso sexual, discriminación, desapariciones, feminicidio, hostigamiento, violación de sus derechos humanos, dificultades para el acceso a la justicia o mejor dicho, para que se haga justicia y se atienda el reclamo legítimo que expresan las familias de las víctimas, etc.


Esto es lo que se debería estar analizando y confrontando en el debate público, no cuestiones secundarias como el supuesto “juicio a ex presidentes”, la disputa por el financiamiento de los partidos políticos para el siguiente año, el registro de nuevos partidos o la venta de “cachitos” para la rifa del avión presidencial.


Todo este conjunto de temas no representa nada frente a lo que millones de mujeres del país actualmente viven y frente a lo que les espera en medio de una pobreza que echará por tierra todas sus expectativas.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

Conforme transcurren los días, emergen las repercusiones que la Pandemia continúa provocando y con ello, la agudización de los déficits que el país registra en distintos ámbitos.


Eso es lo que ha hecho la Pandemia: agravar las “brechas” que ya de por sí representaban una pesada carga para millones de mexicanos, las cuales van desde la vertiente social -incremento de la pobreza, desigualdad y marginación-; la económica -agravada por las consecuencias de la falta de crecimiento económico -; el bienestar -hambre, deficientes servicios básicos y de salud, falta de medicinas, vivienda de mala calidad; la educativa -escuelas con carencias en infraestructura, conectividad, agua, electricidad, etc-; la laboral -pérdida de empleos, sueldos precarios, ausencia de prestaciones y seguridad social; la tecnológica -personas y comunidades para quienes la tecnología está fuera de su alcance-; hasta la brecha entre mujeres y hombres, tanto en términos de oportunidades de empleo como de salarios.


Tal parece que estas “brechas” terminaron por convertirse en lo más común en los últimos años. Gobiernos emanados de uno y otro partido van y vienen sin que la sociedad reciba respuestas reales. Hoy, tomando en cuenta los costos de la Pandemia, todo parece cuesta arriba de superar.


Con estas “brechas” y un conjunto de contradicciones y desaciertos -esta semana el gobierno de China celebró que en total se registraron 85,146 casos de Covid y 4,634 muertos-, era imposible hacer frente a los estragos de la Pandemia de manera exitosa. Por eso tenemos tantos contagios, por eso desafortunadamente en los próximos días llegaremos a los 70 mil fallecimientos y por eso también las niñas, niños, jóvenes, mujeres, adultos y personas de la tercera edad, sin estar contagiados, de una u otra forma resienten más sus efectos. No sin razón, podría decirse que se trata de víctimas colaterales del Covid-19.


Pero lo que de manera particular me interesa destacar en este espacio, es que la ONU advierte que la pandemia inevitablemente va a ampliar la brecha de pobreza entre mujeres y hombres en todo el mundo. No sólo habrá más mujeres en situación de pobreza, sino que también se va a incrementar el número de mujeres que viven en pobreza extrema respecto a los hombres.


De acuerdo con las proyecciones de este organismo, a nivel global para el próximo año de 2021, por cada 100 hombres de 25 a 34 años que vivan en pobreza extrema habrá 118 mujeres. Y esto principalmente obedece a que, “las mujeres asumen la mayor parte del cuidado de la familia, ganan menos, ahorran menos y tienen trabajos mucho menos seguros, una situación que se ha intensificado con la crisis del coronavirus”. Además, el empleo de las mujeres corre mayor riesgo que el de los hombres y también tienen menos posibilidades de beneficiarse de la protección social.


Inevitablemente, más mujeres que hombres caerán en la pobreza debido al impacto económico del Covid-19 y la consecuente pérdida de empleo que esto trae consigo. Se trata de proyecciones a nivel mundial, pero México no está exento de este problema.


Recientemente en este espacio comenté que, en el contexto de la Pandemia, las mujeres de nuestro país representan el sector que no sólo más padece la pobreza laboral, sino también, en este grupo las condiciones de trabajo, respecto a los hombres, son bastante precarias. Este factor, el de la pobreza laboral -pérdida o disminución de los ingresos, imposibilidad de adquirir los productos de la canasta básica y ausencia de protección social- arrastrará a la pobreza y la pobreza extrema a millones de mujeres más.


Al final de cuentas, somos un lamentable ejemplo de la condición de vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres y niñas del país.


Por si algo más faltara a esa brecha de pobreza que se ensanchará entre las mujeres, con respecto a los hombres, no podemos pasar por alto otras amenazas que complican la situación que atraviesan: violencia y acoso, abuso sexual, discriminación, desapariciones, feminicidio, hostigamiento, violación de sus derechos humanos, dificultades para el acceso a la justicia o mejor dicho, para que se haga justicia y se atienda el reclamo legítimo que expresan las familias de las víctimas, etc.


Esto es lo que se debería estar analizando y confrontando en el debate público, no cuestiones secundarias como el supuesto “juicio a ex presidentes”, la disputa por el financiamiento de los partidos políticos para el siguiente año, el registro de nuevos partidos o la venta de “cachitos” para la rifa del avión presidencial.


Todo este conjunto de temas no representa nada frente a lo que millones de mujeres del país actualmente viven y frente a lo que les espera en medio de una pobreza que echará por tierra todas sus expectativas.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.