/ domingo 28 de noviembre de 2021

La brecha entre el crecimiento económico y su percepción

Twitter: @cons_gentil


Durante este año hemos sido testigos de la restauración de la actividad económica a un ritmo similar o casi igual al que veíamos antes de que estallara la pandemia de COVID-19, hace casi dos años. A pesar de que las estrategias de vacunación masiva para retomar actividades han sido una herramienta esencial para esta reactivación, la economía que vemos hoy está llena de irregularidades que afectan no solo su estado actual, sino también la percepción que tenemos del crecimiento (o falta de él).

Tanto México como Estados Unidos han registrado este año los niveles más altos de inflación en años recientes. El INEGI reportó que la inflación en nuestro país se disparó a 7.05% en la primera quincena de noviembre, la mayor en más de 20 años. Por otro lado, el Departamento del Trabajo de Estados Unidos reportó que la inflación fue de 6.2%.

Vale la pena recordar que la inflación es la disminución del poder adquisitivo de una moneda a lo largo del tiempo. El aumento en el nivel general de precios, expresado en forma de porcentaje, significa que una unidad monetaria efectivamente compra menos que en períodos anteriores.

Por otro lado, la cadena global de suministros se ha visto afectada por el alza masiva de demanda de muchos productos a lo largo de la pandemia, además de las medidas limitadas para cubrirlas a causa de los cierres de producción y la escasez de personal. Durante este periodo hemos visto un gran incremento en la demanda por bienes y una reducción en la demanda de servicios.

Entre las diferentes consecuencias que estos obstáculos han presentado, es importante hablar sobre cómo éstas afectan las percepciones de la economía entre los ciudadanos.

Uno de los impactos más fuertes de la inflación, por ejemplo, es en la percepción del consumidor, ya que al no lograr comprar la misma cantidad de bienes con una cantidad determinada de dinero, puede adquirir distintos hábitos de consumo. En algunos casos, especialmente con aquellas personas que se encuentran en los sectores más privilegiados de la economía, podemos observar fenómenos singulares. Con respecto a estos sectores, el economista Paul Krugman menciona que la información sobre el estado de la economía que se recibe a través de los medios puede tener más influencia en la percepción, incluso más que su experiencia económica personal. Es decir, si reciben información que presenta una economía problemática probablemente adquirirán esa percepción, incluso cuando su situación personal no presente este tipo de problemas. Y la clase de medios que consuman e ideas que adopten se verán influenciados por sus preferencias políticas.

De manera que, a pesar de que la economía realmente avance, es la percepción real del consumidor la que será el factor determinante para hacerla llegar a niveles estables de nuevo. Y si estos problemas persisten, la mayor parte de los consumidores seguirá sintiendo que sus ingresos no son suficientes para satisfacer sus demandas normales -porque de hecho así lo ha ocasionado la inflación- mientras que el sector privilegiado podría dejar que otros factores de tinte político influyan sobre su percepción general de la economía, incluso más que su experiencia directa al gastar dinero.

Valdría la pena empezar a considerar la complejidad de la percepción del consumidor en el camino cuesta arriba hacia la recuperación económica, pues más allá de las predicciones y los mercados, los consumidores son el factor determinante en la recuperación.

Twitter: @cons_gentil


Durante este año hemos sido testigos de la restauración de la actividad económica a un ritmo similar o casi igual al que veíamos antes de que estallara la pandemia de COVID-19, hace casi dos años. A pesar de que las estrategias de vacunación masiva para retomar actividades han sido una herramienta esencial para esta reactivación, la economía que vemos hoy está llena de irregularidades que afectan no solo su estado actual, sino también la percepción que tenemos del crecimiento (o falta de él).

Tanto México como Estados Unidos han registrado este año los niveles más altos de inflación en años recientes. El INEGI reportó que la inflación en nuestro país se disparó a 7.05% en la primera quincena de noviembre, la mayor en más de 20 años. Por otro lado, el Departamento del Trabajo de Estados Unidos reportó que la inflación fue de 6.2%.

Vale la pena recordar que la inflación es la disminución del poder adquisitivo de una moneda a lo largo del tiempo. El aumento en el nivel general de precios, expresado en forma de porcentaje, significa que una unidad monetaria efectivamente compra menos que en períodos anteriores.

Por otro lado, la cadena global de suministros se ha visto afectada por el alza masiva de demanda de muchos productos a lo largo de la pandemia, además de las medidas limitadas para cubrirlas a causa de los cierres de producción y la escasez de personal. Durante este periodo hemos visto un gran incremento en la demanda por bienes y una reducción en la demanda de servicios.

Entre las diferentes consecuencias que estos obstáculos han presentado, es importante hablar sobre cómo éstas afectan las percepciones de la economía entre los ciudadanos.

Uno de los impactos más fuertes de la inflación, por ejemplo, es en la percepción del consumidor, ya que al no lograr comprar la misma cantidad de bienes con una cantidad determinada de dinero, puede adquirir distintos hábitos de consumo. En algunos casos, especialmente con aquellas personas que se encuentran en los sectores más privilegiados de la economía, podemos observar fenómenos singulares. Con respecto a estos sectores, el economista Paul Krugman menciona que la información sobre el estado de la economía que se recibe a través de los medios puede tener más influencia en la percepción, incluso más que su experiencia económica personal. Es decir, si reciben información que presenta una economía problemática probablemente adquirirán esa percepción, incluso cuando su situación personal no presente este tipo de problemas. Y la clase de medios que consuman e ideas que adopten se verán influenciados por sus preferencias políticas.

De manera que, a pesar de que la economía realmente avance, es la percepción real del consumidor la que será el factor determinante para hacerla llegar a niveles estables de nuevo. Y si estos problemas persisten, la mayor parte de los consumidores seguirá sintiendo que sus ingresos no son suficientes para satisfacer sus demandas normales -porque de hecho así lo ha ocasionado la inflación- mientras que el sector privilegiado podría dejar que otros factores de tinte político influyan sobre su percepción general de la economía, incluso más que su experiencia directa al gastar dinero.

Valdría la pena empezar a considerar la complejidad de la percepción del consumidor en el camino cuesta arriba hacia la recuperación económica, pues más allá de las predicciones y los mercados, los consumidores son el factor determinante en la recuperación.