/ jueves 10 de enero de 2019

La buena y la mala política

VER.- En Venezuela, se inicia una nueva etapa presidencial, cuestionada por muchos lados, dentro y fuera del país. Aunque se diga que México no interviene en asuntos de otras naciones, no podemos quedarnos indiferentes ante tantas violaciones de los derechos humanos. En Brasil, las mayorías eligieron a alguien que califican de extrema derecha, y que llevará al país por caminos muy diferentes a los períodos antecedentes. En Estados Unidos, hay confrontación entre los dos partidos tradicionales, por el empeño de su presidente de construir un muro a su gusto. En Inglaterra, hay incertidumbre por su salida de la Unión Europea. En Francia, no terminan las manifestaciones callejeras contra las medidas de su presidente. España sufre porque Cataluña quiere independizarse. Es complicado al ambiente político mundial.

En nuestra patria, hay desconfianza por las decisiones unipersonales del Presidente, llenas de buenos deseos, pero que repercuten gravemente en la sociedad, como la desorganización en el abasto de gasolinas, la cancelación del nuevo aeropuerto, sus planes para el norte y el sur, la votación aplastante de su partido en las cámaras, su empeño en cumplir promesas de campaña, sus consultas populares, etc. Y los ciudadanos que nos sentimos indefensos e incapaces de señalar otros rumbos a la política y a la economía, satisfechos con sólo criticar y lamentar, desquitándose en las redes sociales con caricaturas que no van más allá de un desahogo emocional.

Para nuestra Iglesia, ¿qué política es buena y cuál es negativa?

PENSAR

El Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, este primero de enero, expresó:

“La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”.

“La función y la responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”.

“En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Estos vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social: la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la ‘razón de Estado’, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio”.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

VER.- En Venezuela, se inicia una nueva etapa presidencial, cuestionada por muchos lados, dentro y fuera del país. Aunque se diga que México no interviene en asuntos de otras naciones, no podemos quedarnos indiferentes ante tantas violaciones de los derechos humanos. En Brasil, las mayorías eligieron a alguien que califican de extrema derecha, y que llevará al país por caminos muy diferentes a los períodos antecedentes. En Estados Unidos, hay confrontación entre los dos partidos tradicionales, por el empeño de su presidente de construir un muro a su gusto. En Inglaterra, hay incertidumbre por su salida de la Unión Europea. En Francia, no terminan las manifestaciones callejeras contra las medidas de su presidente. España sufre porque Cataluña quiere independizarse. Es complicado al ambiente político mundial.

En nuestra patria, hay desconfianza por las decisiones unipersonales del Presidente, llenas de buenos deseos, pero que repercuten gravemente en la sociedad, como la desorganización en el abasto de gasolinas, la cancelación del nuevo aeropuerto, sus planes para el norte y el sur, la votación aplastante de su partido en las cámaras, su empeño en cumplir promesas de campaña, sus consultas populares, etc. Y los ciudadanos que nos sentimos indefensos e incapaces de señalar otros rumbos a la política y a la economía, satisfechos con sólo criticar y lamentar, desquitándose en las redes sociales con caricaturas que no van más allá de un desahogo emocional.

Para nuestra Iglesia, ¿qué política es buena y cuál es negativa?

PENSAR

El Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, este primero de enero, expresó:

“La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”.

“La función y la responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”.

“En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Estos vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social: la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la ‘razón de Estado’, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio”.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas