/ jueves 18 de enero de 2018

La campaña política y la UNAM

La Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de la Nación, ha sido siempre y desde que es autónoma, campo de discusión de ideas y, en ocasiones, de enfrentamiento de acciones no siempre apoyadas por ideas. Fuerzas obscuras han querido hacerla botín en beneficio de grupos, partidos o individuos.

Pero algo sucede, lo que yo creo firmemente; a saber, que prevalece la idea universitaria, es decir, el espíritu universitario con su intangibilidad que es tradición, cultura que contiene y refleja las inquietudes del país y que se vuelve, al margen de los avatares que la inquietan o agitan, conciencia moral de la República. Evoco, a propósito de lo que escribo, un evento que marcó ruta y camino para los universitarios y para México. Me refiero al Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, que se reunió en la Ciudad de México del 7 al 14 de septiembre de 1933, y cuya huella perdura hasta hoy.

Allí se enfrentaron dos titanes del pensamiento, aunque con ideologías diferentes, Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano. Caso defendía la orientación idealista de la Universidad, Lombardo la materialista.

Con independencia del talento de los debatientes el hecho es que ha prevalecido la tesis de Caso, o sea, que la Universidad es el eje del desarrollo de todas las facultades del ser humano, sin preferencia por ninguna, lo que genera la libertad de pensamiento, de cátedra y de investigación; e igualmente propulsa una educación universitaria laica en su lucha contra la ignorancia, los prejuicios y el fanatismo. Siendo, repito, el libre examen y discusión de  las ideas la cúspide de todo esto.

Nuestro rector Enrique Graue Wiechers es el heredero de esa rica tradición y jefe nato de la Universidad en momentos muy difíciles para México. Durante la firma de un convenio de colaboración en el palacio legislativo de San Lázaro entre la Universidad y la Cámara de Diputados, mismo que busca impulsar los programas de servicio social para los estudiantes de la Universidad, asesorar a la Cámara y participar en la elaboración de iniciativas tanto como favorecer la profesionalización de legisladores y servidores públicos, el rector Graue indicó que si bien nuestra Máxima Casa de Estudios nunca ha prohibido el ingreso de un candidato a su campus, tampoco debe ser un espacio en el que los aspirantes a cargos de elección popular hagan campaña política. La Universidad no apoya a ningún candidato.

 La Universidad debe ser en tal orden de ideas apolítica, o política a la manera que proponía Unamuno: pensar política. Sin embargo, dijo el rector, “vamos a realizar una serie de foros y estamos todavía trabajando en el foro de ciencia, tecnología e innovación, para poder presentar a los distintos candidatos lo que pensamos que debe suceder en el país”.

Esto es por supuesto plausible pero yo hago votos porque también se lleven a cabo foros en materia de Estado de Derecho, seguridad-inseguridad, corrupción, procuración e impartición de justicia, pues en tales espacios hay en México una profunda crisis que obstaculiza nuestro desarrollo.

 Como abogado tengo conciencia del “deber ser jurídico” que se enseña en nuestra Facultad de Derecho, y del “ser práctico” en el que suelen naufragar en un índice muy elevado preparación y esperanzas de los alumnos. Dicotomía terrible para un joven.

Por eso es que en este sentido y en otros la Universidad de la Nación debe ser hoy más que nunca en 2018, año de elecciones federales (las más complejas y difíciles desde hace varios sexenios), asiento de ideas y de su análisis y faro orientador para una República agobiada por la corrupción, la injusticia y la violencia creciente.

@RaulCarranca

 www.facebook.com/despacho.raulcarranca         

La Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de la Nación, ha sido siempre y desde que es autónoma, campo de discusión de ideas y, en ocasiones, de enfrentamiento de acciones no siempre apoyadas por ideas. Fuerzas obscuras han querido hacerla botín en beneficio de grupos, partidos o individuos.

Pero algo sucede, lo que yo creo firmemente; a saber, que prevalece la idea universitaria, es decir, el espíritu universitario con su intangibilidad que es tradición, cultura que contiene y refleja las inquietudes del país y que se vuelve, al margen de los avatares que la inquietan o agitan, conciencia moral de la República. Evoco, a propósito de lo que escribo, un evento que marcó ruta y camino para los universitarios y para México. Me refiero al Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, que se reunió en la Ciudad de México del 7 al 14 de septiembre de 1933, y cuya huella perdura hasta hoy.

Allí se enfrentaron dos titanes del pensamiento, aunque con ideologías diferentes, Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano. Caso defendía la orientación idealista de la Universidad, Lombardo la materialista.

Con independencia del talento de los debatientes el hecho es que ha prevalecido la tesis de Caso, o sea, que la Universidad es el eje del desarrollo de todas las facultades del ser humano, sin preferencia por ninguna, lo que genera la libertad de pensamiento, de cátedra y de investigación; e igualmente propulsa una educación universitaria laica en su lucha contra la ignorancia, los prejuicios y el fanatismo. Siendo, repito, el libre examen y discusión de  las ideas la cúspide de todo esto.

Nuestro rector Enrique Graue Wiechers es el heredero de esa rica tradición y jefe nato de la Universidad en momentos muy difíciles para México. Durante la firma de un convenio de colaboración en el palacio legislativo de San Lázaro entre la Universidad y la Cámara de Diputados, mismo que busca impulsar los programas de servicio social para los estudiantes de la Universidad, asesorar a la Cámara y participar en la elaboración de iniciativas tanto como favorecer la profesionalización de legisladores y servidores públicos, el rector Graue indicó que si bien nuestra Máxima Casa de Estudios nunca ha prohibido el ingreso de un candidato a su campus, tampoco debe ser un espacio en el que los aspirantes a cargos de elección popular hagan campaña política. La Universidad no apoya a ningún candidato.

 La Universidad debe ser en tal orden de ideas apolítica, o política a la manera que proponía Unamuno: pensar política. Sin embargo, dijo el rector, “vamos a realizar una serie de foros y estamos todavía trabajando en el foro de ciencia, tecnología e innovación, para poder presentar a los distintos candidatos lo que pensamos que debe suceder en el país”.

Esto es por supuesto plausible pero yo hago votos porque también se lleven a cabo foros en materia de Estado de Derecho, seguridad-inseguridad, corrupción, procuración e impartición de justicia, pues en tales espacios hay en México una profunda crisis que obstaculiza nuestro desarrollo.

 Como abogado tengo conciencia del “deber ser jurídico” que se enseña en nuestra Facultad de Derecho, y del “ser práctico” en el que suelen naufragar en un índice muy elevado preparación y esperanzas de los alumnos. Dicotomía terrible para un joven.

Por eso es que en este sentido y en otros la Universidad de la Nación debe ser hoy más que nunca en 2018, año de elecciones federales (las más complejas y difíciles desde hace varios sexenios), asiento de ideas y de su análisis y faro orientador para una República agobiada por la corrupción, la injusticia y la violencia creciente.

@RaulCarranca

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