/ jueves 29 de julio de 2021

La catarsis

Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos.

Oscar Wilde


El próximo domingo se realizará una consulta popular. Un ejercicio que tiene un basamento democrático impecable. Sin embargo, este ejercicio será un salto al vacío. Es llamar a definirse por un galimatías, que implica dejar en la imaginación de los participantes los motivos de la jornada. Es apelar al coraje y al deseo de justicia de muchas asignaturas pendientes. Es trasladar las cuentas y las revanchas inconclusas. Es acusar y posponer las pruebas.

Concurrir a la urna para definirse a partir de la siguiente leyenda: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”. Dicen que es una “cantinfleada”. Exijo respeto al gran mimo, él era talentoso y no evasivo como los sacrosantos jurisconsultos, autores de semejante pregunta.

Invitar a votar por esta farragosa interrogante es la evidencia de que se intenta convertir este ejercicio democrático en una caricatura. En términos específicos es el triunfo del cinismo y la desvergüenza de radicales de ocasión, acostumbrados a “interpretar” los estados de ánimo de las masas. Se juega con la energía de una población sedienta de ser escuchada en un mar de simulaciones periódicas y de desmemorias cíclicas.

Agitar y propagandizar que votar por el “sí” implica llevar a los tribunales a cinco expresidentes de la república es una estafa de sus promotores. Es la falsificación de la realidad, es la trampa para desviar la atención de los acuciantes problemas por los que atraviesa el país.

Los dos escenarios que se avecinan pueden ser frustrantes para los simpatizantes de la afirmativa, porque en el hipotético caso de obtener el 40% del padrón electoral (37 millones de votantes) y, por lo tanto, conseguir que sea vinculante, no apunta hacia algún proceso penal de ningún exfuncionario en concreto; y, en el supuesto de que no se cumpla el requisito constitucional vinculante, la jornada será un simple grito al vacío.

Lo grave de una experiencia así, es que la fórmula escogida le dio la espalda a la pedagogía de las preguntas concretas. Con ello, queda claro que la SCJN “arregló” el desplante de AMLO para construir una neblina. En realidad, ni el poder judicial ni el tabasqueño querían investigaciones contra los expresidentes, quizá porque no tenían pruebas o porque no era ese el pacto. Una comedia más, ahora catártica.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos.

Oscar Wilde


El próximo domingo se realizará una consulta popular. Un ejercicio que tiene un basamento democrático impecable. Sin embargo, este ejercicio será un salto al vacío. Es llamar a definirse por un galimatías, que implica dejar en la imaginación de los participantes los motivos de la jornada. Es apelar al coraje y al deseo de justicia de muchas asignaturas pendientes. Es trasladar las cuentas y las revanchas inconclusas. Es acusar y posponer las pruebas.

Concurrir a la urna para definirse a partir de la siguiente leyenda: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”. Dicen que es una “cantinfleada”. Exijo respeto al gran mimo, él era talentoso y no evasivo como los sacrosantos jurisconsultos, autores de semejante pregunta.

Invitar a votar por esta farragosa interrogante es la evidencia de que se intenta convertir este ejercicio democrático en una caricatura. En términos específicos es el triunfo del cinismo y la desvergüenza de radicales de ocasión, acostumbrados a “interpretar” los estados de ánimo de las masas. Se juega con la energía de una población sedienta de ser escuchada en un mar de simulaciones periódicas y de desmemorias cíclicas.

Agitar y propagandizar que votar por el “sí” implica llevar a los tribunales a cinco expresidentes de la república es una estafa de sus promotores. Es la falsificación de la realidad, es la trampa para desviar la atención de los acuciantes problemas por los que atraviesa el país.

Los dos escenarios que se avecinan pueden ser frustrantes para los simpatizantes de la afirmativa, porque en el hipotético caso de obtener el 40% del padrón electoral (37 millones de votantes) y, por lo tanto, conseguir que sea vinculante, no apunta hacia algún proceso penal de ningún exfuncionario en concreto; y, en el supuesto de que no se cumpla el requisito constitucional vinculante, la jornada será un simple grito al vacío.

Lo grave de una experiencia así, es que la fórmula escogida le dio la espalda a la pedagogía de las preguntas concretas. Con ello, queda claro que la SCJN “arregló” el desplante de AMLO para construir una neblina. En realidad, ni el poder judicial ni el tabasqueño querían investigaciones contra los expresidentes, quizá porque no tenían pruebas o porque no era ese el pacto. Una comedia más, ahora catártica.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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