/ viernes 31 de julio de 2020

La ciudad antes y después del Covid-19

La pandemia por coronavirus nos hizo cuestionar y repensar nuestra visión de ciudad a futuro, pues hoy en día no es suficiente incorporar criterios ambientales, de accesibilidad o movilidad en el espacio público, sino que la salubridad general debe convertirse en uno de los ejes rectores de dicha agenda.

Sin duda alguna, el espacio público ha evidenciado que no todos vivimos la epidemia por igual, pues hay sectores de la población que se ven particularmente afectados, es decir, esta situación ha sido un crudo reflejo de la desigualdad social en la que nos encontramos.

Mientras en otras ciudades del mundo están pensando en ampliar sus calles para garantizar una sana distancia entre las personas, algunas zonas de la capital ni siquiera tienen acceso al agua para seguir las recomendaciones básicas de higiene.

Pero entonces ¿De qué manera podemos adaptar y transformar nuestros espacios públicos para convertirlos en lugares seguros que favorezcan las medidas de prevención de contagios?

En otras latitudes han comenzado a experimentar con la instalación de mobiliario urbano que permite un lavado de manos constante, además de establecer lineamientos para agilizar el flujo de personas evitando concentraciones, y por supuesto, implementar jornadas de limpieza y sanitización constante.

Lo anterior aunado a las medidas de distanciamiento físico y el uso de cubrebocas en el espacio público, estas últimas dependen en gran parte de la ciudadanía, por lo cual es necesario generar conciencia en las personas para que tomen en serio el tema y contribuyan a disminuir contagios.

Es decir, tenemos que aceptar que el mundo era uno antes de esta pandemia y ahora se ha transformado, la llamada nueva normalidad llegó para quedarse, y lo que es una realidad es que, si bien el gobierno juega un papel fundamental para garantizar la salud de las personas, muchas de las prácticas y medidas para reducir la propagación del virus son nuestra responsabilidad como sociedad, pues nos cuidamos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos.

Entonces, ¿Se acabó la convivencia en el espacio público a raíz de esta crisis sanitaria? La respuesta es por supuesto que no, más bien, es necesario transformarla y eso está en manos de todas y todos nosotros.

Históricamente ha sido un reto que la población haga suyos los espacios públicos en sus respectivas colonias, y ahora el reto es aún más grande, pues implica un cambio de visión radical en cuanto a la convivencia social y comunitaria, pero estoy convencida que juntos saldremos adelante.

La pandemia por coronavirus nos hizo cuestionar y repensar nuestra visión de ciudad a futuro, pues hoy en día no es suficiente incorporar criterios ambientales, de accesibilidad o movilidad en el espacio público, sino que la salubridad general debe convertirse en uno de los ejes rectores de dicha agenda.

Sin duda alguna, el espacio público ha evidenciado que no todos vivimos la epidemia por igual, pues hay sectores de la población que se ven particularmente afectados, es decir, esta situación ha sido un crudo reflejo de la desigualdad social en la que nos encontramos.

Mientras en otras ciudades del mundo están pensando en ampliar sus calles para garantizar una sana distancia entre las personas, algunas zonas de la capital ni siquiera tienen acceso al agua para seguir las recomendaciones básicas de higiene.

Pero entonces ¿De qué manera podemos adaptar y transformar nuestros espacios públicos para convertirlos en lugares seguros que favorezcan las medidas de prevención de contagios?

En otras latitudes han comenzado a experimentar con la instalación de mobiliario urbano que permite un lavado de manos constante, además de establecer lineamientos para agilizar el flujo de personas evitando concentraciones, y por supuesto, implementar jornadas de limpieza y sanitización constante.

Lo anterior aunado a las medidas de distanciamiento físico y el uso de cubrebocas en el espacio público, estas últimas dependen en gran parte de la ciudadanía, por lo cual es necesario generar conciencia en las personas para que tomen en serio el tema y contribuyan a disminuir contagios.

Es decir, tenemos que aceptar que el mundo era uno antes de esta pandemia y ahora se ha transformado, la llamada nueva normalidad llegó para quedarse, y lo que es una realidad es que, si bien el gobierno juega un papel fundamental para garantizar la salud de las personas, muchas de las prácticas y medidas para reducir la propagación del virus son nuestra responsabilidad como sociedad, pues nos cuidamos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos.

Entonces, ¿Se acabó la convivencia en el espacio público a raíz de esta crisis sanitaria? La respuesta es por supuesto que no, más bien, es necesario transformarla y eso está en manos de todas y todos nosotros.

Históricamente ha sido un reto que la población haga suyos los espacios públicos en sus respectivas colonias, y ahora el reto es aún más grande, pues implica un cambio de visión radical en cuanto a la convivencia social y comunitaria, pero estoy convencida que juntos saldremos adelante.