/ martes 12 de febrero de 2019

La constitución de la 4T

Con motivo del aniversario 102 de la promulgación de la Constitución de 1917 el Presidente Andrés Manuel López Obrador hizo alusión a que cada una de las transformaciones fundamentales de nuestra nación, tuvieron como corolario la elaboración de una nueva Constitución: la de 1824, la de 1857 y la de 1917 respectivamente. En efecto, al movimiento de Independencia sucedió la estructuración jurídica de México a través de la Constitución Federal de 1824.

Esta no alcanzó a subsanar la profunda diferencia entre federalistas y centralistas, liberales y conservadores, y su vigencia fue objeto de múltiples vicisitudes, al extremo de que se le sustituyó por una Constitución centralista en 1836. La disputa entre ambos bandos no alcanzó una estabilidad constitucional sino hasta después de que se logró la afirmación de la Constitución de 1857 y con posterioridad a la Guerra de Reforma, la superación de la invasión francesa y la supresión de los privilegios eclesiásticos, quedó firmemente establecido el carácter republicano, representativo, democrático, laico y federal del Estado mexicano.

La estabilidad alcanzada no tuvo un sustento democrático y propició gravísimas injusticias sociales que condujeron al Movimiento Revolucionario de 1910, cuya Constitución estableció por primera vez en el mundo los Derechos Sociales a escala constitucional. No obstante, en la práctica las desigualdades no han podido superarse e incluso muchos avances de las décadas intermedias del siglo pasado se revirtieron posteriormente. Una referencia muy ilustrativa del pensamiento presidencial, sobre la esencia de esas transformaciones, la encontramos en la Exposición de Motivos de su Iniciativa de Reformas al artículo 3°, al decir:

“La historia de nuestra Patria demuestra un denodado esfuerzo de los mexicanos para superar constantemente sus condiciones de vida. Tal empeño ha registrado momentos cruentos, gestas heroicas y humildes trabajos colectivos para superar las dificultades. Los puntos culminantes de ese largo proceso han transformado de modo trascendente la vida nacional. Fueron cambios de gran calado a través de los cuales se afirmaron valores que nos caracterizan como Nación. La Primera Transformación nos aportó la Libertad; de ella surgió nuestra Patria independiente.

La Segunda, la Reforma, significó el triunfo de la Legalidad, con ella se forjaron las instituciones que nos consolidaron como Nación. La Revolución, Tercera Transformación, proclamó la Igualdad, mediante la instauración de los Derechos Sociales como sustento de la convivencia colectiva. Empero, pese al establecimiento de la igualdad formal, las desigualdades reales que padecemos los mexicanos han impedido la plena realización de nuestro ser nacional. Esta lacerante realidad impone la necesidad de una Cuarta Transformación de nuestra vida pública que ha sido avalada por la ciudadanía en la elección reciente y que deberá inspirarse en el valor de la Equidad... La Cuarta Transformación de la Vida Publica Nacional debe llevarnos a alcanzar el pleno desarrollo nacional con justicia y equidad.

El gran lastre de nuestra convivencia colectiva es la desigualdad económica, social, cultural y regional. La divisa que nos mueve se centra en cumplir la añeja aspiración de Morelos según la cual las leyes deben moderar la opulencia y la indigencia. Combatir las desigualdades es tarea ingente de la que depende nuestra viabilidad como Nación".

Parecería lógico pensar que una Cuarta Transformación de la envergadura de las tres que se han dado en nuestra historia, debería generar una nueva Constitución y algunos han interpretado lo dicho por AMLO el 5 de febrero, como la intención de abrir un nuevo proceso constituyente; no obstante, al revisar sus palabras con cuidado es evidente que no pretende iniciar dicha tarea. Claramente dijo: “nosotros buscamos una nueva transformación y correspondería tener una nueva Constitución, pero pensamos que no hay condiciones para eso, porque tenemos otras tareas urgentes” y sugirió que al término de su mandato, quienes le sucedan podrían emprender la tarea de convocar a un nuevo Constituyente.

Así pues, considera necesario primero poner en práctica las modificaciones tendientes a alcanzar una verdadera equidad social y solo posteriormente pensar en consolidarlas constitucionalmente. Ello tiene lógica porque no parece prudente iniciar un replanteamiento integral de nuestra vida colectiva que pusiera en riesgo la estabilidad de los temas que ya forman parte de una estructura reconocida y aceptada por el pueblo mexicano.

Es de reconocerse la actitud presidencial de avanzar primero en los cambios que pretende introducir para después, en su caso, realizar la transformación jurídico constitucional que corresponda. Así aconteció en el pasado, y en cada caso se mantuvieron los logros previamente alcanzados, introduciendo solamente lo novedoso que el pueblo había estimado digno de elevarse a rango constitucional.

eduardoandrade1948@gmail.com

Con motivo del aniversario 102 de la promulgación de la Constitución de 1917 el Presidente Andrés Manuel López Obrador hizo alusión a que cada una de las transformaciones fundamentales de nuestra nación, tuvieron como corolario la elaboración de una nueva Constitución: la de 1824, la de 1857 y la de 1917 respectivamente. En efecto, al movimiento de Independencia sucedió la estructuración jurídica de México a través de la Constitución Federal de 1824.

Esta no alcanzó a subsanar la profunda diferencia entre federalistas y centralistas, liberales y conservadores, y su vigencia fue objeto de múltiples vicisitudes, al extremo de que se le sustituyó por una Constitución centralista en 1836. La disputa entre ambos bandos no alcanzó una estabilidad constitucional sino hasta después de que se logró la afirmación de la Constitución de 1857 y con posterioridad a la Guerra de Reforma, la superación de la invasión francesa y la supresión de los privilegios eclesiásticos, quedó firmemente establecido el carácter republicano, representativo, democrático, laico y federal del Estado mexicano.

La estabilidad alcanzada no tuvo un sustento democrático y propició gravísimas injusticias sociales que condujeron al Movimiento Revolucionario de 1910, cuya Constitución estableció por primera vez en el mundo los Derechos Sociales a escala constitucional. No obstante, en la práctica las desigualdades no han podido superarse e incluso muchos avances de las décadas intermedias del siglo pasado se revirtieron posteriormente. Una referencia muy ilustrativa del pensamiento presidencial, sobre la esencia de esas transformaciones, la encontramos en la Exposición de Motivos de su Iniciativa de Reformas al artículo 3°, al decir:

“La historia de nuestra Patria demuestra un denodado esfuerzo de los mexicanos para superar constantemente sus condiciones de vida. Tal empeño ha registrado momentos cruentos, gestas heroicas y humildes trabajos colectivos para superar las dificultades. Los puntos culminantes de ese largo proceso han transformado de modo trascendente la vida nacional. Fueron cambios de gran calado a través de los cuales se afirmaron valores que nos caracterizan como Nación. La Primera Transformación nos aportó la Libertad; de ella surgió nuestra Patria independiente.

La Segunda, la Reforma, significó el triunfo de la Legalidad, con ella se forjaron las instituciones que nos consolidaron como Nación. La Revolución, Tercera Transformación, proclamó la Igualdad, mediante la instauración de los Derechos Sociales como sustento de la convivencia colectiva. Empero, pese al establecimiento de la igualdad formal, las desigualdades reales que padecemos los mexicanos han impedido la plena realización de nuestro ser nacional. Esta lacerante realidad impone la necesidad de una Cuarta Transformación de nuestra vida pública que ha sido avalada por la ciudadanía en la elección reciente y que deberá inspirarse en el valor de la Equidad... La Cuarta Transformación de la Vida Publica Nacional debe llevarnos a alcanzar el pleno desarrollo nacional con justicia y equidad.

El gran lastre de nuestra convivencia colectiva es la desigualdad económica, social, cultural y regional. La divisa que nos mueve se centra en cumplir la añeja aspiración de Morelos según la cual las leyes deben moderar la opulencia y la indigencia. Combatir las desigualdades es tarea ingente de la que depende nuestra viabilidad como Nación".

Parecería lógico pensar que una Cuarta Transformación de la envergadura de las tres que se han dado en nuestra historia, debería generar una nueva Constitución y algunos han interpretado lo dicho por AMLO el 5 de febrero, como la intención de abrir un nuevo proceso constituyente; no obstante, al revisar sus palabras con cuidado es evidente que no pretende iniciar dicha tarea. Claramente dijo: “nosotros buscamos una nueva transformación y correspondería tener una nueva Constitución, pero pensamos que no hay condiciones para eso, porque tenemos otras tareas urgentes” y sugirió que al término de su mandato, quienes le sucedan podrían emprender la tarea de convocar a un nuevo Constituyente.

Así pues, considera necesario primero poner en práctica las modificaciones tendientes a alcanzar una verdadera equidad social y solo posteriormente pensar en consolidarlas constitucionalmente. Ello tiene lógica porque no parece prudente iniciar un replanteamiento integral de nuestra vida colectiva que pusiera en riesgo la estabilidad de los temas que ya forman parte de una estructura reconocida y aceptada por el pueblo mexicano.

Es de reconocerse la actitud presidencial de avanzar primero en los cambios que pretende introducir para después, en su caso, realizar la transformación jurídico constitucional que corresponda. Así aconteció en el pasado, y en cada caso se mantuvieron los logros previamente alcanzados, introduciendo solamente lo novedoso que el pueblo había estimado digno de elevarse a rango constitucional.

eduardoandrade1948@gmail.com