/ sábado 10 de noviembre de 2018

La “Consulta” más Falsa

Cuando el Presidente electo prácticamente decidió comenzar a “gobernar de facto” antes del 1º de diciembre -fecha fijada por nuestra Constitución-, pocos advirtieron que se trataba de una expresión más de su estilo de hacer las cosas: a su manera y sin un mínimo respeto por quien -formalmente y nos guste o no- todavía está al frente de las instituciones nacionales.

La decisión de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto, aún sin ser el Presidente Constitucional, reveló irresponsabilidad y un exceso de autoritarismo. Al precio que sea, AMLO cumplió con su capricho de echar abajo una obra iniciada por el actual gobierno y, para lograrlo, no sólo movilizó a sus incondicionales y a la estructura de MORENA, sino que también recurrió a todo tipo de maniobras para asegurarse de que el resultado fuera el que siempre quiso obtener.

La famosa “consulta” resultó ser el ejercicio más falso para quien pretende gobernar con la máscara de un demócrata; quien, además, terminó por exhibir que el supuesto compromiso de campaña de “no mentir” es una farsa. Habrá que esperar si no ocurre también lo mismo con los otros “principios” que convirtió en cantaleta en todo momento: “no robar y no traicionar al pueblo”.

Comenzar a tomar decisiones apresuradas siempre conlleva riesgos y costos innecesarios, más aún cuando las acciones -unipersonales- generan más rechazos que apoyos.

AMLO ha comenzado a cometer errores que inevitablemente impactan en la percepción y la confianza social. Valdría la pena preguntarse: cómo se sienten los miles de burócratas que serán despedidos en el próximo gobierno ?, a los que se les reducirá el sueldo a pesar de que existen muy buenos servidores públicos ?, a los que reubicará a otros estados ?, porqué generar incertidumbre innecesaria a familias e hijos de todos estos empleados ?, a los militares que despojará de Santa Lucía ?, a los ciudadanos que repudian la invitación a Nicolás Maduro ?, y a los miles de mexicanos que descubrieron en la consulta una manipulación solamente para cumplir caprichos personales ?.

Con merecida razón, AMLO llegará a su toma de posesión con un gran consenso entre diversos sectores de la sociedad (empresarios, medios de comunicación, analistas y líderes de opinión). Pero se trata de un consenso en contra de sus primeras y controvertidas decisiones, en particular por la “consulta”. Muy escasas fueron las opiniones que avalaron dicho ejercicio; por el contrario, el pulso que ha ido emergiendo es de incertidumbre y, hasta cierto punto, de decepción en torno a la “Cuarta Transformación”.

Y esta percepción desfavorable que hoy existe en torno a AMLO en la opinión pública no es obra de la “mafia del poder” o de la prensa “fifí”; simplemente es resultado de todos los vicios que la “consulta” mostró antes y durante su desarrollo.

Los supuestos casi 740 mil votos que avalaron la opción de Santa Lucía, no representan nada ante los 30 millones de mexicanos que respaldaron a AMLO en la elección presidencial. Desde cualquier ángulo que se le mire, esto representa en realidad la primera gran derrota del presidente electo.

Guardando todas las proporciones, hay que decir que López Obrador también mostró un evidente desprecio por los procesos, las instituciones y las reglas de la democracia. Así de contundente fue el mensaje que envió al país.

Siendo su triunfo del 1 de julio un resultado -incuestionable- de la solidez y credibilidad de nuestro régimen democrático, en su primer ejercicio de “consulta al pueblo”, AMLO optó por un RETROCESO, al diseñar un proceso que fue en contrasentido a los principios que rigen nuestra vida en democracia: legalidad, transparencia, certeza e imparcialidad.

En verdad, para muchosesto no ha sido una sorpresa; por el contrario, viene a confirmar el estilo de un futuro presidente que asume que los ciudadanos le han extendido un cheque en blanco y que en nombre del pueblo de México cree que puede hacer todo lo que se le venga en gana. Incluso, hasta dar un golpe de autoridad para que a nadie le queda duda de “quién manda” desde ahora.

AMLO no tardó mucho para confirmarnos sus contradicciones, su arrogancia y soberbia. Pero no podrá acallar la crítica que desde diferentes frentes seguirá a extendiéndose.

En lo personal, desde este espacio continuaré compartiendo con ustedes, amables lectores, una posición crítica hacia todo aquello que no comparto de la vida política. Lo he hecho con respecto al actual gobierno y lo haré frente al que, formalmente, entrará en funciones en las próximas semanas.


Presidente de la Academia Mexicana de Educación

Cuando el Presidente electo prácticamente decidió comenzar a “gobernar de facto” antes del 1º de diciembre -fecha fijada por nuestra Constitución-, pocos advirtieron que se trataba de una expresión más de su estilo de hacer las cosas: a su manera y sin un mínimo respeto por quien -formalmente y nos guste o no- todavía está al frente de las instituciones nacionales.

La decisión de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto, aún sin ser el Presidente Constitucional, reveló irresponsabilidad y un exceso de autoritarismo. Al precio que sea, AMLO cumplió con su capricho de echar abajo una obra iniciada por el actual gobierno y, para lograrlo, no sólo movilizó a sus incondicionales y a la estructura de MORENA, sino que también recurrió a todo tipo de maniobras para asegurarse de que el resultado fuera el que siempre quiso obtener.

La famosa “consulta” resultó ser el ejercicio más falso para quien pretende gobernar con la máscara de un demócrata; quien, además, terminó por exhibir que el supuesto compromiso de campaña de “no mentir” es una farsa. Habrá que esperar si no ocurre también lo mismo con los otros “principios” que convirtió en cantaleta en todo momento: “no robar y no traicionar al pueblo”.

Comenzar a tomar decisiones apresuradas siempre conlleva riesgos y costos innecesarios, más aún cuando las acciones -unipersonales- generan más rechazos que apoyos.

AMLO ha comenzado a cometer errores que inevitablemente impactan en la percepción y la confianza social. Valdría la pena preguntarse: cómo se sienten los miles de burócratas que serán despedidos en el próximo gobierno ?, a los que se les reducirá el sueldo a pesar de que existen muy buenos servidores públicos ?, a los que reubicará a otros estados ?, porqué generar incertidumbre innecesaria a familias e hijos de todos estos empleados ?, a los militares que despojará de Santa Lucía ?, a los ciudadanos que repudian la invitación a Nicolás Maduro ?, y a los miles de mexicanos que descubrieron en la consulta una manipulación solamente para cumplir caprichos personales ?.

Con merecida razón, AMLO llegará a su toma de posesión con un gran consenso entre diversos sectores de la sociedad (empresarios, medios de comunicación, analistas y líderes de opinión). Pero se trata de un consenso en contra de sus primeras y controvertidas decisiones, en particular por la “consulta”. Muy escasas fueron las opiniones que avalaron dicho ejercicio; por el contrario, el pulso que ha ido emergiendo es de incertidumbre y, hasta cierto punto, de decepción en torno a la “Cuarta Transformación”.

Y esta percepción desfavorable que hoy existe en torno a AMLO en la opinión pública no es obra de la “mafia del poder” o de la prensa “fifí”; simplemente es resultado de todos los vicios que la “consulta” mostró antes y durante su desarrollo.

Los supuestos casi 740 mil votos que avalaron la opción de Santa Lucía, no representan nada ante los 30 millones de mexicanos que respaldaron a AMLO en la elección presidencial. Desde cualquier ángulo que se le mire, esto representa en realidad la primera gran derrota del presidente electo.

Guardando todas las proporciones, hay que decir que López Obrador también mostró un evidente desprecio por los procesos, las instituciones y las reglas de la democracia. Así de contundente fue el mensaje que envió al país.

Siendo su triunfo del 1 de julio un resultado -incuestionable- de la solidez y credibilidad de nuestro régimen democrático, en su primer ejercicio de “consulta al pueblo”, AMLO optó por un RETROCESO, al diseñar un proceso que fue en contrasentido a los principios que rigen nuestra vida en democracia: legalidad, transparencia, certeza e imparcialidad.

En verdad, para muchosesto no ha sido una sorpresa; por el contrario, viene a confirmar el estilo de un futuro presidente que asume que los ciudadanos le han extendido un cheque en blanco y que en nombre del pueblo de México cree que puede hacer todo lo que se le venga en gana. Incluso, hasta dar un golpe de autoridad para que a nadie le queda duda de “quién manda” desde ahora.

AMLO no tardó mucho para confirmarnos sus contradicciones, su arrogancia y soberbia. Pero no podrá acallar la crítica que desde diferentes frentes seguirá a extendiéndose.

En lo personal, desde este espacio continuaré compartiendo con ustedes, amables lectores, una posición crítica hacia todo aquello que no comparto de la vida política. Lo he hecho con respecto al actual gobierno y lo haré frente al que, formalmente, entrará en funciones en las próximas semanas.


Presidente de la Academia Mexicana de Educación